Juego de amantes



La tarde estaba triste como yo, llovía, tenia el paraguas que él me había regalado cuando nos conocimos, pero no lo abrí, no me importaba mojarme. Mis lágrimas se mezclaban con la lluvia y en lo único que pensaba era en ir donde estaba él y esa rubia de ojos claros y borrarles la sonrisa de la boca. Les odiaba por hacerme esto, pero no podía hacerlo, hoy no, me faltaban fuerzas para ello y mi único deseo en ese momento era morirme.
Agarré el paraguas con rabia y lo lancé al suelo.
- ¿Paloma, eres tu? Dios mio, cuanto tiempo ha pasado. Desde el instituto. Estas guapísima, pero... Ya veo, estas llorando.
- Raquel. Lo siento. Me has pillado en mal momento.
- Por que no vamos a tomar un café y hablamos.
- Vale, pero en esa cafetería no, hacen un café pésimo.
- De acuerdo, llevamé tu.
Raquel era la chica más popular del instituto, una morena con unas piernas interminables que traía de calle a todos los chicos del insti y una gran amiga, que a pesar de ser la más popular jamás se le subió a la cabeza y siempre con los pies en el suelo.
- Cuentamé Paloma. Quien te ve y quien te ha visto, la chica gordita se ha convertido en toda una belleza.
- Cuentamé que te ha pasado, por que lloras.
- Es una larga historia, pero en resumidas cuentas, mi amante estaba con otra en esa cafetería, en la que no he querido entrar.
-Ya veo, dices amante, esta casado, pues el se lo pierde, no va a encontrar a otra como tu.
- ¿ Tan tonta? Pues no, la verdad que no.- Comencé a llorar como una tonta. Le amaba, no se puede dejar de amar a nadie de un instante para otro, aunque te hagan daño.
- ¿Llevabas mucho tiempo con él? ¿Conoces a su mujer?
- Tres meses, lo suficiente para estar locamente enamorada. No la conozco pero no era ella. Su mujer es morena, eso si lo se y esa es rubia. Por que hablas en pasado.
- Mi amor. Si no le dejas es que estas más loca de lo que pensaba, además hay muchos hombres por ahí, al principio será duro, pero enseguida se te pasará, en cuanto conozcas a otro.
- No pienso enamorarme más.
- Eso decía yo y mira, después de tres novios formales aquí estoy, hace dos años que me casé con mi verdadero amor. Es un cielo, te gustaría, no mejor no que me lo quitas, que tu ahora estas muy buena. Jajaja.
- Jajaja, jajaja.- Reímos con fuerza.
- Ves, ya te has reído, ese es un buen final y un buen comienzo.
Durante más de un hora, y varios cafés, estuvimos charlando sobre nuestras aventuras en el instituto. La verdad es que durante ese tiempo me olvidé de Juan.
- Gracias Raquel, me llamas o me mandas un whatsapp cuando quieras y hablamos.
- Eso está hecho y te presento a mi marido. Sabes, tiene amigos solteros, quizás te presente alguno.
- Bueno, por ahora mejor que no. Ya estaremos.

Bloquee a Juan en el whatsapp y en el teléfono y un día se presentó en mi casa.
- Por que me has bloqueado.- Dijo casi suplicando.- No lo entiendo, de repente no quieres saber nada de mi ¿Que te ha pasado?
- Te he visto. Dime Juan, quien era esa rubia de ojos claros con la que te vi en la cafetería.
- ¡EH! No me jodas, esa es Eva, una compañera de trabajo, te he hablado de ella muchas veces. Es lesbiana ya lo sabes.
- Pues para ser lesbiana, te echaba muchas sonrisitas y te agarraba de la mano muy dulcemente.
- Ella es así amor, creeme.
Le creí y le di otra oportunidad, al principio estuvimos un tanto distanciados, más por mi que por él, no me fiaba mucho, pero enseguida volvimos a estar tan felices como siempre y me parecía imposible que amase a nadie más, pero la vida me deparaba alguna sorpresa más.
