No me olvides

Ella alargó la mano para intentar tocarle.
Pasó rápido a su lado y ni siquiera le hizo caso.
Helena acudía todos los días a la salida de su trabajo, lo único que deseaba era rozar su mano, pero él ni siquiera sabía de su existencia.
Un día más sin conseguir que él le dirigiera una sola mirada o un simple roce.
Cuantos habían pasado desde que le conociera, ya no podía recordar, el tiempo se había detenido para ella.
Intentó recordar cuándo le conoció, pero no podía, cuánto dolor había sufrido por ese amor que no era correspondido, cuánto tiempo, no lo recordaba.
Mañana volvería a él otra vez. Lo único que recordaba de él era su nombre. (Julio).
Julio salía todos los días de su trabajo corriendo, desde hacía un año, sentía una sensación extraña, algo que le daba miedo y al mismo tiempo le agradaba.
Sentía la necesidad de acudir donde estaba su amada, su dulce amada, cuánto tiempo hacía, tres años.
Se arrodilló y lloró.
Ahí estaba, en su descanso eterno, en su tumba, Helena había muerto y desde entonces no había podido olvidarla.

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