La biblioteca.
La mujer se acercó a la estantería, con paso lento y arrítmico. Los años no perdonaban y aunque debería haber abandonado ya ese lugar no podía ver como la biblioteca que había regentado durante toda su vida, se abandonaba o se echaba abajo para convertirlo en un supermercado o una hamburguesería, por eso aguantaba, y lo haría hasta que sus huesos se quebraran o su corazón dejara de funcionar. En repetidas ocasiones, unos obesos y sudorosos hombres con trajes que costaban más de lo que ella ganaba en un año, le habían ofrecido una buena suma de dinero para que la vendiera, pero no había cedido, en ocasiones se arrepentía, pues los ancianos del lugra lo eran demasiado como para acudir al lugar para leer, y los jóvenes leían poco y los que lo hacían, lo hacían en sus aparatos electŕonicos. Dejó en la estantería, ordenada alfabéticamente, el último libro que había prestado: La Casa de los Siete Tejados . Una apasionante historia de ambiente gótico escrita en 1851, que tanto le