el tatuaje
Se paró un momento a admirar a la chica de sala de tatuajes como cada mañana, antes de dirigirse al trabajo, apagaba la luz de su habitación para no ser visto tras los cristales. Ahí estaba ella, su cuerpo era como un lienzo, no quedaba un solo rincón en su cuerpo donde tatuar, al menos visible. A Luís no le gustaban los tatuajes, pero ésa chica era espectacular, no solo era guapa y con un físico que hipnotizaba, sino que los tatuajes eran como parte de su anatomía, uno no podía imaginársela sin ellos. La tatuadora encendió un cigarro, como cada mañana, y en cada calada la tenue luz del cigarro junto con la fría lámpara de su cuarto le transportaba a un mundo fantasmagórico, los dibujos de su cuerpo parecían revivir y le trasladaba a paraísos donde se imaginaba junto a ella. Soltó una gran bocanada de humo y el cristal se humedeció debido al frío del exterior; Luís recibió un mensaje en el móvil, lo miró, era de su jefe; hoy tenía una reunión importante y ya le estaba esperando, cuando volvió la vista a la muchacha se encontró con la sorpresa de que ésta le observaba; el teléfono le había traicionado. Le pilló tan de sorpresa que su reacción fue infantil y se escondió; cuando volvió a mirar ella ya había desaparecido. Pegó su cara al cristal para poder visualizar mejor y vio la luz de un cigarro, ésa mujer le vigilaba ahora. No estaba seguro, pero hubiera jurado que le había sonreído, pero no una sonrisa cómplice, era una sonrisa que daba miedo.
Al día siguiente la misma operación, a la misma hora se encendía una lamparita y aparecía el espectacular cuerpo de la mujer que prendía fuego a un cigarro, pero esta vez lo hacía mirando a Luís, sabiéndose vigilada. En esta ocasión llevaba una falda que dejaba poco espacio para la imaginación, quizá porque sabía que él estaría ahí, y comenzó a tatuarse un corazón en la ingle derecha. Un corazón rojo y brillante. Luís no podía dejar de mirar, era hipnótico, ella dio otra bocanada a su cigarro y le estudió, su propio corazón parecía salírsele del pecho y hubo de hacer un esfuerzo para retirarse de la ventana.
Esa noche apenas durmió y cada vez que cerraba los ojos la veía a ella, en uno de sus ligeras cabezadas soñó que la mujer le llamaba y le señalaba su pierna, un corazón palpitaba en ella. Cuando despertó lo primero que hizo fue ir a la ventana y se encontró de bruces con su mirada, la mujer se sentó y le señaló la pierna, un corazón rojo y palpitante tras una ventana. Le sonrió y le guiñó un ojo, apagó el cigarro y la figura desapareció.
Su obsesión iba en aumento y tan solo pensaba en ella. Intentó no volverla a espiar y tras dos largos días con sus más largas noches de sueños eróticos con la mujer tatuadora, no pudo más y al tercer día volvió a espiar a su vecina y ahí estaba esperándole. Ahora el corazón tatuado parecía tener movimiento y algo había escrito debajo. No pudo más y decidió visitarla.
Antes de llegar a su puerta esta se abrió, ella le esperaba, estaba oscuro y se guiaba por las luces de las farolas de la calle, que daban a la casa un aspecto un tanto lúgubre. Al fondo del pasillo una bombilla fluorescente le daba la bienvenida al encenderse y apagarse intermitentemente. Le esperaba. Su aspecto era de una mujer dura, pero sensual. No hablaron y se dijeron todo con la mirada. Ella le señaló el tatuaje en la pierna. Se acercó y pudo ver que lo que había escrito era su nombre. El resto de tatuajes tambien llevaban nombres, tanto de hombres como mujeres y daba la impresión que tenían movimiento, todos menos el suyo.
- ¿Pero cómo puede saber mi nombre? - Pensó. Tampoco le importaba. Tocó el corazón tatuado y se dejó llevar por la pasión, se besaron y algo ocurrió. El corazón tatuado comenzó a palpitar de verdad y el de Luís dejó de funcionar y se redujo a tan solo un recuerdo dibujado en una pierna.
( tres meses después ) :
- como le decía señor. El anterior inquilino despareció y me dejó a pagar dos meses. La casa es acogedora. Le gustará.
Jorge miró por la ventana de la habitación y vio a una sensual mujer.
- Sí, me gusta, creo que no me lo voy a pensar más. Me la quedo.
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