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Mostrando entradas de 2019

La sombra de la muerte

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Triste y sombría a la muerte se resistía. —Al llegar el alba conmigo vendrás mujer enamorada Triste melancolía de amores el llanto a ella afligía Dolor por una ausencia A la noche pide clemencia Ella no quiere olvidarle Pero el olvido es dificil si uno en ello piensa Si por la noche sueña lo que añora por la mañana Si tras la mañana ella espera que aparezca y mira por la ventana Sueños y vida se mezclan formando nubes de irrealidad inventada Déjame muerte querida que seguro mañana llegará con el alba El alba pasa y la noche tarda lo que dura un triste y largo día Ella a su luna clama que le devuelva lo que le prometió una noche ya lejana La luna no responde y se esconde al llegar la mañana La muerte está triste pues ella no comprende como alguien prefiere no morir a vivir de muerte rodeada.

Morir en muerte

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He deshojado los calendarios que perdieron mis días, recorrido cada mañana Buscándoles...He dado cuerda a mi reloj sin que me importara el tiempo... Llegando hasta el final de mi vida ahora sé que ya no falta mucho para encontrarme con ellos... No importa si ahora no les veo, he comprendido que las almas se encuentran sin que importe la distancia... Que los corazones laten unidos en silencio, a un solo ritmo, a un solo compás y lento... Que inexorablemente nos encontraremos...Tan sólo nos separa la distancia que hay entre la noche y el día... Tan sólo un soplo de vida... Acompasados. Descompensados. Arrítmicos. Rompiendo el silencio... Ahora ya estoy esperando que en mi corazón deje de sonar el ritmo de la vida... Solo en esta sala me encuentro y ya la veo con su sonrisa. Ya viví demasiados años, ya mi vida da sus últimos coletazos... Se hace la oscuridad, no siento nada, no siento miedo, no siento ningún deseo y de pronto algo cruza frente a mí, siento su aliento... Es gélido y

Cada día.

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Aquellos días en que despertaba y tan sólo un pensamiento se hacía realidad en su vida. Dónde la espera se hacia tan intensa y a pesar de sufrir por ella, lo necesitaba tanto como el respirar, necesitaba saber que era necesitado, necesitaba oír su voz, su respiración, su risa, su llanto. Cada despertar era distinto y a la vez tan iguales. Acariciaba sus manos, su pelo, su cara. La veía respirar tranquila, como si la vida continuase a un ritmo y ella suspirase a otro, como si el universo girase alrededor de ella, moviéndose a su merced y el tiempo no le afectara, pero el tiempo le afectó y de qué manera. Ella se fue y se llevó su alma, su corazón y su vida. Continuaba esperando oírla. Cada día se despertaba esperando oír su voz, ver sus ojos acariciando su mirada y hasta notaba cómo sus manos le acariciaban mientras le daba lo buenos días. Hasta que su mente despertaba y se hundía en la cruda realidad.  Unax se levantó de la cama, miró el viejo despertador de cuerda que un día el

A las puertas del infierno.

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Una alfombra de ocres colores en el campo se formaba. El viento soplaba con fuerza y de los árboles las hojas caían, y sus ramas se desvestían. Un remolino a mí alrededor se tornaba. Las nubes el sol tapaba, porque envidia de él tenía. Tras las sombras ese ser miraba. A mis ojos un gigante sin cara, Inevitáblemente era arrastrado hacia su morada. El viento arreciaba y traía hasta mí las voces del ayer. Voces de demonios, de seres que en mi mente habitan. Donde no se puede ver. No quiero escuchar. Miro a mi derecha y una imagen destaca sobre todas las demás. Un haz de luz se filtra entre las nubes y la imagen de un gigante hacia mí se acerca. — Tú, ser mortal, que habita este mundo infernal. Dinos qué es lo que pides, para poder entrar. — Eres tú el Dios de la maldad. Tú quien manda en el inframundo. Yo tan sólo soy un ser efímero que vive en este mundo. — Este es el infierno del que todos los demonios hablamos. Al que entrar quisiéramos, pero es tan terrible su

Sigue hablando

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 Sentada en el sillón del revés, los pies apoyados en la pared y la cabeza mirando hacia el techo. Escuchando la música en mi teléfono. Así espero. ¿Qué espero? La llamada. Prometió llamarme, dijo que me llamaría. Su voz para mí es pura magia. Cada vez que la escucho el pelo, tras la nuca, se me eriza. Vuelo hasta un lugar donde nos encontramos él y yo, solos los dos. Prometió llamarme hoy y ya se me hace larga la espera. Me pondré mi mejor vestido. Ayer hablé con él, fue mi primer encuentro. Esa voz, me fascina, me transporta a lugares de ensueño, donde todo es posible. Bailamos hasta el amanecer, hasta que su voz se apagó. ¡Llaman! Seguro que es él. - Hola, te esperaba. - ¿Perdón, señorita? - ¡Háblame! - Como le dije ayer. Quería saber si se lo ha pensado. ¿Ha decidido ya si se quiere cambiar de compañía? - Es maravilloso, te echaba de menos, amor. ¡Sigue hablando! ...

