Río de la esperanza.





Y reinó la oscuridad y asumiendo la facultad de gobernar en la mar me sumergí con ella y durante milenios deambulé entre las sombras sin saber que en el otro lado la luz cubría todo el espacio. Muerto y sin vida vivía engañado, soñando que soñaba.
Ahora que la luz invade mi mundo puedo soñar que no es un sueño. Puedo vivir dentro del espejo. Puedo alimentarme de la luz del amanecer y vivir sin esperar a morir.
En ocasiones las lágrimas ruedan fuera de mi mundo, en ocasiones escucho el lamento de los que no escucharon, de los que desoyendo lo que las estrellas nos enseñaban, nos marcaban, se quedaron sepultados bajo la luz cegadora de la muerte. Esa luz no lleva nombre ni apellido, no sabe de amor, no conoce la palabra perdón, ni sabe de felicidad ni caridad y viaja huérfana, sin rumbo ni destino, recorre mil caminos, tu camino, entre las cenizas del olvido, entre cadáveres sin alma, entre almas sin esperanza ni recuerdos.
En ocasiones no existe ninguna razón, sólo deben recordar para que caigan en la mar perdiéndose en un rincón y es ahí donde nacen los sueños, es ahí donde la esperanza crece e intenta salir a flote, es ahí donde creen que aún existen los milagros y yacen olvidados durante milenios, esperando.
Yo sigo adelante, saltando ríos, atravesando lagos, cruzando fronteras, bailando con las olas y volando sobre sus tierras, para ahogar lo que me trajo el destino.
Navego sin girar la cabeza. Sé que hay una mar infinita esperando lejos, no me detengas ahora que escucho el ansiado roce de su voz en mi oído. La noche se quiebra en una infinita oscuridad, ya no veo al despertar esa sonrisa que ilumina el camino, solo hay fuego que hiela las almas, que quema por dentro. Siento el peso del tiempo, de esas miradas. Despierto y nada queda, ¿Es un sueño? Quiero vivir esos momentos que nunca llegan, pero llegarán, no lo dudo.
El tiempo se detiene, es sólo un espejismo, un suspiro que roza el alma, que eriza la piel, un beso, una caricia que apenas te toca te hace vibrar.
Pero no es sólo la distancia la que espera, no es el tacto de las pieles, es la realidad la que puede alejarnos.
Ahora es la oscuridad la que me persigue y me ciega, pero sigo, continuo por mi senda, sin importarme si caigo o muero, si vivo o respiro.
Yo continuo por el río de la esperanza. 

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