Juego de amantes
La tarde estaba triste como yo, llovía, tenia el paraguas que él me había regalado cuando nos conocimos, pero no lo abrí, no me importaba mojarme. Mis lágrimas se mezclaban con la lluvia y en lo único que pensaba era en ir donde estaba él y esa rubia de ojos claros y borrarles la sonrisa de la boca. Les odiaba por hacerme esto, pero no podía hacerlo, hoy no, me faltaban fuerzas para ello y mi único deseo en ese momento era morirme. Agarré el paraguas con rabia y lo lancé al suelo. - ¿Paloma, eres tu? Dios mio, cuanto tiempo ha pasado. Desde el instituto. Estas guapísima, pero... Ya veo, estas llorando. - Raquel. Lo siento. Me has pillado en mal momento. - Por que no vamos a tomar un café y hablamos. - Vale, pero en esa cafetería no, hacen un café pésimo. - De acuerdo, llevamé tu. Raquel era la chica más popular del instituto, una morena con unas piernas interminables que traía de calle a todos los chicos del insti y una gran amiga, que a pesar de ser la más popular ja