Un ángel vino a verme
La imagen era perfecta, no quería estropearla. La luz entraba por la ventana y esa mujer, saboreando cada rayo que el viejo sol le regalaba, acariciando cada mechón de su pelo y cada poro de su piel lo recibía aumentando la belleza de su cara. Tenía los ojos cerrados y parecía que el tiempo se detenía ante ella. Llevaba mucho tiempo ya en esa posición y el jefe me estaba recriminando por no echarle. Ocupaba una mesa y nuevos clientes llegaban. - Perdone señora. - Mi voz apenas era perceptible, no le quería molestar y perderme ese regalo. - ¿Va a tomar usted algo más? Necesitamos la mesa. - Claro, ya lo hago, estoy tomando el sol. - Ya señora, pero eso lo puede hacer en la calle. - Sientese, - Me dijo. - Disfrute de este momento. Hice lo que me dijo y me senté, cerré los ojos y respiré, No sé cuanto tiempo pasó, cuando los abrí la mujer ya no estaba. No sabía si era un sueño o una aparición, pero una sutil fragancia llegaba hasta mí, como si un leve aleteo de una maripo