EL MALETIN


Como Eduardo solía decir. Había sido un jodido buen día. Jodido porque el bar había estado lleno desde primeras horas del día, no recordaba tanto movimiento desde el último día de liga en el que la Real casi gana, no es que fuera un forofo del fútbol, pero joder, aquel fue un partido emocionante, y que me aspen si no disfruté como un enano. Pero que coño, se había hecho una buena recaudación y hoy se había superado. Estaba agotado, los empleados ya se habían marchado y Edu estaba a punto de cerrar el bar cuando sonó el teléfono.- Quien coño será ahora. ¿Diga?
• ¿Edu?- Sonó una voz al teléfono. A Edu le sonó como si algo le pasara.
• Si, ¿quien es?
• Joder Edu, algo ha salido mal, no quiero saber nada de este asunto, te dejo el maletín donde tu quieras, pero no quiero saber nada más. Me escuchas. Joder di algo.
• No entiendo.- comenzó a decir
• No me jodas dime un lugar y yo te lo entrego.
Pero… ahora se daba cuenta alguien se había equivocado y daba la casualidad que también se llamaba Edu, pensó que si le seguía la corriente tal vez le dejaría en paz.
• Vale – Dijo al fin- Déjame pensar.
• Venga joder no tengo todo el día
• ¿Conoces la calle Arraindegui en Trintxerpe?
• Claro.
• Déjalo en el primer contenedor de basura que encuentres según subes.
• ¿Estas loco? Como pretendes que lo deje y…
• Antes de que terminase de hablar, Edu dijo con voz un tanto dura.- Deja el puto maletín donde te he dicho y desaparece.
• Vale tío tú mandas. Que te jodan y olvidarme. Hoy, dentro de una hora tendrás el puto maletín en el puto contenedor de basura. Se oyó un clic al otro lado del auricular. Y entonces se dio cuenta realmente de lo que había hecho. No pretendía seguirle la corriente pero en ese momento le pareció lo mejor para que le dejara en paz, y además no pensaba acudir a la cita y todo este asunto quedaría zanjado. De todas formas ¿que había pasado? Que un tipo se había equivocado de número de teléfono y cuando se de cuenta ya no sabría a quien había llamado ¿Cuantas veces pasaba? Muchas. Asunto zanjado se dijo. Apagó las luces del bar, cerró la puerta y echo la persiana. Fue al parking a coger el coche, un viejo Ford Fiesta que había comprado de segunda mano a un amigo suyo. Cuando Josean se puso enfermo le compró el
coche. Josean le dijo que le hiciera ese último favor que le hacía falta el dinero. Quería hacer un último viaje por todo lo alto en un crucero, y así lo hizo. Josean era su mejor amigo, pasaron muy buenos momentos juntos. Todavía recuerda cuando se curraron con los gemelos y cuando se tiraron a sus chicas. Un día Josean le suelta que era gay. ¿Pero que dices tío? ¿Y las tías que nos hemos ligado tú y yo? ¿Joder tío es que no te acuerdas? ¿Y la vez que te tiraste a Pepi , la tetas de oro? Que, que me dices de eso.
• Lo siento Edu, la verdad es que nunca me sentía bien.
• ¿Y porqué no me lo has dicho nunca?
• No estaba seguro de nada pero ahora si y no sabía como reaccionarías, solo quiero seguir siendo tu amigo.
• Pues claro tío.
Poco después tuve que dejar los estudios cuando dejé embarazada a la buena de Zuriñe. Comencé a trabajar en el bar de su padre, el viejo Aitor Korta. El mismo bar que ahora llevo, después de que él se jubilara. Mientras tanto Josean se marchó a estudiar a la universidad de Deusto en Bilbo, la carrera de empresariales. Dos años más tarde regresó. Había pillado el Bicho. El SIDA acabaría con él dos años más tarde.
Ahora, media hora más tarde estaba plantado delante del contenedor de basura de la calle Arraindegui. No se había podido resistir a la tentación de mirar que se escondía en ese maletín. Miró en todas las direcciones y no había nadie en toda la calle, solo un viejo borracho subía calle arriba. Cruzó la calle y miró dentro. No había nada. La basura había sido recogida horas antes así que alguien le había tomado el pelo y seguramente se estarían riendo a su costa, mañana seguro que algún cliente se reiría de él y todo arreglado. Pero al día siguiente nadie se reiría y días más tarde el asunto quedaría zanjado para siempre.

