Amor maldito

La primera vez que la escuché apenas la percibía. No estaba atendiendo. El paisaje era precioso, un mar sin fin parecía alzarse delante de mí, las olas rompían suavemente contra la playa, el anochecer en Anam Cara es espectacular, esos vivos colores en el cenit, unas pequeñas nubes se dejaban entrever, las gaviotas se dejaban llevar por la suave brisa del oeste, la misma brisa que trajo hasta mí esas deliciosas notas musicales. En un principio apenas lo escuché, a medida que prestaba atención, las notas parecían aumentar de intensidad y una agradable melodía nacida de algún instrumento de cuerda llegaba acariciando mis oídos, me dejé llevar por ella y parecía transportarme  al paraíso. Al cabo de un rato, que a mí me pereció minutos, me di cuenta que la noche se había echado encima.
- Dios mío se me ha hecho muy tarde!- Corrí a prepararme para mi cita. Una mujer explosiva, era una cita casi a ciegas; una cita por un canal de internet para buscar pareja.
 Fue un desastre, primero por mi culpa, llegué tarde, y eso le disgustó, segundo porque resultó ser una muñeca de plástico en todos los sentidos, y tercero porque no dejaba de pensar en esa música, me había hipnotizado y no prestaba atención a lo que me decía.
 Volví al apartamento, y antes que nada lo primero que hice fue salir a la terraza para ver si continuaba y lo único que oía era el "cri-cri" de los grillos, algún sapo en la lejanía, y las olas rompiendo en la orilla. No podía dormir y decidí dar una vuelta por la playa.
Me descalcé para pasear, me gusta sentir el agua en los pies y la brisa en la cara. La luna llena y su luz reflejada en el mar daba cierta claridad a la noche; a lo lejos me pareció percibir la silueta de un persona, me acerque y vi a una mujer, sentada sobre una roca, mirando hacia la oscuridad del mar, en su mano derecha sujetaba un instrumento de cuerda, recordaba una guitarra. La mujer estaba tan abstraída que no percibió mi presencia.
- Buenas noches.- Le saludé, no quería asustarla.- ¿Era usted la que tocaba esta tarde?
 La  mujer me miraba sin saber muy bien como había aparecido, frunció el ceño como diciendo que no entendía.
- La música, era muy bonita.
 La mujer sonrió y me dio las gracias
- ¿Podría tocar un poco?
 Comenzó a tocar y la música pareció transportarme a otro lugar.

“El hombre corría al encuentro de la mujer. Un hombre curtido por la mar y las muchas batallas emprendidas; en su mirada vida y muerte, tristeza por las vidas que quitó y felicidad por el encuentro con su amante. Después de diez años en la mar y de haber conquistado mil reinos, volvía a casa dónde su fiel esposa le aguardaba.
  - Cuéntame esposo mío, qué guerras has vivido.
- He vivido mil batallas con guerreros, soldados y hasta niños he matado.
   Me enfrenté a reyes, magos y hasta un dragón encantado.
   He surcado los siete mares y siete mundos he conquistado.
   Pero nada es comparable con tu amor y a ti he regresado.
   El amor que allí reinaba, era el más puro amor vivido... Pero como todo amor, también es envidiado... Y de entre las sombras del castillo un soldado... Que la fortuna le ha fallado... Maldice a su señor, pues por seguirle, su dama le ha dejado... Y refugiado por la noche a su señor una emboscada le ha preparado...
- A la muerte mil veces he burlado... Y me llega ahora a manos de mi mejor soldado...
   Yo te maldigo a ti y a todo tu legado... Que el amor encontrarás pero nunca será
   Consumado... Y la muerte hallarás tras haberlo encontrado".

 De pronto desperté, la mujer se había marchado, no entendía, seguramente se había quedado dormido, eso debió ser, pero ese sueño y esa mujer. . .los tenía en mi sueño.
 Esa mujer sólo la había visto una vez, pero le daba la sensación de conocerla de siempre. Jamás había visto tanta belleza y sensibilidad juntas.
 Esa misma noche la música le volvió a embriagar, parecía transportarle a otro país y a otro tiempo, le envolvía y le hipnotizaba, bajó a la playa, y la mujer le esperaba con su sonrisa, una sonrisa que enamoraba. No sé cuánto tiempo pasé mirándola y escuchando esa música celestial, me encontré que había amanecido y estaba abrazado a su cintura, la mujer me besó y caí en un profundo sueño.
 Cuando desperté mi único pensamiento era ella, no dejaba de tararear esa canción, una canción que hablaba  de amor. Esperé a que llegara la noche, pero la mujer no apareció. Volví al apartamento desesperado y pensando qué es lo que podría haber pasado. Pasé la tarde en la terraza y al anochecer bajé a la playa y esperé.
 Ahora una semana después de lo acontecido sigo esperando, no puedo vivir sin ella, estoy aturdido, desesperado, llevo días sin dormir.
 Me quedé dormido y la música de un instrumento me despertó, la mujer tocaba su instrumento en unas rocas aisladas por el agua, el agua azotaba con fuerza y pensé que necesitaría ayuda, me lancé al agua sin pensarlo, una ola me arrastró hacia dentro y otra me empujó con fuerza contra las rocas.
 No puedo moverme pero veo a la mujer abrazada a su señor. Ahora  comprendo. "La maldición".

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