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Mostrando entradas de julio, 2023

Resignación.

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Siguiendo el rastro hasta la muralla, llego hasta el elevado puente que separa la vida de la muerte. Tras sus muros la vida transcurre como si el universo no se moviera, pero en este lado la vida se escapa. Niños y ancianos, mujeres y hombres se arrastran esperando a que su final llegue. Ya no hay esperanza para los que nacen, ya la vida pasa de largo en las aldeas y el horror acecha en cada esquina. Muerte es la esperanza de los pueblos, muerte para dejar de sufrir. Con mi último aliento, tras largas noches de marcha, llego al lugar donde los que mandan campan a sus anchas, ignorando que su pueblo muere, porque a sus amos no les importa mientras sus tripas llenen. Trepo por el puente y es tanta su arrogancia, que nadie me detiene, pues no han puesto guardias. Sobre los muros los soldados descansan, duermen gordos y cansados, pues nadie hay que frente les haga. Llego hasta su rey, que duerme en su cama, de suaves pieles y almohadas; dulces plumas cubren su cuerpo. Sus mujer

Río de la esperanza.

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Y reinó la oscuridad y asumiendo la facultad de gobernar en la mar me sumergí con ella y durante milenios deambulé entre las sombras sin saber que en el otro lado la luz cubría todo el espacio. Muerto y sin vida vivía engañado, soñando que soñaba. Ahora que la luz invade mi mundo puedo soñar que no es un sueño. Puedo vivir dentro del espejo. Puedo alimentarme de la luz del amanecer y vivir sin esperar a morir. En ocasiones las lágrimas ruedan fuera de mi mundo, en ocasiones escucho el lamento de los que no escucharon, de los que desoyendo lo que las estrellas nos enseñaban, nos marcaban, se quedaron sepultados bajo la luz cegadora de la muerte. Esa luz no lleva nombre ni apellido, no sabe de amor, no conoce la palabra perdón, ni sabe de felicidad ni caridad y viaja huérfana, sin rumbo ni destino, recorre mil caminos, tu camino, entre las cenizas del olvido, entre cadáveres sin alma, entre almas sin esperanza ni recuerdos. En ocasiones no existe ninguna razón, sólo deben rec

Un lugar tranquilo

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… Echo la vista atrás y veo que llevo una corta, pero vehemente existencia. Este es un pueblo que mira a la mar, donde la vida transcurre tranquila, sin sobresaltos. Las mañanas son cortas, las tardes intensas y las noches son largas y misteriosas. Un pueblo que sabe a sal y sudor; a tristeza y soledad a frío en el rostro. Huele a pescado y amargura, a invierno y lluvia.  Su tacto es cálido y su piel espesa; te calma y te mata, te arrulla y te olvida; te ama y te cuida, igual que te odia y olvida.  Los viejos del pueblo miran las tranquilas aguas que mojan la bahía igual que el pasado que los empapa sin un futuro donde resguardarse. Los jóvenes surcan hacia un futuro sin la otra orilla. Ellos, los jóvenes, ya dan la espalda a la mar. No quieren vivir y morir de ella, por ella. Yo nací entre esas dos culturas, en un abril de los que ya no quedan, en una primavera que recuerdan como un otoño, con Selena observando cada movimiento. Mi infancia fue feliz, mi adolescencia transc