El sol comenzaba a aparecer tímidamente mientras “Sony” corría sin saber que hacer ni a donde ir. El viejo Martín subía la calle Arraindegui. Llevaba un maletín que había encontrado en el contenedor de basura. La gente tiraba todo tipo de cosas, él mismo tiempo atrás las había tirado. En los días buenos podía encontrar incluso comida, llevaba una linterna que alguien había decidido que ya no la quería, una radio con sus auriculares y todo le hacían compañía. Las pilas, aunque pareciese mentira, las conseguía también en el contenedor de pilas, que el mismo habría de vez en cuando y allí encontraba todo tipo de pilas para sus aparatos. No es que durasen mucho, pero si lo suficiente. Oyó como alguien le llamaba.- ¡Martín, eh Martín! .- Miró hacia la derecha. Un grupo de jóvenes estaban sentados en el capó de un viejo Citroën C-15 abandonado. Exhibían en sus manos botellines de cerveza- ¿Eh Martín, quieres echar un trago?- Le dijo uno de ellos mientras se reía.- Venga sube, te daremos una birra.
• Iros a tomar por el culo, gilipollas.- Gritó Martín mientras les enseñaba el dedo corazón.
• A quien le has robado ese maletín. Jajaja.- reían todos. Dejó la calle Terranova atrás con todos esos gamberros riéndose del pobre Martín.- Hijos de puta, iros a reíros de vuestra puta madre. Puede que sea un desgraciado borracho pero, no soy estúpido.- Pensaba mientras se
alejaba. Entró por un agujero abierto en una vieja puerta de madera de una antigua redería abandonada. Allí solía pasar las noches, por lo menos no se mojaba, compartía techo con algún que otro vagabundo borracho como él, yonkis y ratas. Pero nadie se metía con nadie si sabías mantener la distancia, y él la sabía mantener. Encendió la linterna y se dirigió hacia donde tenía colocado el colchón para dormir. Se tiró en él y se quedó profundamente dormido. Aquella noche tubo sueños, más que sueños pesadillas, soñó con su tierra natal. Nació en una pequeña aldea al norte de Galicia. Un 25 de Enero de hace 45 años. Su padre se dedicaba a la recogida del percebe, murió cuando él tan solo tenía 12 años. Su madre tuvo que sacar adelante a él y a sus cuatro hermanos. Cuando tuvo la edad suficiente se enroló en un mercante y hace 10 años que el barco se hundió. Murió toda la tripulación menos él. Nunca se encontró ningún cadáver. Martín apareció flotando en un salvavidas sin saber como, no se acordaba de nada, fue como un milagro, pero a raíz de aquello ya no volvió a ser el mismo, se dio a la bebida y todo su mundo se vino abajo. Su hermano mayor le trajo hasta Trintxerpe para trabajar, pero su suerte empeoró cuando pocas semanas después, su hermano enfermara de cáncer y muriese tras una larga enfermedad. Desde entonces deambulaba de aquí para allá. Aquella noche soñó con sus compañeros de barco, se le aparecían pidiéndole ayuda, se arrastraban hasta su cama. Los gusanos salían de entre sus raídas ropas y por las cuencas de sus ojos asomaban todo tipo de bichos. Las algas cubrían todos sus cuerpos y le pedían ayuda gritando su nombre. Pero lo peor estaba a sus pies, era su hermano, se levantaba y cogía su muñeca derecha, la misma con la que tenía agarrado el maletín. En ese momento despertó empapado de sudor dándose cuenta que le agarraban de verdad para quitarle el maletín. Allí de pié junto a él se encontraba Sonia, una yonki a la que todo el mundo le llamaba Sony, por su afición a robar aparatos de música de los coches.- ¡Que cojones te crees que haces!- Le dijo mientras se ponía en pie. Sony le pegó una patada en la boca a Martín,- Calla puto borracho de mierda, donde has robado este maletín.
• Es mío hija de puta. Te voy a matar,- Gritaba mientras de sus labios brotaba un hilillo de sangre. Martín sacó una navaja del bolsillo, pero antes de que pudiera abrirla, Sony le volvió a dar otra patada, pero esta vez en la oreja izquierda. Martín se agarró de la oreja gritando de dolor y entonces todo ocurrió muy rápido, y no tuvo tiempo de reaccionar. Sony golpeó a Martín con un palo y aunque Sony nunca quiso matarlo no se dio cuenta que en el otro lado asomaba un clavo, con tan mala suerte que se lo clavó entre los dos ojos. Calló hacia atrás con los ojos abiertos mirándola, parecía preguntarla que por qué le había matado. Sony se asustó, y salió corriendo con el maletín de la mano.- ¡Joder, que he hecho!. Dios mío que coño he hecho. Y todo por un puto maletín, que ni siquiera se si vale para nada. El sol comenzaba a aparecer tímidamente mientras “Sony” corría sin saber que hacer ni a donde ir. Lo primero que haré será abrir el maletín.- Pensó Sony.- Cálmate, nadie te ha visto. Y nadie le echará de menos. Se metió donde antiguamente se levantaba un cine, el cine Gransol, cuantas películas había visto en este cine ahora derruido, aún podía oír los gritos de los chavales cuando una escena era cortada por culpa de la censura o por la mala calidad de la cinta. Y cuando ganaba el bueno en un a película de vaqueros todos los chavales aplaudían o silbaban de alegría. Pero ahora no había más que ratas.
