La promesa de Esgàire
Sentado frente al mar con la piel como única armadura, el agua azotaba su estrecho pecho, no parecía importarle y a pesar de tener un cuerpo poco agraciado soportaba bien la tempestad. El viento le golpeaba y eso le agradaba. Cuantas batallas perdidas, cuantas ganadas, pero a pesar de todo y de todos él seguía en pie.
Hombres fornidos cayeron ante sus pies. "No llegarás vivo al próximo invierno" Le prometieron, y dos inviernos llevaba sobre su montura. Esgàire Anndrasdan era un hombre delgado y pequeño, pero fuerte y ágil, en su vida no había hecho esfuerzo alguno que no fuera con el arado y la guadaña, siendo niño sus padres murieron, su padre en la batalla y su madre violada y asesinada. Lo acogieron unos granjeros Íberos que le enseñaron a trabajar. Hasta que estos también fueron asesinados, ya nada tenía, campos y animales perdió. Así que cuando le propusieron morir en la batalla no se lo pensó.
Miró hacia atrás y vio a todos los soldados muertos y los que no, pronto lo estarían, y él, ni un rasguño que pudiera infectarse, tan solo un hombre seguía en pie en el bando contrario. Nuca había visto tal vestía, grande como dos hombres, lucía en su caballo las cabezas de sus capturas, como trofeo para su diosa Tuatha De Danann.
Le estaba esperando y a Esgàire ya todo le traía sin cuidado.
Fearchar Seaghach miraba a este y no podía comprender como un hombre tan escuálido podía seguir en pie.
- Dime ¿Donde te escondiste durante la contienda? Te aplastaré como a un gusano cobarde. - Bajó de su caballo y fue pisando cadáveres a su paso y a los que encontraba vivos los remataba con su lanza.
- Yo no me escondo Fearchar. Conozco tu bravura y tu reputación, pero no me esconderé. Si he de morir, quiero hacerlo combatiendo. Te advierto, no te lo pondré fácil.
Al acercarse pudo comprobar que no era tan alto como aparentaba, lo era mucho más. La cabeza de Esgàire no llegaba hasta el pecho y cada uno de sus brazos era el doble de ancho que los dos brazos juntos de él. No tenía ninguna posibilidad de salir vivo de la pelea, pero esa no era el mayor de sus problemas, morir no le asustaba.
Esgàire corrió como un poseso, giró mientras se agachaba y lanzó un golpe con la espada, pero Fearchar además de fuerte era rápido y consiguió esquivarlo, la contienda fue dura y larga y aunque Fearchar era fuerte, Esgàire era ágil, su plan consistía en cansarlo. Fearchar golpeaba con fuerza y Esgàire su único propósito era esquivarlo e intentar alcanzarle, pero los brazos de su enemigo eran largos y fuertes y en uno de los golpes lo derribó al suelo.
- Piénsalo bien, solo tienes una última oportunidad para hacer las cosas bien antes de morir -Su reputación era bien merecida, Fearchar no tenía piedad y cuando se marcaba un objetivo no lo dejaba escapar jamás y todo aquel que era perseguido por él, sabía que tarde o temprano tendría que sufrir el castigo, aunque por otra parte siempre cumplía con sus promesas y si alguien pedía un deseo, sabía que éste lo cumpliría.- Pide un deseo soldado y disponte a morir. - Alzó su espada amenazante.
Esgàire no se inmutó, ni se molestó en desenvainar su arma, miró desafiante a su enemigo y le pidió un último deseo.
- Tan solo quiero ver morir a quien acabó con la vida de mi familia y luego moriré en paz.
- ¿Y que propones?
- Ayúdame a acercarme hasta mi enemigo y luego prometo entregarme a ti. - Fearchar bajó su espada y le tendió la mano para que se levantara.
- Espero que no me engañes soldado, sino dejaré que mueras con deshonor, sin tu espada y que los cuervos te devoren los ojos.
Mientras se levantaba Esgàire agarró su espada y se la clavó cerca del corazón, lo suficiente cerca para que no muriera en el acto y tan cerca como para que fuera mortal.
- Me diste tu palabra ¿Por qué lo has hecho? - Dijo moribundo.
- Exacto, y eso es lo que estoy haciendo, tú mataste a mi familia y prometí vengarles y es lo que he hecho y ahora me entrego a ti, la verdad es que ya no tengo nada por lo que luchar, ni un motivo para vivir.
Dicho esto le entregó la espada y se dejó matar.
Cuando ya no queda nada que perder, la auténtica valentía y el ingenio de su mano toman la iniciativa y la palabra. Estremecedor y realista relato de un pasado nada prosaico en el que la vida era la pesadilla de la que uno no podía despertar. Me encanta!
ResponderEliminarGracias. Una vida que idealizados, pero para nada es el mejor tiempo pasado. Un saludo.
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