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Mostrando entradas de enero, 2018

el tatuaje

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 Se paró un momento a admirar a la chica de sala de tatuajes como cada mañana, antes de dirigirse al trabajo, apagaba la luz de su habitación para no ser visto tras los cristales. Ahí estaba ella, su cuerpo era como un lienzo, no quedaba un solo rincón en su cuerpo donde tatuar, al menos visible. A Luís no le gustaban los tatuajes, pero ésa chica era espectacular, no solo era guapa y con un físico que hipnotizaba, sino que los tatuajes eran como parte de su anatomía, uno no podía imaginársela sin ellos. La tatuadora encendió un cigarro, como cada mañana, y en cada calada la tenue luz del cigarro junto con la fría lámpara de su cuarto le transportaba a un mundo fantasmagórico, los dibujos de su cuerpo parecían revivir y le trasladaba a paraísos donde se imaginaba junto a ella. Soltó una gran bocanada de humo y el cristal se humedeció debido al frío del exterior; Luís recibió un mensaje en el móvil, lo miró, era de su jefe; hoy tenía una reunión importante y ya le estaba esperando,

El caballero sin alma

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«No te  olvides de amar, no te olvides de vivir, siente la vida en cada poro de tu piel, si no vuelvo, vuela y vive, mujer. Empápate de vida». Fueron sus últimas palabras antes de partir. Tras la luna roja, un manto negro se cernió sobre la casa, los días eran tristes y las noches eternas. Varias semanas después de que él partiera, su caballo volvió y con él toda esperanza se desvaneció. Algunos soldados malheridos fueron llegando, contaban que su señor les había traicionado. Y que muerto en el campo de batalla lo habían dejado. Vive, me dijo, cómo vivir si tu amor vive en tu corazón. El camino era complicado y el caballo ya no podía caminar y lo dejó suelto. Subió la montaña, el enemigo se había escondido en algún lugar cerca de aquí. Según subía el frío se iba intensificando y la nieve aparecía, al principio en pequeños copos y más tarde la nieve se iba acumulando y costaba andar. Un reno le miraba y le advertía que su presencia era ya sabida. Que si no se andaba

La promesa de Esgàire

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Sentado frente al mar con la piel como única armadura, el agua azotaba su estrecho pecho, no parecía importarle y a pesar de tener un cuerpo poco agraciado soportaba bien la tempestad. El viento le golpeaba y eso le agradaba. Cuantas batallas perdidas, cuantas ganadas, pero a pesar de todo y de todos él seguía en pie. Hombres fornidos cayeron ante sus pies. "No llegarás vivo al próximo invierno" Le prometieron, y dos inviernos llevaba sobre su montura. Esgàire Anndrasdan era un hombre delgado y pequeño, pero fuerte y ágil, en su vida no había hecho esfuerzo alguno que no fuera con el arado y la guadaña, siendo niño sus padres murieron, su padre en la batalla y su madre violada y asesinada. Lo acogieron unos granjeros Íberos que le enseñaron a trabajar. Hasta que estos también fueron asesinados, ya nada tenía, campos y animales perdió. Así que cuando le propusieron morir en la batalla no se lo pensó. Miró hacia atrás y vio a todos los soldados muertos y los que no, p