• Bueno, vamos a ver que tiene el maletín. Una suave luz se colaba por un agujero del techo y enfocaba justo encima de una butaca del antiguo cine. Colocó encima el maletín y lo observó bien por primera vez. Un maletín metálico, color plateado, con dos cerraduras y contraseña,
parecía nuevo. Intentó abrirlo forzando la cerradura pero se resistía. Después de varios intentos infructuosos se enfadó y lo golpeó con todas sus fuerzas contra el suelo. Entonces se dio cuenta, nada se movía en su interior ¿y si tuviera dinero? Comenzó a barajar esa posibilidad. Pero no era capaz de abrirlo, pero tampoco podía pedirle ayuda a nadie, no se fiaba de nadie a la que ella conociera. Tenía que pensar, solo eso, tenía que tranquilizarse y pensar. Ahora no podía salir, se había cargado a un tío, se quedaría ahí a descansar y cuando lo hubiera hecho, seguro que tenía las ideas más claras y vería mejor la situación. Pero no fue así. Tras echar una cabezada, que apenas duró media hora, se levantó más nerviosa.- necesito comer algo.- Pensó.- Iré a casa de mis viejos y pillaré algo para papear. Después de comer un bollo y beber una coca-cola pensó que no le iría nada mal un chute. Se dirigió hacia las escaleras de la telefónica esperó a que alguien se acercara. Diez minutos más tarde apareció el Chino. Le llamaban así por su afición a las películas de artes marciales. Le encantaban todas esas películas de chinos repartiéndose tortas sin sentido alguno, y según decían en su casa tenía más de trescientas películas de kung-fu.
• Eh chino. Que pasa tío ¿Tienes algo para mí?
• Claro Sony, para ti siempre hay algo.
• Que guay tío.- Dijo Sony sin parar de hacer movimientos nerviosos con las manos.- Pero tengo un problema colega.
• No me jodas Sony, que nos conocemos hace mogollón, vale. Y sabes que yo no me fio de nadie.
• Es solo hoy te lo juro.- Le dijo cada vez con más síntomas de tener el mono.
• Vete a tomar por el culo.- dijo el Chino al mismo tiempo que empujaba con la mano su cara.- ¿Es que no me has oído puta de mierda? Sony sudaba y estaba a punto de llorar cuando al fin dijo.- vale tío, tengo algo. Pero necesito ayuda.
• Que clase de ayuda.- Le miró interesado.- ¿no querrás atracar un banco?- Le dijo mientras se reía.
• Es algo que he guindado a un tipo y creo que es valioso.
• ¿Crees?
• Ven conmigo por favor.
• Vale tía. Por que eres una colega legal y nos conocemos hace mogollón de tiempo. Llegaron al cine, y sacó el maletín de donde lo había escondido.
• Y porqué estás tan segura que tiene dinero.
• No lo se, pero si no lo abrimos no lo sabremos nunca.
• Tu déjale al Chino que es un manitas.- Sacó una ganzúa y una navaja y tras varios minutos de luchar con la cerradura se escuchó un clic en la cerradura de la derecha y dos minutos más tarde había abierto la otra.
• Bueno.- Dijo el Chino todo orgulloso.- Veamos que hay dentro. Nada, dentro no había nada. Los dos se miraron y de repente Sony comenzó a reírse. Tenía una risa tan fuerte que puso nervioso a su compañero de aventura.
• ¿Se puede saber de que cojones te ríes?
• Sony se reía cada vez con más fuerza hasta que su risa se convirtió en un llanto.- Me he cargado a un tío para nada.- Dijo entre sollozos.
• ¡¡¡QUE HAS DICHO!!!- Gritaba el Chino.- Que te has cargado a un tío ¿Y me lo dices ahora? Mira Sony, no quiero saber nada de esta historia. Yo me piro.
• No me dejes así. Necesito meterme algo.
