Caperucita feroz
Escucho en silencio mis propios latidos, de noche el silencio puede ser ensordecedor, y sobre mi pecho danzando los ecos de un sueño. Hace mucho que no tengo ilusión que las noche son largas y oscuras, que los atardeceres en grises y tristes y las mañanas largas. Recorro las noches para que se hagan cortas y de día intento dormir para así engañar al hambre. Las sombras se alargaban en la transición de la tarde a la noche. Me senté junto al lago con la esperanza que algún monstruo de río me tragase mientras descansaba, pero los monstruos ya no existen y los ríos están vacíos y fríos como mi estómago y mi corazón. Ya pasó muchos días con sus largas noches desde que salí de mi casa y mi vida. Ya todo terminó, ni se acordará de mí, pero yo no puedo olvidarle y cuanto más me alejo de mi amado más cerca estoy de él. Sé que todo terminó, sé que ya no volveré a mi casa, sé que mi hogar ya no existe, sé que mi vida ya no me pertenece, sé que moriré de melancolía y de hambre por c