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Mostrando entradas de diciembre, 2020

Keltoi – La promesa de Esgàire.

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Fragmento del capítulo 8° de mi nuevo proyecto.  ... En la lejanía, un grupo de soldados Celtas, comandados por un monstruo llamado: Fearchar Seaghach, destruían un poblado Keltoi. Lo arrasaba.  Un trueno llamó la atención de Fearchar. Su caballo se levantó sobre sus cuartos traseros y relinchó. Fearchar intentó tranquilizarlo. Fijó su vista hacia el desfiladero y un relámpago iluminó lo que parecía una legión romana con sus «cohors» en cabeza. Fearchar sonrió. Tenían trabajo. Si algo le gustaba era cortar las cabezas de esos soldados traidores a sus padres. Jóvenes que se enrolaban como tropas auxiliares en la legión romana, dispuestos a morir por alguien que ha matado a su familia.  A Fearchar no le gustaba la gente. Odiaba a todo el mundo, pero odiaba más a los débiles de cuerpo y alma. Escupió en el suelo y levantó su mandoble. Un rayo cayó cerca de él, derribando un viejo roble y, una minúscula chispa brotó hacia su mandoble, lo que hizo que sus soldados al verle pensa

Re cordis.

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Un retazo del capítulo 7 de mi libro: «Re cordis». ...—Eso es, Ander —su voz se iba apagando y él iba despareciendo —Veo que vas recordando. ¿Te acuerdas que quisimos hacer lo mismo? Y descubrimos que era imposible, porque el agua cae con mucha fuerza y está muy fría, pero si que pudimos pasar al otro lado de la cascada y ver el mundo a través de una cortina de agua. Ahora debes seguir recordando. Ya casi está, viejo amigo. Su figura se fue apagando hasta desaparecer. Ya me quedé solo, solo con el silencio, escuchando los secretos que la noche me contaba entre susurros, sólo conseguía escuchar imperceptibles palabras, que como un cántico se deslizaban  y me entonaban enigmáticas plegarias. Atrevida inocencia mía de pedirte lo que por derecho pertenece a la noche y a sus obscuros misterios. —«¡Silencio!» —Volvía a gritarme la oscuridad, que interrogantes escondes tras tus muros, gritan mi nombre y las almas se estremecen al oírlo, me esperan tras sus murallas, impacientes, s

monstruos.

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Si nos preguntan: ¿Dónde se esconden los monstruos? Muchos responderán, quizá influenciados por la literatura o por los filmes de terror, que están en las mansiones apartadas en medio del bosque, o quizá en los cementerios o en lugares donde ha ocurrido un asesinato violento; o como apuntó Francisco Goya: «El sueño de la razón produce monstruos».  Pero si nos fijamos bien están con nosotros, viven con nosotros desde siempre, a nuestro alrededor. Se disfrazan de seres normales, visten como nosotros, actúan como nosotros e incluso tienen vidas similares a la nuestra. Quizá, quién sabe, nuestro vecino sea uno de ellos, la mujer a la que cedes el asiento en el autobús o puede que el niño que ves llorando porque sus padres han castigado, o tu pareja, ¿Quién sabe? Si te fijas bien, tras dar la vuelta a la esquina de tu calle, y tras esconderse en las sombras, sale a la luz su verdadera identidad. Esos monstruos no son como los de los cuentos que nos contaban de pequeños, son esos

ya no es otoño, ya llegó nuestra Abril.

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Ya no es otoño Ya en nuestra vida la primavera apareció Abril a nuestra vida llegó  Para despertarnos E instalarse en el corazón Suenan las campanas Que el mundo sepa que hay una nueva estación Es "Abril", que en este mundo de lágrimas apareció Para alegrarnos, para decirnos Que la vida sigue Que aún tenemos solución Ya llegó nuestra Abril Lloviendo sobre nuestras almas Y gritando: ¡QUÉ EL MUNDO SE ENTERE, LLEGUÉ PARA QUEDARME! Esa es mi primera misión Luego vendrán otras Pero eso será en otra estación Bajo el manto de la noche En el último pétalo de un verso de mil colores Acurrucada al cobijo del Árbol Bajo la fina lluvia de nuestra esperada Abril Lejos, muy lejos, separados por multitud de brazos deseosos de abrazos Viene con el viento Desnuda nuestras almas Viene con el viento  Atravesando el tiempo, recortando estaciones, moviendo cielos para llegar al verano sin pasar por el invierno Viene con el viento Dibujando la linea que separa el cielo Viene con el vi