• Que te jodan.- Le dijo mientras le apartaba de un manotazo. Sony se quedó en el suelo lloriqueando mientras el Chino salía corriendo. Antes de salir, miró por última vez a Sony. Metió la mano en el bolsillo interno de la cazadora y sacó una papelina. Se la arrojó a los pies y le dijo.- Por los buenos tiempos y porque te va a hacer falta, pero a partir de ahora no me conoces.- y dicho esto se marchó. En ese momento el Chino ignoraba que esa sería la ultima vez que vería a Sony, pero no la última vez que vería ese maletín. Sony cogió la papelina y en ese momento vio por el rabillo del ojo algo que le llamó la atención. El maletín estaba abierto y una de sus esquinas parecía estar manchada de algo, parecía… Joder no parecía, estaba segura. Era “coca”.
• ¡QUE TE DEN POR EL CULO!- Gritó mientras hacía un corte de mangas por donde segundos antes se había marchado el Chino.- Que os den por el culo a todos ahora me toca reír a mi. Abrió el doble fondo del maletín y vio lo que estaba imaginando. Oro, oro blanco el manjar de los yonkis. Iba a dar por el culo a más de uno con todo aquel polvo blanco. Pero ahora tenía que pensar, tenía que relajarse y no conocía mejor forma de hacerlo que dándose un buen homenaje con aquel chute que le había invitado el Chino.
• Esto va por ti, Chino.- Dijo mientras se introducía le jeringuilla en el brazo. Minutos después caía en un profundo y placentero sueño. Despertó varias horas después con ganas de comer. Se levantó, cogió el maletín y se dirigió a casa. Al llegar al parque que hay junto a su casa, se sentó en uno de los juegos del parque, en uno donde los críos se sientan y los demás se encargan de darle vueltas. Quería ver una vez más su tesoro. Abrió el maletín y lo observó. Sí, era cierto, no lo había soñado, estaba ahí, esperándole. Lo volvió a cerrar y cuando miró hacia arriba vio como varios chicos le observaban.
• ¿Que tienes ahí, putita?- Dijo uno de ellos.
• Nada que os interese.- Dijo mientras aferraba el maletín con los dos brazos hacia el pecho.
• Pues a mi me parece que sí, y además creo que sé a quien se lo has quitado.
• Yo no se lo he quitado a nadie.
• Ese maletín lo llevaba anoche Martín y tú se lo has quitado. A Sony le dio un vuelco el corazón. Se habían enterado y se lo iban a quitar.
• ¡NO! El maletín es mío.- Gritaba mientras se aferraba a él.
• Dánoslo puta.- Le decían mientras tiraban del maletín. Sony se levantó, poniéndose en pie encima del juego en el momento que ellos le hacían girar y lo hicieron con tanto ímpetu que la pobre Sony perdió el equilibrio cayendo de espaldas y con tan mala suerte que pegó con la cabeza en uno de los bordillos del juego. Se oyó un sonido hueco, clon, y Sony dejó de moverse.
• No se mueve.- Dijo uno de ellos mientras le tomaba el pulso.- Y parece que no tiene pulso.
• Joder tíos, nos la hemos cargado. ¿ Que hacemos ahora?.

• Déjala. Cojamos el maletín y larguémonos de aquí, antes de que nos vea alguien. Ibai miraba el maletín que ahora reposaba entre sus brazos. Iba con sus cuatro colegas en el coche que el viejo de Adrián le había comprado tan solo hacía dos días, y hacía tan solo cuatro que se había sacado el carnet de conducir. Era un Golf GTI de segunda mano, por lo menos tendría 20 años y aunque hacía algunos ruidos extraños la verdad era que el coche parecía estar bastante bien. Ibai pensaba en lo que había ocurrido, había sido tan rápido. Joder tan solo quería jugar un poco con aquella tía, no pretendía cargársela. No estaba acostumbrado a aquellas historias y menos él que nadie. Lo peor que había hecho en su vida era cuando robaron un día a un Peruano del puesto que tenía en las fiestas, una camiseta de Eminen, y sería algo de lo que se arrepentiría todo lo que le quedaba de vida. (En esos momentos no sabía que no era mucho). Mikel, era el más duro de los cuatro y nadie se lo reprochaba después de ver el tipo de vida que llevaba, su viejo estaba en la cárcel por haber matado al querido de su madre de una paliza, y su vieja se había dado al alcohol y al juego, así que prácticamente se había criado solo. Iker y Xabi eran hermanos y se pasaban todo el día discutiendo y peleándose. Recuerdo un día en el que estábamos en un bar de lo viejo en Donostia tomando unas birras, cuando Iker le echó la culpa a su hermano de haber bebido la mitad de la cerveza mientras él estaba en los servicios, (En realidad había sido Mikel). Comenzaron a discutir mientras Mikel seguía la pelea y disfrutaba como un niño. Al poco rato se había complicado la cosa tanto que, acabaron llegando a las manos y destrozando medio local. Cuando llegó la ertzaintza corrimos como locos, y cuando por fin estuvimos a salvo los dos hermanos se echaron a reír como si no hubiera pasado nada entre ellos. Adrián paró el coche. Estaban en la plaza de San Luis de Herrera, no pasaba mucha gente por ese lugar y a esa hora.
