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Mostrando entradas de febrero, 2021

Santuario.

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Estaba más cerca del Otromundo que de este. Había sufrido profundas heridas y tras la batalla no había vuelto a ponerse en pie y menos aún había cogido la espada. No sabía si podría sujetarla y pelear con ella. El guerrero zurdo, Rolando, se encontraba caído frente al enemigo. Su ejército había sido derrotado y ya no quedaba esperanza.  Caminaba bajo la lluvia, sin prisa, recordando lo que le había llevado hasta ese lugar, ese santuario, sabedor de que en la batalla no hay lugar para lamentaciones ni miedos. Un guerrero debe serlo hasta más allá de la muerte.  Avanzaba con sus oscuros pensamientos. Sabiéndose solo. El barro le impedía seguir. Se deshizo de su armadura y dejó a un lado a su montura. Un recuerdo se pierde en su mente. En ese santuario yacen los ancianos de su pueblo, los que dieron la vida por ellos. Parecen decirle que no vale la pena, que ellos ya no siguen entre los vivos, que espere a reunir fuerzas. Escrito está que pertenecemos al lugar donde nuestra al

la señal

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Allí, donde la montaña se junta con el cielo, donde el sol no penetra y parece huir porque el frío reina, he decidido adentrarme. Hace noches descubrí que en esa montaña alguien pedía socorro. Llevo caminando  tanto tiempo que he perdido la cuenta. El frío me impide pensar con claridad. Son estas interminables noches, no soporto cuando llegan, si no pasa rápido esta estación donde la luna reina creo que me volveré loco. Intento mantenerme activo durante el tiempo que permanezco despierto, y cuando el sueño me vence enciendo un fuego, pero desde hace…, —«¿Cuánto tiempo? Ya no lo recuerdo. He perdido la cuenta. El sol no saldrá hasta dentro de varios meses y ya no sé si debo dormir o mantenerme despierto, por lo que he optado por hacerlo cuando caigo rendido»—. Como iba diciendo, desde hace un tiempo he notado como me siguen. Creo que es algún animal más hambriento que yo, si es que existe algo o alguien así. Apenas me quedan víveres y he decidido guardarlos para cuando comie

Un horizonte desconocido.

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Me encamino hacia horizontes desconocidos.  El destino me llama.  Nada dejo de donde he venido, pero tampoco quiero olvidar, pues es mi pasado el que a mi cuerpo y mi mente han forjado y el futuro que llega también huellas en mi dejarán.  Dirijo por última vez la vista hacia el pasado, con una sonrisa y nada veo que a él me ate. Salto al vacío.  Repto hacia el abismo, donde dragones y damas en apuros me esperan.  Torres más altas que la más alta de las montañas he de trepar.  Simas más profundas que el más profundos de los mares.  Piratas que derrotar y princesas a las que salvar. Mil aventuras me esperan.  Mil batallas que librar.  He de acabar con mil enemigos y a mil mujeres he de salvar. Ya vislumbro el fin de la tierra, donde dragones y seres imposibles con sus garras me aferran. Veo lugares donde la luz de ningún sol llega, donde las galaxias mueren, donde los agujeros negros me tragan, pero la imaginación nunca muere. Seres venidos del inframundo, desde lejanos mundo