Demonios


El invierno había llegado con mucha fuerza y sin previo aviso, y a José le pilló en medio de la carretera, el coche le derrapó y quedó empotrado contra un montículo de nieve. Le dolía mucho la cabeza debido al golpe contra la ventana. Sangraba, pero no podía pararse para quejarse.
La policía de medio estado le perseguía. El atraco no había salido como esperaban y todos estaban muertos, todos menos él.  Para poder seguir con vida tuvo que matar a un par de policías, escapando de la ciudad atropelló a un peatón, el mal estaba hecho y ahora que la cosas parecían irle bien, había despistado por el momento a sus perseguidores, va y aparece la puta nieve de golpe.
Dónde estaba, ni siquiera lo sabía, llevaba dos días sin dormir, corría a través de un bosque de pinos y eucaliptos, cada paso que daba, la nieve se iba acumulando más y más, ahora apenas podía avanzar y la nieve, muy blanda, le llegaba hasta las rodillas. No quería soltar la mochila con el botín del robo y la recortada.
Iba oscureciendo y quería llegar hasta algún lugar para refugiarse, antes de que cayera del todo la noche.
- Ja, un golpe de suerte al fin, un refugio   -Una cabaña en medio del bosque que parecía que en cualquier momento desaparecería con la nieve-
- Un refugio  un tanto extraño, muy bien cuidado está - Se adentró en la cabaña y vio que alguien la estaba usando, la chimenea estaba encendida, pero no veía a nadie, quizás había salido. Decidió esconderse y esperar a que llegara. Pocos minutos después se quedó dormido.
Se fue despertando y ya era totalmente de noche. Notó que alguien le estaba mirando, miró hacia la izquierda y le vio, un hombre vestido con pieles le observaba. José reaccionó rápido, se incorporó y le apuntó con el arma.
- No le pasará nada, sino hace nada extraño y me obedece, cuando todo pase me iré y usted seguirá con su vida -El hombre no dijo nada se limitó a mirarle-  ¿Me ha entendido? -El hombre seguía sin hablar- ¿Es usted mudo o que? -El hombre movió la cabeza negativamente-
- Márchese -Acertó a decir-
- ¿Que me valla? No hombre, si salgo ahí fuera moriré de frío y hambre, sino me mata algún lobo, oso o la policía. Así que tendrá que aguantarse con mi presencia y compartiremos esa comida que seguro guardará en algún lado ¿Me equivoco?
- No, no se equivoca, pero no me creo lo que me ha dicho y en cuanto no le haga falta me matará.
- Le va a dar igual, tendrá que hacer lo que yo le diga. Bien, me llamo José y no le miento, es mejor decir la verdad desde el principio ¿y usted?
- Shadim y debería hacerme caso y largarse de aquí.
- Que no hombre, en que pueblo me encuentro.
- Anam Cara.
- Bien Shadim, ahora dime donde escondes las provisiones.
- Tengo miedo, tengo miedo que una vez no te haga falta me mates.
- Tú decides, pasar el tiempo que te quede bien o sufriendo.
- Llevo toda una vida sufriendo, pero vivo.
José giró rápidamente el cuerpo y golpeó con la culata de la recortada en la cabeza de Shadim.
- Esto es solo el principio.
Shadim pareció no inmutarse, aunque un hilillo  de sangre corría desde su sien izquierda hasta su boca, la lamió sin quitar la vista de José.
- Un tipo duro eh.
José apuntó con su arma a Shadim y en el momento que se disponía a disparar sonó un "Toc, toc" en la puerta.