Raquel me llamó varias veces y me mandaba whatsapp a menudo, quedábamos en la cafetería de nuestra primera cita y charlávamos durante horas, fuimos juntas al cine, de copas e incluso tonteamos con muchos hombres, pero tan solo para jugar, lo pasaba en grande con ella y un día ocurrió. Estábamos riendo y tonteando con unos chicos y fuimos al baño de la discoteca, entramos juntas al water y entre risas, me besó. La verdad es que me gustó y no me resistí. Acabamos la noche en mi cama.
Tardé una semana en volver a hablar con Raquel, no quería saber nada de ella, me daba miedo reconocer lo que habíamos hecho y que sentía algo por ella. Me llamó una y otra vez hasta que me atreví a quedar con ella y nuestro encuentro fue mucho más apasionado que el anterior. Por otra parte mi relación con Juan, contrario a lo que pensaba en un principio, no iba mal. Le amaba, y lo extraño era que tambien empezaba a enamorarme de Raquel. Cada uno de ellos tenia lo que le faltaba al otro. Me negaba a dejar a ninguno.
Ya no podía vivir sin ninguno de los dos, Raquel me excitaba y me hacía sentir mi cuerpo como jamás ningún hombre lo había hecho antes y Juan era tan atento conmigo y era tanto el amor que sentía por mi. No podía dejar a ninguno.
Durante varios meses mi vida fue perfecta, el amor y atenciones de Juan y el sexo y la diversión con Raquel, pero Raquel era insaciable y se atrevió a ir más allá y en una noche de esas en la que tonteábamos con hombres me insinuó un trio con alguien que había conocido en ese momento, no me preguntes por que, pero accedí. Desde ese día las combinaciones pasionales fueron cambiando y lo hicimos de muchas maneras diferentes y con toda clase de gente y condición sexual, tan solo poníamos una condición, las dos deberíamos estar presentes. 

Era una mujer feliz a mi manera, pero al mismo tiempo me sentía culpable por lo que le estaba haciendo a Juan, así que un día decidí pasar un poco más de tiempo con él y quise darle una sorpresa. Me presenté por su trabajo con la propuesta de pasar un fin de semana juntos en alguna casa en el campo, pero la sorpresa me la llevé yo cuando le vi con la rubia lesbiana de ojos claros.
¿Mi primera reacción? Rabia, celos. Luego me di cuenta que yo era peor, pero no lo podía soportar, no podía ver que mi novio me la estuviera pegando con otra y me hubiera mentido. Quise ir hacia ellos y montársela ahí mismo, luego lo pensé mejor y esperé paciente. Le mandé un whatsapp diciéndole que iba de camino. Cinco minutos después me presenté. Seguía con ella, pero hacían como si hablaran del trabajo.
- Hola Paloma ¿Que sorpresa? Mira os presento. Esta es Eva de la que te he hablado y ella es Paloma una amiga.
- Hola Eva.- Mi rabia iba creciendo, me presentaba como una amiga. Nos dimos dos besos y Sonreí con la mejor que tengo.
- Encantada Paloma.
- Chicas que os parece si me esperais aquí mientras yo termino y tomamos un café.
- Mejor.- Me adelanté yo.- Nos vamos a la cafetería y te esperamos allí.
- Me parece una idea genial.- Dijo la rubia toda contenta.
Mientras Eva iba en busca de los cafés me fijé en ella y la verdad es que era han mujer preciosa y si hubiera estado Raquel seguro que ella se la hubiera insinuado. Hablamos, bueno habló ella no dejaba de hacerlo mientras yo observaba, no se si fueron mis celos, pero lo que hice ni yo misma me lo hubiera imaginado meses antes. Puse mi mano sobre la suya mientras la sonreía. Su primera reacción fue la de quitar la mano rápidamente y su cara reflejaba sorpresa.
- Lo siento.- Alcancé a decir, luego lo pensé mejor y le dije.- No, no lo siento, me gustas, te he visto anteriormente y no sabía como decírtelo.
- Lo siento, no te conozco. Reconozco que eres muy guapa, pero así.
- Toma, mi teléfono. Te lo piensas y si quieres quedamos y nos vamos conociendo.
- No se, me lo pensaré.