• Que vamos a hacer con esta mierda.- Dijo Ibai en tono asustado.
• ¿Mierda dices? . - Añadió Mikel.- Es una mierda que vale más de lo que vas a ganar tú en tu puta vida.
• ¿Cuanto puede valer? .- Comentó Adrián.
• No lo sé.- Siguió Mikel.- Seguro que mucho.
• No sabes una mierda.- Dijo Ibai.- Ni siquiera sabemos a quién vendérsela y, joder que nos acabamos de cargar a una tía y parece que os importa una mierda. Pues os diré una cosa, a mí si que me importa y paso de comerme ningún marrón, porque no quiero ir al trullo y si lo pensáis bien lo veréis igual que yo. Así que nos deshacemos de esta mierda que seguro que
hay alguien buscándola y cada pájaro a su nido. Mikel que estaba sentado en el asiento del copiloto se giró y agarró a Ibai, que estaba sentado con los dos hermanos, por el cuello.- De aquí no se marcha nadie. Estamos todos en el mismo barco. Y al que se le ocurra irse de la lengua lo mato ¿Habéis entendido? Nadie dijo nada, parecía que todo estaba claro, nadie abriría la boca.
• Pues si lo tenéis todos claro voy a hacer una llamada a un colega. Llamó a un tal Richard un traficante de poca monta, pero un mal tipo, que era capaz de vender a su madre por poco dinero. Después de saludarse y recordar viejos tiempos quedaron en el Patronato San Miguel, para ver la mercancía.- No faltes.- Le dijo Richard mientras reía.
• Lo ves pringado.- Dijo Mikel mirando a Ibai.- Todo solucionado. No ha sido tan difícil después de todo ¿Verdad? Se encontraban en el aparcamiento situado en las Torres de Aranzadi del Patronato cuando comenzó a llover. Al principio era como un sirimiri, diez minutos más tarde, el sirimiri se había convertido en una tormenta. Los cristales del coche comenzaron a empañarse, cuando cerraron las ventanillas y parecía que se había hacho de noche de repente.
• Joder, no se ve una mierda.- Dijo Xabi mientras trataba de limpiar el cristal con la mano.- ¿Cuando coño va a venir?. Llevamos aquí más de media hora.
• Si ha dicho que viene, vendrá. Tranqui tío. A los pocos minutos apareció un Mercedes blanco, apagó las luces y se acercó
• Que pasa Mikel.- Dijo Richard desde el otro coche. Al bajar la ventanilla del coche la lluvia mojó a todos.- Hola Richard, ¿como lo hacemos ¿¿Quieres que pase a tu coche?
• Vale colega, que no quiero mojarme. Mikel pasó al Mercedes con el maletín. Intentamos averiguar que pasaba, pero la lluvia y los cristales empañados no nos dejaban ver nada. Al poco tiempo, que a nosotros nos pareció una eternidad, Mikel salió del coche con el maletín y entró en nuestro coche, otra ráfaga de lluvia nos mojó.
• ¿Que, que ha pasado?.- Dijo Xabi excitado.
• Ha dicho que es cojonuda, que no había visto nunca una nieve tan buena y que nos da cincuenta papeles a cada uno.
• ¿Cincuenta para cada uno?- Dijo Ibai- Eres gilipollas o que. Eso vale mucho más. Te has dejado engañar.
• Si, me he dejado engañar a propósito, porque se que si no me la coge él, no sabría a quien vendérsela y de paso nos la quitamos de encima rápido, y así nadie podrá relacionarnos con la muerte de la yonki que nos cargamos ¿Que te parece Ibai? No soy tan tonto como parecía, eh. Además nos hemos ganado un dinero extra caído del cielo
• ¿A donde vamos?.- Le dijo Adrián a Mikel.
• A la Paz frente al polideportivo. Me ha dicho que si eres capaz de llegar antes que él te da otros cincuenta extras.