- ¿Espera a alguien? -Dijo José entre susurros.
- Es mi mujer con nuestros dos hijos.
Sonó de nuevo los dos golpes.
- ¡Shadim! ¿Por qué has cerrado la puerta? ¡Abre! Tus hijos necesitan calentarse.
- No digas nada -Apuntó mientras le hacía la señal con el dedo índice-
- ¡Shadim! Sé que estás ahí y sé que estás con alguien.
- ¡Äitar! Nos quiere matar.
- ¡CÁLLATE! -Le gritó mientras le volvía a golpear, esta vez con todas sus fuerzas, en la cabeza. Tan sólo ladeó la cabeza, pero no se quejó.
- José, ábreme la puta puerta. Juro que si lo haces te dejaré ir.
José quedó desconcertado, le había llamado por su nombre, eso solo podía querer decir una cosa, la policía estaba con ella.
- ¿Se cree que soy tonto? Dígale a la pasma que no saldré sin ofrecer resistencia, tengo un rehén y me importa una mierda pegarle un tiro a él y a todo el que se ponga por delante.
- No sé de que me habla, estoy aquí sola con mis hijos y están pasando frío.
- Voy a contar hasta cinco, sino se marcha comenzaré a disparar.
- ¡UNO!.. ¡DOS !..
- No haga eso, se arrepentirá.
- ¡TRES!..
- ¡AAAAHHHH! - Gritó Äitar. Fue un grito desgarrador. Y luego. Silencio, un silencio que daba miedo, un silencio que rompía la noche. Los animales nocturnos dejaron de emitir cualquier sonido, como si tuvieran miedo de despertar a alguien. José dejó de contar durante unos segundos.
- ¡CUATRO!.. ¡Y CINCO! Espero que no estén ahí detrás. -  Se asomó por la ventana sin abrirla, no lograba ver nada, la nieve se acumulaba en los cristales. Con una señal indicó a Shadim que se apartara y abrió la puerta de golpe apuntando con su arma. Nadie, no había nadie. Cerró la puerta rapidamente. 
José, no paraba de dar vueltas por la cabaña, pensando en cual sería el siguiente paso que haría la policía, tenía que ser más listo que ellos, si quería por lo menos salir vivo de ésta. De vez en cuando miraba a Shadim, pero continuaba sin moverse ni decir nada.
- Shadim -Dijo José -¿De dónde sois tú y tu mujer?
- De aquí mismo. Nacimos en el bosque y en el bosque acabaremos.
- Pero esos nombres, nunca los había oído, ¿de donde vienen?.
- Es una muy larga historia.
- No te preocupes, tenemos mucho tiempo y en algo tenemos que matarlo.
- No, no tenemos tiempo, mis hijos tienen frío y mi mujer esta desesperada y hará lo posible por entrar.
- ¡YO DECIDO SI HAY PRISA O NO! -Gritó José mientras le amenazaba con el arma- Y me importa una mierda tu familia, entérate. Ahora, cuenta.
- Äitar es un demonio del bosque y yo durante cientos de años he tratado de apaciguar su ira y lo he conseguido, hasta hoy.
- Para, para, para, para -Le hacía callar enseñándole la palma de la mano- No me cuentes cuentos de vieja, no, a estas alturas no me querrás hacer creer en cuentos de hadas.
- Yo no quiero nada, tú me has preguntado.
- ¡Pues entonces cállate! Siéntate ahí calladito, lo prefiero así -Señaló la silla que miraba hacia la puerta. Se sentó sin quitar la vista un solo momento del techo-
- ¿Que miras Shadim, que hay en el techo? ¿Está nuestra comida? ¿Es eso?     -Movió la mesa y se subió a ella, palpó y golpeó con la culata y nada, no percibió nada en él-
Al bajar de ella escuchó un pequeño ruido en el tejado, la nieve se desprendía de él, pero al rato se dio cuenta que algo andaba por encima.
- ¡Malditos seáis! -Gritó y disparó hacia el lado donde se producía el sonido. Un trozo del techo se vino abajo. Durante un rato se quedó escuchando, pero el silencio era absoluto-
Pasaron mucho tiempo en silencio y el cansancio hacia mella en él, decidió atar a Shadim, buscó una cuerda y le ató a la silla, no opuso resistencia. Luego se sentó en otra de las cuatro sillas, y se pegó a la pared para tener todo controlado. Entre el cansancio de no haber dormido y el calor de la chimenea, se fue relajando y cuando estaba apunto de quedarse dormido escuchó otro ruido. Unos ligeros " Toc, toc, toc, toc" por el tejado, como si pequeños animales caminaran sobre él. José se levantó y escuchó, los ruidos cesaron y al cabo de cinco minutos se volvió a sentar. Miró hacia Shadim y vio que este seguía mirándole desafiante.
- Así que según tú, esa será tu mujer la bruja. Jajaja.
- No es ninguna bruja y sí, es ella y nuestros hijos. Ríete todo lo que quieras, pero no te queda mucho tiempo José.
- ¡No me amenaces, nunca amenaces a alguien que tiene un arma en las manos!
