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Mostrando entradas de diciembre, 2022

Piel canela, labios carmesí

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Amaneciendo perfumada en labios carmesí, con el viento llega una caricia y en la mirada una sonrisa Lloviendo de melodías amargas, regando sobre lágrimas serenas esos recuerdos que en la mirada lleva. Sonetos de dulce pasión escritos están sobre su piel. Llueven estrellas y deseos pide, al universo le dice que larga no sea la espera, que tras la luna llena amanezca, sobre su piel aún fresca, que lirios crezcan en su pecho y corazones amantes en los días relucientes cubiertos de azul pasión. El perfume de un amanecer dorado, despierta y su boca toca sus labios, pero tan solo es un sueño y ese roce en la piel se ha grabado, pasa por su mente recuerdos aún presentes de vivos colores, de besos y abrazos que no tienen fin. — Soy la que te besa sin tenerte, la que te recuerda y te anhela, te espera con el color de Lirio y te acaricia con el viento. Mas siempre algo se pierde con el paso del tiempo, en el silencio del bosque se escuchan los ecos del viento que le lla

Fría noche.

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Ella espera despierta bañando su alma con la cenicienta luz de la luna, al despuntar el alba. Arde su cuerpo bajo las sabanas recordando besos y palabras, caricias y miradas. Lamenta no haber escapado cuando su corazón, ya helado, le suplicaba, le rogaba, le pedía con sus arrítmicos sonidos seguir el camino, de su amante, ya desaparecido, tras el camino que marca la mortecina luz de ese último latido. Muerte y vida se mezclan en su memoria y espera tras las sombras que algún día aparezca alguien que la libere de su vida, de su pasado, de su futuro marcado, que no es más que una muerte infinita.  Caen las hojas, que como mágicas sombras cubren el suelo que es su techo. Yacen cuerpos y almas en este subsuelo que se alimentan del desamor de los que algún día quisieron. Roban su energía fría y sombría que tras el último beso se corrompen en un triste verso Obscuras y nostálgicas, dementes e hirientes, espera tras el umbral que otra alma rota llore y de sus lágrimas un nuevo sus

Las lágrimas de San Lorenzo.

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... —Está volviendo a suceder. Te lo dije, Eze. Esperanza jugueteaba con un tapón de vino. Lo olía y lo hacía volar impulsándolo con el pulgar. En el cuello, colgando, llevaba los cascos de música. Ezequiel bebía sin prisa una copa, ambos tumbados en un sofá que yacía sin patas en el porche. —¿No te ha vuelto a hablar? —le dijo, al tiempo que con el dedo le tocaba en la cabeza. —No, desde que hemos llegado, pero ya sabes como va esto. No me hace caso, es él el que manda. Y aunque me irrite mucho, siempre tiene razón. El muy cabrón lo sabe todo, pero hasta que le hago caso no me deja descansar. —¡Esa boca, niña! —dijo alargando la a. Los dos rieron. Ezequiel bebió todo el contenido de la copa y se sirvió otra. Esperanza le miraba con envidia. Llevaba muchos años limpia, pero seguía deseando mojar sus labios en ese maravilloso líquido, en ese, o en cualquier otro que le hiciera olvidar. Volvió a oler el tapón. »¿Qué crees que pasa? —Ezequiel vio el deseo en la mirada de Esper

Un nuevo Dios.

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¿Y si mañana no llega? ¿Y si el futuro está cerca? ¿Y si el hoy ya se fue? ¿Y si no hay futuro? Caminamos por la vida enredados, y al final somos lo que dejamos. Somos recuerdos y triunfa el que nunca es olvidado. El río asomaba golpeando con fuerza contra la esquina del puente. La lluvia no había cesado durante semanas y el agua bajaba imparable. Se sentaba en el pretil, con las piernas por fuera. El río parecía querer escapar y agarrarle. La luz de las pequeñas lámparas de las fachadas del pueblo se reflejaba en los pequeños remolinos que se formaban en el torbellino del pequeño salto de agua. Un ágil vencejo sobrevolaba rozando las pequeñas olas que se formaban, amenazando con tragarlo. No había nadie cerca. —«Sería fácil saltar y nadie se enteraría»— pensó. Desaparecería para siempre. Pasaría a formar parte del río hasta que encallara en algún saliente y la tierra lo tragara y así sería el nutriente que alimentara las plantas, o llegaría hasta la mar, para ser engullido