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Mostrando entradas de marzo, 2017

Amor maldito

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La primera vez que la escuché apenas la percibía. No estaba atendiendo. El paisaje era precioso, un mar sin fin parecía alzarse delante de mí, las olas rompían suavemente contra la playa, el anochecer en Anam Cara es espectacular, esos vivos colores en el cenit, unas pequeñas nubes se dejaban entrever, las gaviotas se dejaban llevar por la suave brisa del oeste, la misma brisa que trajo hasta mí esas deliciosas notas musicales. En un principio apenas lo escuché, a medida que prestaba atención, las notas parecían aumentar de intensidad y una agradable melodía nacida de algún instrumento de cuerda llegaba acariciando mis oídos, me dejé llevar por ella y parecía transportarme  al paraíso. Al cabo de un rato, que a mí me pereció minutos, me di cuenta que la noche se había echado encima. - Dios mío se me ha hecho muy tarde!- Corrí a prepararme para mi cita. Una mujer explosiva, era una cita casi a ciegas; una cita por un canal de internet para buscar pareja.  Fue un desastre, primero p

Karma

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Sobre el acantilado, siento la naturaleza en todo su esplendor. La vida sigue nos empeñemos o no. El mar con toda su fuerza y su belleza rompía contra las rocas y una nube de espuma inundaba todo a su alrededor. Las gaviotas con su chirriante sonido sobrevolaban los acantilados, la hierba crecía sin control y le llegaban hasta la cintura, una almohada de hierba se había creado alrededor de las rocas, el aroma de sal llegaba hasta él, además de olerlo, la saboreaba, respiró profundo y disfrutó del momento. Tenía que elegir, continuar como hasta ahora o dejarlo todo, uno no puede tener todo en esta vida, pero sí puede elegir que hacer con lo que tenemos y lo que tenía era, o la dejaba para siempre y rompía con todo, o comenzaba una nueva vida. Siempre hay elección, lo complicado es saber que elegir, debería pensar bien que hacer, no dejar nada al azar, mirar bien los pros y lo contras. Lo que sí tenía claro es que ya no había marcha atrás, ya no. La policía no lo dudó, la carta de

Demonios

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El invierno había llegado con mucha fuerza y sin previo aviso, y a José le pilló en medio de la carretera, el coche le derrapó y quedó empotrado contra un montículo de nieve. Le dolía mucho la cabeza debido al golpe contra la ventana. Sangraba, pero no podía pararse para quejarse. La policía de medio estado le perseguía. El atraco no había salido como esperaban y todos estaban muertos, todos menos él.  Para poder seguir con vida tuvo que matar a un par de policías, escapando de la ciudad atropelló a un peatón, el mal estaba hecho y ahora que la cosas parecían irle bien, había despistado por el momento a sus perseguidores, va y aparece la puta nieve de golpe. Dónde estaba, ni siquiera lo sabía, llevaba dos días sin dormir, corría a través de un bosque de pinos y eucaliptos, cada paso que daba, la nieve se iba acumulando más y más, ahora apenas podía avanzar y la nieve, muy blanda, le llegaba hasta las rodillas. No quería soltar la mochila con el botín del robo y la recortada.