Entradas

Mostrando entradas de enero, 2023

Reencuentro.

Imagen
... Durante el trayecto Gari no dejaba de darle vueltas sobre qué iba a contarle, de por qué se había ido sin ninguna explicación, aunque desde que se fue, él tampoco se había preocupado demasiado por averiguarlo. Ni siquiera una llamada, pero qué iba a reprocharle si había sido ella la que se había marchado. El personal de limpieza deambulaba entre las habitaciones y cuando llegó, su puerta estaba abierta. Se quedó observando al que había sido su pareja durante tanto tiempo. Parecía dormir. No había nadie con él, aunque era pronto, pero Gari dudaba que algún familiar acudiera a cuidarle. Estaban todos lejos. Su hermano Alfonso, con el que más relación tenía, vivía en las islas Canarias, le resultaría complicado acudir, aunque conociendo a Antonio, Gari estaba segura de que ni siquiera lo sabría. Tendría que ser ella la que le llamara para contarle lo que le sucedía. Su cabeza se giró y miró hacia la puerta, como si hubiera adivinado que le observaban. Ambos se miraron. Gar

Saldar cuentas.

Imagen
... La tormenta ya había pasado, ahora era la calma que la precedía lo que la inquietaba. El agua corría por toda la vereda, dispersándose por finos afluentes que discurrían para desembocar en un arroyo que perecía en el caudaloso río. Las nubes se dispersaban para ir dejando poco a poco paso a un claro día, y aunque la tarde se echaba encima el sol aún calentaba y un arcoíris con cinco tenues colores apareció ante ella. No era lo que esperaba, siempre te dicen que los días tristes y melancólicos deben ser grises y lluviosos, así había sido hasta ese momento. Se deshizo del chubasquero y salió para que el sol la calentara; alzó la vista mientras un tímido rayo solar incidía sobre ella. Aspiró profundo, como queriendo que aquel día quedara marcado en su mente; el aroma de lo rosales recién plantados le llegaron, al igual que ese inconfundible olor a barro durante una tormenta y a hierba recién cortada. Volvió a cerrar los ojos para recibir el tacto del trigo que crecía alto;

El contrato.

Imagen
Bajo el manto de la noche, en el último pétalo de un verso de mil colores, acurrucados al cobijo del árbol, bajo la fina lluvia de un esperado abril. Ahí yacen, inmersos en esa ciudad de corazones, muriendo de soledad en sus calles, lejos, muy lejos, separados por multitud de brazos deseosos de abrazos. Cuentan que en noches de novilunio, dos figuras errantes, buscan entre las sombras los besos y lamentos de los amantes. Pues ellos se alimentan de amores y desamores de los que yacen muertos en la calle o perdidos entre miles de sombras andantes. Las ánimas de los dos amantes se alejan sin poder mirarse, pues la maldición les obligó a no tocarse. Tan solo sueñan que si se apoderan de los cuerpos de esos a los que el amor acepta, podrán acariciarse antes de que el sol los alcance. Liberan besos que vuelan libres entre los jóvenes amantes. Llueven sentimientos que tras el invierno florecerán en vividos momentos y para cubrir el frío de su piel buscan el calor que desprenden al

Un día gris.

Imagen
... Los fantasma de la mansión llamaban a Esperanza. En el salón, el mueblebar la reclamaba, ese mueble que albergaba botellas que ella había vaciado, en esos tiempos en el que el reloj no era de arena, sino de alcohol. Había olvidado momentos y recordaba otros que quisiera haberlos dejado en ese cajón donde guardamos lo que no nos gusta rememorar. —«Por qué le costaba tanto dejar atrás aquello, por qué había regresado. Ya lo decía Joaquín Sabina: “que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”. ¿Había sido feliz?» —se preguntaba. Volvió a echar la vista atrás y se dio cuenta que hubo momentos que sí, pero habían sido escasos. Se sentó en ese porche que guardaban eso mejores momentos y vino a su mente la imagen de la casa de la playa. Ya no quedaba esa casa de la playa. Tenía miedo de volver a esa playa, aunque al mismo tiempo fue ahí donde vio por última vez a su madre, quizá si se acercaba volvería a estar con ella, con sus recuerdos, pero también estaba