el tatuaje
Se paró un momento a admirar a la chica de sala de tatuajes como cada mañana, antes de dirigirse al trabajo, apagaba la luz de su habitación para no ser visto tras los cristales. Ahí estaba ella, su cuerpo era como un lienzo, no quedaba un solo rincón en su cuerpo donde tatuar, al menos visible. A Luís no le gustaban los tatuajes, pero ésa chica era espectacular, no solo era guapa y con un físico que hipnotizaba, sino que los tatuajes eran como parte de su anatomía, uno no podía imaginársela sin ellos. La tatuadora encendió un cigarro, como cada mañana, y en cada calada la tenue luz del cigarro junto con la fría lámpara de su cuarto le transportaba a un mundo fantasmagórico, los dibujos de su cuerpo parecían revivir y le trasladaba a paraísos donde se imaginaba junto a ella. Soltó una gran bocanada de humo y el cristal se humedeció debido al frío del exterior; Luís recibió un mensaje en el móvil, lo miró, era de su jefe; hoy tenía una reunión importante y ya le estaba esperando,