Atrapado en la oscuridad





Atrapado en la oscuridad de la noche, con el único sonido del aleteo de una mariposa nocturna. Discurría su vida sin prisas, sin un pensamiento que le alterara, sin preocupaciones. Miraba a la calle tras el ventanal de su mirador. Plegado en sus propios pensamientos, miraba a la poca gente que pasaba, inventaba vidas e historias. Cada alma que se cruzaba en su mirada era la secuencia de una película o un libro por escribir.
Una mujer cruzó la carretera, su vestido se ondeaba con el viento y al correr su falda voló libre hasta su pecho, se lo bajó, pero ya había dejado sus intimidades al descubierto, lejos de gustarle a Bruno le disgustó, porque le hacía ilusión adivinar e imaginar y ese acto le había enseñado todo, su imaginación ya no podía aportar nada nuevo. Decidió mirar a otro lado, pero le podía la curiosidad y la chica la verdad es que estaba muy bien.
Se quedó parada mirando hacía el otro lado de la calle de pronto su mirada se centró en el ventanal, el sabía que no le podía ver, hacia el efecto espejo, sin embargo le inquietó y se escondió echándose hacia atrás en la mecedora, cuando volvió a mirar ya no estaba, la buscó y no la veía, no podía creerlo, jamás le había pasado y era prácticamente imposible que se le perdiera nadie, la perspectiva del mirador le hacia especial, podía ver prácticamente toda la calle. Pegó su cara al cristal para poder ver un rincón al que no podía acceder a simple vista y se encontró con la cara de la muchacha mirándole y sonriendo. Volvió a esconderse, como podía verle, era imposible.
La mujer cruzó hacia el otro lado y parecía buscarle. Miró hacia él y volvió  a sonreír, aunque no le veía sabía que estaba tras los cristales observándola.
Un coche con los cristales tintados se paró frente a la mujer y de el se apearon dos hombres, uno iba vestido como si acabara de salir de una boda y el otro parecía el portero de una discoteca, el trajeado se abrochó los botones de la chaqueta y se peinó con la mano, mientras el otro le seguía, daba la impresión de ser su matón.
Fueron hacia la mujer. Algo le decían y comenzaron a discutir. El hombre del traje le señaló con la mano el vehículo
Bruno había perdido las dos piernas hacía unos dos años. Una maldita enfermedad le había dejado sin ellas. Los médicos no sabían muy bien que era y sus efectos continuaban. Durante un tiempo la enfermedad se había frenado al amputárselas, pero había vuelto y ahora le tocaba a sus brazos, estos empezaban a gangrenarse, en realidad todo su cuerpo estaba degradándose.
La muchacha fue hacia el coche con los dos hombres y cuando iba a montar miró fugazmente hacia su ventana y por unos segundos a Bruno le dio la impresión que le sonreía. Tras ella los dos hombres entraron. El vehículo comenzó su marcha y segundos después se paró de golpe. El motor continuaba encendido. La puerta se abrió y de el bajó la mujer, antes de apearse volvió a mirar el ventanal sonriendo. Una mano asomaba por la puerta que impedía que se pudiera cerrar ella la metió y la cerró.
Fue hacia el asiento del conductor y apagó el motor del coche.
Bruno no entendía muy bien lo que sucedía. La mujer volvió a la acera y esperó entre las sombras de un portal. Una joven se acercaba un tanto bebida, sacó un cigarrillo y se acercó a la mujer y con gestos le pidió fuego, se acercó un poco más y segundos después desapareció en la oscuridad, como si un agujero negro se la hubiese tragado, la mujer volvió a aparecer y miraba a Bruno, parecía desafiante.- Venga avisa a alguien si puedes, detenme si tienes lo que hay que tener.- Parecía decirle.
De pronto el claxon del coche comenzó a sonar, la mujer corrió hacia el, abrió la puerta y Bruno pudo ver como el conductor estaba caído sobre el volante, la mujer le agarró por el pelo, tiró su cabeza y le mordió brutalmente el cuello, una vez acabó empujó su cuerpo hacia el asiento del copiloto y cerró la puerta. Giró sobre si misma y miró otra vez desafiante a Bruno.
No se lo pensó más, ahora lo tenía claro era una especie de monstruo, un vampiro quizás si es que existían  tales criaturas. Cogió el móvil y marcó el número de la policía. Antes de llamar pensó. "¿Y qué les dirás, Que hay un vampiro suelto por la ciudad? Piensa". No fue eso lo que les dijo, les dijo que alguien había matado a los ocupantes de un vehículo, después de muchas preguntas dos agentes aparecieron  por el lugar, se acercaron al vehículo y llamaron con lo nudillos en el cristal y al no recibir contestación abrieron la puerta del piloto. Cuando vieron los cuerpos automáticamente sacaron sus armas. No se como, pero la mujer saltó como un resorte y de un zarpazo mató al primer agente y al segundo se le subió a la espalda y mordiéndolo en el cuello acabó con su vida. La mujer me miró mientras con la ropa del policía se limpiaba la boca y con la otra mano me decía que no lo volviera a hacer.
Metió a los dos policías en el coche patrulla y volvió a su escondite.
Que podía hacer,si llamaba a la policía volvería a hacer lo mismo y si le contaba a la policía lo ocurrido no le creerían y sino lo hacia ese ser seguiría matando.
Decidió hacerlo de todas maneras. Cogió el teléfono y cuando iba a marcar escuchó un fuerte golpe en el mirador. Giró su cabeza y un monstruo con forma de mujer estaba pegado a su cristal enseñando sus dientes, jamás había visto nada parecido, una boca monstruosa con infinidad de dientes preparados para matar, como si de un tiburón se tratara. Del susto el móvil se le soltó de la mano y fue a parar bajo la mecedora. La mujer se sostenía sobre la repisa de la ventana no sabía de que manera. Buscó el móvil, pero estaba fuera de su alcance. El monstruo le desafiaba a cogerlo. Sus uñas salieron de su piel como si de un gato se tratara y con ellas arañó el cristal y daba la impresión que podría romperlo. Dejó de buscar el teléfono y el ser saltó a la calle. Le indicó silencio cuando un hombre con un niño se acercaba por la acera.
Tenía que avisarles, no podía dejar que continuara con esa matanza, de todas formas su vida ya llegaba a su fin y si en estos últimos momentos podía hacer algo bueno y salvar aunque solo fuera una vida moriría feliz e incluso puede que ese ser le hiciera un favor matándole. Abrió el ventanal cuando el vampiro se escondió en las sombras y gritó con todas sus fuerzas que escaparan de allí. El niño paró de golpe y hecho a correr en dirección contraria y el padre fue tras él, Bruno siguió gritando y el ser oscuro salió de su escondite, rugió de rabia y saltó sobre Bruno. Mordió su cuello y succionó su sangre hasta casi la muerte, quería que viviera lo suficiente para que siguiera viendo como acababa con más vidas. El vampiro sonreía, entonces algo ocurrió, la sangre infectada de Bruno tomó el cuerpo del ser, este se revolvió y calló al duro asfalto.
Cuando llegaron los equipos de emergencia vieron algo que no le encontraron explicación, una masa deforme yacía sobre la acera y un hombre muerto asomado en un ventanal parecía sonreír.

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