Un horizonte desconocido.




Me encamino hacia horizontes desconocidos. 
El destino me llama. 
Nada dejo de donde he venido, pero tampoco quiero olvidar, pues es mi pasado el que a mi cuerpo y mi mente han forjado y el futuro que llega también huellas en mi dejarán. 
Dirijo por última vez la vista hacia el pasado, con una sonrisa y nada veo que a él me ate.
Salto al vacío. 
Repto hacia el abismo, donde dragones y damas en apuros me esperan. 
Torres más altas que la más alta de las montañas he de trepar. 
Simas más profundas que el más profundos de los mares. 
Piratas que derrotar y princesas a las que salvar.
Mil aventuras me esperan. 
Mil batallas que librar. 
He de acabar con mil enemigos y a mil mujeres he de salvar.
Ya vislumbro el fin de la tierra, donde dragones y seres imposibles con sus garras me aferran.
Veo lugares donde la luz de ningún sol llega, donde las galaxias mueren, donde los agujeros negros me tragan, pero la imaginación nunca muere.
Seres venidos del inframundo, desde lejanos mundos.
Íncubos y súcubos, ángeles, dioses y demonios.
Androides, robots, humanoides y hadas, piratas y casa encantadas.
Reyes y sus amantes, caballeros, príncipes azules que se convierten en ranas y ogros triunfantes.
Si quieres vivir mil vidas sólo has de soñar. 
Pero no te debes a ellos aferrar, pues si sólo vives soñando, de vivir te puedes olvidar. 
Por eso sueña que vives en un sueño, vive soñando que no lo es y vive, que los sueños se acaban y los sueños se escapan igual que la vida.
Ya lo dijo el maestro Calderon: «Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son».

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