- Tan solo una cosa, por favor, no le digas nada a Juan, el no sabe nada, eres a la primera que le digo que me gustan las mujeres, sabía de tu condición y me he atrevido.
- No te preocupes, yo no voy contando esas cosas a nadie, eres tu la que lo tiene que hacer. Te prometo que me pensaré lo que me has dicho, pero te diré un secreto, también me gustan los hombres y estoy saliendo con Juan.
Mi sonrisa se agrandó.
Cuando llegó Juan, me levanté, le di un beso en la mejilla y me despedí de ellos diciendo.
- Me alegro por ti Juan, es muy guapa. Por cierto, dale recuerdos a tu mujer.
Su cara era un poema. Miré a Eva y vi  algo que en principio no le di importancia, estaba sonriendo, pensé que ya sabría que estaba casado, lo que no entendía es que no se enfadara por habérselo dicho a él. Y ahora recordando ese momento me doy cuenta que su cara reflejaba alegría, pero no de felicidad , sino de malicia, de felicidad por el mal ajeno.
Después de eso pensé que ninguno me llamaría, pero para mi sorpresa la primera que me llamó fue Eva y Juan no tardó mucho en hacerlo.
Le dije que no quería saber de él, aunque no era cierto, me hacía la dura, quería a saber hasta donde estaba dispuesto a llegar.
Con Eva fue distinto, quedamos en una discreta cervecería de las afueras, Me confesó que ya sabía lo de su mujer, pero que yo le había abierto los ojos y había decidido romper, que ahora buscaba otro tipo de relaciones, le apetecía sexo, que si surgía algo pues que bien venido y ahora fue ella la que puso su mano encima, nos besamos y le conté lo mio con Raquel y lo de que teníamos un acuerdo.
- Me parece genial ese acuerdo, pero si no se entera. Ojos que no ven...
Hicimos el amor esa misma tarde y después de ese día nuestros encuentros eran cada vez más a menudo.
Juan me llamaba continuamente, pero ya no quería ni me apetecía estar con él. Y la verdad es que le deseaba, como deseaba a Raquel y sus amantes, y como deseaba a Eva, puro sexo.
Raquel por su parte me llamó para preguntarme haber que me pasaba, le mentí, le dije que quería descansar un poco y quedé con ella. En cuanto me vio enseguida supo que me pasaba algo y es que me estaba empezando a enamorar de Eva.
- ¿Te crees que soy tonta? ¿Acaso te crees que no me doy cuenta que es lo que está pasando? Se te ve en la cara. Pues vete con tu amiguito.
- No, a Juan no le he vuelto a ver, ya no quiero saber nada de él.
- Entonces que te pasa.
- He conocido a la rubia amiga de Juan.- La verdad es que no se porque lo hice, no se si fue por miedo a perderla.- ¿Quieres conocerla?  Te gustará.
Preparamos el encuentro. Y la verdad es que enseguida congeniaron y las tres nos hicimos grandes amigas y amantes. Hasta que un día Juan me fue a buscar a casa. Mantuvimos una larga conversación y no se si fue por pena o que, pero acabamos acostándonos.
Al llegar el lunes a su trabajo fue lo primero que le dijo a Eva, ignoro si por despecho, pero ahí comenzó el final de mi relación con las dos.
Llamé a Juan y quedamos, le pedí explicaciones de porque lo había contado. Le dije que habíamos acabado para siempre, me suplico que no le dejara, que estaba solo, que hasta su mujer le había abandonado.
- Te lo mereces.- Le dije.
Al día siguiente fue cuando me enteré de la tragedia. Juan había tenido un accidente de coche y se había matado.
Acudí al entierro, pero como lejana espectadora. Llovía y desde una distancia prudencial observaba la imagen. La viuda estaba allí y no me atrevía a acercarme, los paraguas me impedía ver quien era, la gente se fue marchando y yo me acerqué a su tumba. Quería ver de cerca a su viuda. Iba agarrada a otra mujer. Me acerqué más, cuando se dieron la vuelta y pude ver a su viuda y su amante que al verme me sonrieron.
- ¿Raquel? ¿Eva?


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