El viejo y el libro
Tan sólo quedaba él, el bullicio del silencio en una biblioteca puede ser ensordecedor y cuando todo el mundo se marcha quedan ellos, los libros y sus ecos, y, él. Cada día recorría el laberíntico enjambre de libros buscando algo que le llamase la atención, no sabía qué. Algo en el lomo de un libro que resalte entre todos los demás, y esta noche había sido especial, esta noche fue un flechazo. Allí, en lo más alto de la estantería más lejana un libro le llamaba. Se deslizó hasta él. Se encontraba inclinado sobre el lado derecho. Tocó las tapas. Su tacto era áspero, como los libros de antes. Tapas duras y letras en relieve. Limpió el polvo soplando sobre él y lo abrió al azar. Su olor le impregno y le hizo soñar, ese olor a libro, era intenso. Leyó unas lineas: Te encontré entre estas montañas, en una sonrisa te vi, en un abrazo nos conocimos, en un café recién hecho amanecimos. estás en mis sueños, en mi lecho te encuentro, en una ducha fría, en este nuevo día, en el vie