• ¡QUE! Ahora se va a enterar ese de quien es Adrián. Adrián apretó el acelerador haciendo saltar las piedrecitas de la carretera mientras todos reían. Seguía al Mercedes muy de cerca a pesar de que era un conductor novato. Parecía volar bajo la lluvia. Pasó por delante del hospital Aránzazu a 120 KM. Por hora, cuando bajaba por la cuesta frente a la gasolinera el cuenta kilómetros marcaba 160 y subiendo. La lluvia parecía cada vez más fuerte. El Mercedes pasó la primera curva a la derecha a 170. Adrián quiso adelantarle en plena curva, ya no vio el autobús que subía. Quiso esquivarlo, pero ya era demasiado tarde. Chocó con la parte trasera del coche con el autobús. Comenzó a dar vueltas hasta que chocó contra el monte y allí volcó volviendo a la carretera panza arriba chocando de nuevo contra una ambulancia que subía. Cuando todo parecía que había acabado, un coche que subía les golpeó de nuevo, arrastrándolos durante cien metros hasta que quedaron empotrados en un poste publicitario. Todo ocurrió muy rápido, a la gente no le dio tiempo a ver lo que había ocurrido. Todo el mundo corría de un lado a otro sin saber que tenía que hacer. Algunas personas del autobús corrieron para auxiliarles, pero ya era demasiado tarde para sus ocupantes, menos para Ibai, que vivió el tiempo suficiente como para ver como el ocupante del Mercedes blanco se llevaba el maletín sin que nadie se diera cuenta.

• ¡¡¡JODEEEER, JODEEEER, JODEEER. QUE PASADA!!! Ha sido la hostia.- Gritaba eufórico Richard.- Hoy es tu día de suerte.- Se decía a si mismo.- Lo siento por vosotros chicos, pero la vida es así de hija de puta. A veces se gana y otras veces se pierde. Y ahora me toca ganar a mí. Pero os prometo que la primera copa que tome será a vuestra salud. Jajajajajaja.- no podía dejar de reír.- Un golpe de suerte, si señor, un golpe de suerte. Aparcó su coche frente a su casa, un bloque de pisos del barrio de La Paz. Un crio que jugaba al balón cerca le saludó.- Que pasa Richi. A ver cuando te enrollas y me dejas dar una vuelta con tu buga.
• Un día de estos, yo te dejo el carro y tu me dejas a tu hermana.- Le dijo mientras le enseñaba el dedo corazón.
• Que te jodan. A tí y a tu puto coche de marica de mierda. Richard no podía dejar de reír. Después de todo el chaval le caía bien y él lo sabía, por eso siempre estaban con ese tipo de bromas.- Hasta luego mamón cuídate.
• Hasta luego tío. Richard se bajó del coche y abrió el maletero, cogió el maletín, cerró el coche con el mando. Miró el bar de la esquina de su casa donde solía echar la partida de cartas después de comer. Estaban un par de viejos tomando unos txikitos y viendo la tele y desde la terraza alguien le miraba y le saludó levantando la cabeza, él le correspondió de la misma forma. Era el puto Chino. No se caían bien, pero se respetaban, algunas veces tenían que hacer negocios juntos. Parecía que había dejado de llover y el cielo estaba despejando.- Será mejor que me marche a casa.- Pensó Richard.- No me fio de este tipo. Se dirigió hacia el portal de su casa con su habitual cojera. Richard era cojo desde hacía 20 años. Aún lo recordaba como si fuera ayer. Acababa de cumplir los 17 años y aunque se dedicaba a trapichear con droga desde los 15 años, aquella era la primera vez que lo hacía con Coca. Hasta ese día se había dedicado solo al chocolate, unos gramitos aquí, otros allá, pero nada de importancia. Aquel día el camello que le suministraba la droga le dijo que ya era hora de empezar con algo más fuerte, que empezara con unos gramitos de perico y que según viera le iría subiendo. Y así lo hizo, llamó a un par de amigos que tenía en Rentería, quedó con ellos y les ofreció los gramos, pero
lo que él no esperaba era que se negaran a pagarle. Les dijo que no le podían hacer eso, que él tenía que responder ante el que se lo suministraba y que si no le daba el dinero le mataba. Se rieron en su cara. Richard se enfureció tanto que golpeó a uno de ellos, pero no pudo hacer nada contra los dos, eran más fuertes y mayores que él. Lo cogieron y mientras uno lo agarraba el otro saltó sobre su pierna rompiéndole la rodilla, no sin antes advertirles Richard, que si lo hacían lo lamentarían. Dos meses después Richard había pagado su deuda con el camello pero también con los que le habían roto la pierna. Tuvo las suficientes agallas para acercarse por casa de cada uno de los que le habían roto la pierna, tocar el timbre y tras salir a abrirles clavarles una navaja en la tripa. Uno de ellos murió y el otro estuvo bastante grabe, pero nunca contó nada, le dijo a la poli que no conocía al que le había agredido y nunca se supo nada del asunto. Richard no comprendía porqué no le había contado nada a la poli, hasta que un tiempo después se enteró que estando en el hospital había recibido la visita de un conocido camello. Subió los pocos peldaños que le separaban hasta el ascensor, apretó el piso 12 y al salir del ascensor saludó a un vecino de la escalera.- Buenos días.- Dijo.- Buenos días.- Le contestó. Entró en casa. Tiró el maletín encima del sofá que tenía en la sala que hacía a la vez de recibidor, se dirigió a la cocina, miró dentro del frigorífico, cogió algo de chorizo y una cerveza bien fría, se hizo un bocadillo que le supo a gloria, se lo comió mientras veía por la tele la final de balonmano femenino que jugaba España contra Grecia en las Olimpiadas y se quedó dormido cuando ganaba España por 15 a 10, cuando despertó el partido ya había finalizado y estaba oscureciendo.