Su imagen en mi retina

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Su vestido parecía una alfombra de verde hierba acariciando flores e insectos que a su paso volaban para posarse sobre él. Un único árbol era la única sombra en la extensa campiña, y es ahí donde bajo su cobijo la mujer desapareció. Esa imagen me acompañó durante todo el trayecto en el viejo tren, me gusta viajar en esos trenes que recorren despacio paisajes y andenes, y parecen devolvernos a los tiempos en el que esa era la forma más rápida para atravesar grandes distancias, pero ahora tenía prisa, prisa por dibujar esa bella imagen y que mis retinas no la olvidaran. Cuando llegué a casa lo primero que hice fue ir corriendo a mi cuarto de estudio e intentar dibujar a la mujer dentro de la postal. Hice mil y un bocetos, pero ninguno era como lo recordaba. Me maldije por no haber sacado una foto en ese momento, yo que renegaba de la tecnología y huía de las fotos digitales y menos con el móvil, ahora entendía de su importancia. Tras pasar toda la noche y la mañana siguiente trab

El viejo y el libro

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Tan sólo quedaba él, el bullicio del silencio en una biblioteca puede ser ensordecedor y cuando todo el mundo se marcha quedan ellos, los libros y sus ecos, y, él. Cada día recorría el laberíntico enjambre de libros buscando algo que le llamase la atención, no sabía qué. Algo en el lomo de un libro que resalte entre todos los demás, y esta noche había sido especial, esta noche fue un flechazo. Allí, en lo más alto de la estantería más lejana un libro le llamaba. Se deslizó hasta él. Se encontraba inclinado sobre el lado derecho. Tocó las tapas. Su tacto era áspero, como los libros de antes. Tapas duras y letras en relieve. Limpió el polvo soplando sobre él y lo abrió al azar. Su olor le impregno y le hizo soñar, ese olor a libro, era intenso. Leyó unas lineas: Te encontré entre estas montañas, en una sonrisa te vi, en un abrazo nos conocimos, en un café recién hecho amanecimos. estás en mis sueños, en mi lecho te encuentro, en una ducha fría, en este nuevo día, en el vie

Presa

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Cierro los ojos y siento esa caricia fresca, el viento en mi cara, aroma de mar y la lluvia sobre mi pelo Busco en tus labios un beso y me amarro a él Sé que es el final, que tras esta última discusión ya no habrá un nuevo amanecer. El tiempo se agota Cierro los ojos y te busco, pero ya no te encuentro. Será un largo final en un corto desenlace. Estoy presa en la bañera, que es mi jaula de hierro. Mi cuerpo no me responde y el agua sube inexorablemente despacio. Me miras sin hablar. Yo no puedo, algo impide moverme, pero te veo y veo como mi vida se acerca a su fin, en cuanto el agua me impida respirar todo habrá terminado. No recuerdo qué pasó. Tengo lagunas. La cocina. Una discusión más en otro día más. Algo que bebí mientras encendía el fuego, me lo diste tú, y, luego, nada, hasta que he despertado. No puedo moverme, pero puedo sentir como el agua fría va cubriendo mi cuerpo. Ya no me queda nada. Y puedo oler. - "Cariño" ¿Te acordaste de apagar el gas

El mundo bajo mis pies

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La primavera llegaba a su fin y la luna menguante rasgaba la cálida noche obligándonos a observarla,  forzándonos a continuar admirando la imagen. Nos liberaba de la pesada carga que supone un pasado que arrastramos, ya cansados. Temblaron a nuestro paso ciudades y reinos, que desnudos de almas albergan cuerpos que mueren, agonizantes almas que intentan vivir entre gritos que rompen la noche, arrastrándose hombre y bestias, al silencio, al olvido. No importa la distancia, no importa si abrazar puedes y con las manos acoges el reino de los elegidos. Hemos recorrido los senderos de fábulas y sueños. Hemos caminado arrastrados por el viento. Siguiendo la estela de esa luna que en silencio, guía a príncipes y mendigos, soldados y poetas, que desnudos se presentan. Profunda es la cicatriz que en la tierra dejan, pero tras el viento de primavera, la luna plateada deja su huella. Y ahora, cuando el mundo se postraba a nuestros pies, cuando la luna caminaba a nuestra espalda. Ahora qu