Manto azul oscuro.
Quiso escribirla, antes de que la luz se extinguiera en sus ojos; quiso escribirla, antes de que las arenas del tiempo la envolvieran; quiso escribirla, antes de que el universo se volviera frío y que el único color que vieran sus ojos antes de la despedida fuera el negro. Ahora que el caos gobernaba en sus sueños; ahora que la eternidad sujetaba las agujas del tiempo; ahora que las sombras de la noche detenían las agujas. Ya no había tiempo para eso; ya la noche se extendía con su terciopelo azul oscuro; como un manto entre sus dedos se escurría y el adiós era la única palabra no escrita en el tiempo que se dejaba pronunciar. La eternidad, esa otra palabra que expresaba ese sentimiento de nostalgia; cómo una sola palabra puede albergar tanto sufrimiento; ya no atendía a la razón; uno nunca se acostumbra al beso que la eternidad te da, mientras te embriagas de sus caricias. Ya llega el alba y el tiempo, una vez más, se vuelve frenético, hasta que la noche regresa para envol