• Joder, cuanto he dormido.- Dijo mientras se frotaba la cara con las manos.- No me extraña con el día que he tenido tan ajetreado. Bueno en fin, tengo que pensar que hago con el regalito. Lo primero que haré será pegarme un buen homenaje con alguien. Llamaré a Iratxe, le encantará. Iratxe estuvo encantada y él con ella. Iratxe es una tía que está como un cañón y una noche con ella es una bomba.- ¿De donde has sacado esta mierda?. Está de muerte.- Le había dicho Iratxe.- Con esto soy capaz de cualquier cosa.- Le dijo mientras se le insinuaba.- Pues a ver si es verdad.- Rió Richard. Y resultó ser una noche memorable para los dos. El primero en despertar fue Richard.- Hostias las cuatro de la tarde.- Dijo mirando el despertador. Se habían pasado todo el día durmiendo. Menuda melopea se habían agarrado. A su izquierda estaba Iratxe dormida, la despertó.- Eh Iratxe despierta que son las cuatro de la tarde. Iratxe le miró y después de un rato reaccionó.- ¿Que has dicho?.- Se levantó de un salto mientras decía: Joder, de esta me echan del curro y mis viejos me estarán buscando como locos. Ahora que coño les cuento yo.
• Diles que te encontraste conmigo y que no podías perder esta oportunidad, que un semental como yo no se encuentra todos los días. Seguro que lo entenderán.
• Vete a la mierda.- Le dijo mientras consultaba los miles de mensajes que tenía en el móvil y se marchaba. Después de comer algo bajó al bar. Pidió una cerveza y se sentó en un taburete a ver la tele. En ese momento salía la imagen de un coche que había sufrido un accidente. La música no dejaba escuchar lo que decían.- ¡PACO!- Gritó.- Pon más baja la música que quiero escuchar esto, que conozco a los del accidente. Paco bajó la música y pudieron escuchar el parte. El locutor decía que ninguno de los cinco jóvenes del coche había sobrevivido.
• ¿Es una pena verdad?- Dijo una voz a su espalda. Miró hacia atrás y vio al Chino.- Hola tío que haces aquí.
• Nada, que me he enterado de la muerte de una persona conocida por los dos y he venido para contártelo.
• Sí, pobre Mikel.- Dijo mirando la televisión.
• No, de ese no. Te estoy hablando de Sony.
• ¿La Sony? Joder, que me dices, pobre tía, que le ha pasado ¿Un mal chute?
• ¿Podemos hablar tu y yo?
• Pues claro tío, dime.
• No, aquí no, a solas.
• Claro, si quieres subimos a mi casa.
• Vale.
• Dime Chino que quieres.- Le dijo una vez que estuvieron en su casa.
• ¿Por qué la has matado?
• ¿Cómo? Yo no he matado a nadie, pero si hace un siglo que no veía a esa colgada.
• No me jodas. Casualmente ayer te vi con un maletín que ella llevaba el día que la mataron, estuve con ella ese día. Lo que no entiendo es que haces tú con ese maletín
• ¿Es tuyo? Vale tío, haber empezado por ahí. Pero yo no la he matado. Se lo quité a esos pringados después de que tuvieran el accidente. Pero no pienses que te lo voy a dar así como así.
• Eres un hijo de puta, no se para que quieres ese puto maletín, por mí te lo puedes comer, pero lo de la Sony no te lo perdono.