Shadim cerró los ojos e inclinó la cabeza apoyándola en la mesa.
- Así está mejor, duerme.
A los diez minutos José se quedó traspuesto y despertó de golpe cuando vio a Shadim de pie junto a él mirándole.
- Que coño... Siéntate, no sé como lo has hecho, pero te aconsejo que te sientes.
- Podría haberte matado, es más, puedo matarte cuando quiera, pero eso me convertiría en algo que no quiero ser, pero te aconsejo que no me provoques. Mi mujer no se contendrá y servirás de cena para mis hijos.
- ¿Me amenazas? No te lo aconsejo, ahora vuelve a sentarte.
En ese momento por el hueco del disparo en el techo comenzó a colarse nieve, José miró en esa dirección y en un principio no pudo ver de que se trataba, según se fue acercando se fue dando cuenta que les estaban observando, un ojo, era un gran ojo rojo, jamás en su vida había visto un ojo así, retrocedió asustado y apuntó con el arma, pero el ojo desapareció, como si nunca hubiera existido.
- Eso... ¿Que coño era?. Espera un poco, me estoy obsesionando, seguramente será cualquier animal del bosque, eso es. Y la culpa es tuya Shadim por hacerme intentar creer en cuentos ¡SIÉNTATE! Y no te levantes.
De pronto se escucharon pasos por el tejado, tres tipos de pasos distintos y cada uno en una dirección diferente. Por segunda vez el miedo se reflejó en la cara de José. Se escuchó un "Plof" de alguien saltando a la nieve, en la cara norte de la casa y otro en la cara este. José esperaba otro, pero no llegaba, al cabo de un minuto, que a José le parecieron interminables, alguien comenzó a empujar la puerta.
- ¡JOSÉ! ¡ABRE LA PUERTA, MIS HIJOS TIENEN FRÍO! -Dijo una voz que para nada parecía la voz de una mujer. Comenzó a golpear con fuerza mientras la empujaba, en un momento daba la impresión que la iba a sacar de sus goznes y de pronto cesó todo movimiento. José en todo ese momento se olvidó por completo de su rehén, se alejó de la puerta sin darle la espalda y se dejó caer al suelo con la espalda pegada a la pared y la recortada pegada a su pecho-
"Rrrraaccc", "rrrraaccc", "rrrraaaccc" bajo el suelo algo o alguien rascaba la madera, de pronto sintió como ese algo se movía bajo la madera y corría hacia él, se levantó de golpe al mismo tiempo que golpeaba el suelo debajo de él, en el tejado continuaba el movimiento y la puerta comenzó a retumbar de nuevo. El ruido era ensordecedor.
- ¡¡¡CALLAOS!!! -Gritó desesperado-
Todo fue silencio, un silencio peor que el sonido, un silencio que ponía la piel de gallina, que si pudiera elegir en ese momento hubiera elegido el ruido. Sintió un escalofrío a su espalda. Sintió como si alguien soplara en su cuello y quisiera decirle algo al oído. Miró hacia atrás y sintió un fuerte golpe en la pared. "Buuummm". Saltó como un resorte. Agarró  a Shadim por el cuello y dijo en voz alta.
- ¡MALDITOS SEÁIS TODOS, LE PEGARÉ UN TIRO SINO ME DEJÁIS EN PAZ! -La cabeza de Shadim giró 180 grados y José le soltó de golpe, corrió hacia la puerta apretó el gatillo y disparó a Shadim y sin mirar si había acertado o no salió al exterior corriendo sin percatarse de que pisaba una trampa para osos. Sintió como su pierna se partía callendo al suelo. Gritó rompiendo el silencio de la noche. Miró dirección a la cabaña y vio como tres figuras entraban en ella.
- Ayudadme por dios -Suplicaba lloriqueando- No me dejéis así, tened compasión de mí.
Shadim salió de la casa con un hacha y se acercó a él. José agarró con fuerza la recortada, apretó el gatillo y... Nada, volvió a recargarla, disparó y... Nada. Lloriqueó y pidió compasión.
- Tendré compasión de ti. Sino lo hiciera sería peor para ti, ellos no la tendrán. -Levantó su hacha y  terminó con su vida-

- Buenos días -Saludó la policía a Shadim-
- Buenos días, ¿que desean?.
- Llevamos varios días persiguiendo a un peligroso delincuente ¿No le habrán visto por aquí? -Le decía mientras le enseñaba una fotografía -¿Podemos pasar?
- Claro.
Los policías observaron la pequeña cabaña y a la mujer con dos niños cerca de la chimenea calentándose mientras hacían la comida.
- Huele bien ¿Que es?
- ¿Quieren quedarse a comer? Hoy comemos "cerdo".
- Nos encantaría, pero tenemos que seguir trabajando. Tengan cuidado, si lo ven avísennos.
- Gracias, lo haremos.

- Papá ¿que haremos con todo ese dinero?
- Por fin un golpe de suerte hijo, por fin.

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