Llobushome.
Una loba vigilaba desde la sombra de un árbol. Su pelo negro y sus rojos ojos infundían temor a quien los mirara. Corrió campo a través, ahora que hombres y mujeres no miraban. Como buena predadora conocía su entorno, lo había estudiado. No muy lejos de allí un viejo roble crecía de forma imposible, retorciéndose y estirándose por encima del rabioso río, en el lado contrario una roca presidía la orilla, como un altar para sacrificios. Una loba cualquiera no hubiera arriesgado su vida saltando, pero esta no era una loba cualquiera. Su tamaño doblaba el de cualquiera de su especie, igual que su inteligencia. Corrió por el retorcido tronco y sin pensar saltó hasta el otro lado, cayendo como una acróbata, sin apenas esfuerzo y sin apenas mover los pies tras el salto, sobre la roca. Ahora sería fácil seguir el rastro de su presa. Sloane gruñó al bosque. Su instinto y su olfato le advertían de la presencia de un extraño ser. Su amo no estaba, quizá lo necesitara. Se giró y corri