• Tu lo que quieres es la farlopa cabrón.- Le dijo mientras le empujaba. Calló sobre el sofá y entonces vio el maletín abierto con su contenido. En ese momento Richard se abalanzó sobre él con una navaja en la mano. El Chino agarró el maletín y lo puso en forma de escudo, la navaja se rompió al chocar con él. El Chino sacó un cuchillo y se lo clavó en el cuello. Se asustó, se quedó mirándolo un rato y pensó que se tenía que largar, que mucha gente le había visto con él y no tardarían en encontrarlo. Cogió el maletín y salió del piso. En la calle un crio que jugaba con un balón vio al Chino salir corriendo con un maletín. El Chino le dio la dirección del bar al taxista. No dijo ni una sola palabra en todo el trayecto. Se dedicó todo el trayecto a pensar que es lo que tenía que hacer con el maletín y su contenido. Sobre su contenido lo tenía claro, nadie mejor que él para pulir la mercancía, aunque claro primero tendría que mezclarla y después con mucho cuidado tendría que suministrarla a gente conocida y de confianza, ya que seguramente alguien andaría buscándola, y en cuanto al maletín, sabía que tenía que deshacerse de él ya que estaba manchado y mucha gente lo había visto y además su
dueño se daría cuenta enseguida, incluso podrían echarle la culpa de muchas muertes. La Sony, según ella misma se había cargado a alguien y Richard, siempre según su versión había quitado el maletín a esos cinco críos que habían muerto en el accidente y quién sabe si tenía razón y los chavales se habían cargado a la Sony. Sí, lo tenía claro, había que deshacerse del maletín parecía estar gafado.- Por favor.- Dijo al taxista.- ¿Puede parar un momento en esa tienda de deportes?
• Sí claro, usted manda.
• Será un segundo, espere aquí, ahora vuelvo. Compró una mochila y le dijo al taxista que fueran a otra dirección distinta de la que le había dado anteriormente. Se dirigió a un bar que quedaba a dos manzanas de distancia del bar donde había quedado, pidió una cerveza, el bar estaba en esos momentos abarrotado de gente, se dirigió a los servicios con el maletín y la mochila, sacó el contenido del maletín y lo metió en la mochila que se la colocó en la espalda y el maletín lo dejó detrás de la puerta, fue a la barra, se bebió el zurito. (Media hora más tarde un cliente le diría a Eduardo que había un maletín en los baños, Eduardo lo cogería y lo guardaría en el mostrador, a la vista del público por si volvía el dueño reclamándolo). Cinco minutos después de que el Chino se fuera de la casa de Richard, un vecino ya cansado de los escándalos del vecino de enfrente llamó a la ertzaintza diciendo que le parecía oír una pelea en la casa de enfrente, donde vivía un conocido traficante. La ertzaintza se presentó cinco minutos más tarde y tras llamar a la puerta oyeron un ruido como si alguien se cayera, tiraron la puerta y vieron a Richard moribundo, llamaron a la ambulancia, pero cuando llegaron ya no pudieron hacer nada por su vida. En el transcurso de estos acontecimientos, un chaval que jugaba con un balón, contó a la policía que había visto al Chino irse un poco antes en un taxi de los de la parada de Trintxerpe. (Casualmente conocía al taxista, era el hermano de un compañero del instituto). La ertzaintza localizó al taxista y les contó donde le había llevado, incluso la parada en la tienda de deportes y como había cambiado de idea en cuanto a la dirección donde debía llevarle. La policía fue a uno y otro bar y por fin lo localizaron en el segundo. El Chino al ver a la policía intentó escapar. Sacó un revolver, pero tuvo la mala suerte de tropezarse con un policía recién salido de la academia, que se puso nervioso y le pegó un tiro entre ceja y ceja.
Era la hora de cerrar y Eduardo había tenido uno de esos días, que él llamaba, jodido buen día, y estaba agotado, quedaba tan solo un cliente, llevaba en el bar como dos horas y parecía como que no se iba a ir nunca. Eduardo estaba limpiando la cafetera cuando sonó el teléfono.
• ¿Diga?
• Hola Edu ¿Te acuerdas de mi? Claro que se acordaba, era la misma voz que hacía unos días le había llamado por aquel extraño asunto del maletín, pero hizo como que no sabía de que estaba hablando.- Perdone, no se quien es.
• ¿Seguro?- Dijo la otra voz al teléfono.- Pues yo si que me acuerdo.- Esta vez la voz no sonó solo al otro lado del teléfono, sino también en el mismo bar. Eduardo miró hacia su izquierda y allí estaba el cliente que se había quedado solo, con el móvil en la mano y sonriéndole. Los dos colgaron el teléfono.
• A que coño intentabas jugar.- Dijo el extraño.- ¿Que creías que no me iba a dar cuenta? Eduardo tragó saliva, se quedó callado durante unos segundos y luego dijo.- Perdone, creo que hubo un mal entendido entre nosotros, yo no supe como reaccionar pero, le juro que no se de que va la historia ni quiero saberla y no conté nada a nadie porque al no encontrar ningún maletín creí que había sido una broma de algún cliente.
• ¡Mírame!- Dijo señalándose con el dedo.- ¿Acaso me ves cara de gilipollas? Y entonces que coño haces con el maletín detrás de la barra. Eduardo no entendía nada.- “ El maletín, es eso, es una broma de algún cliente y la cámara donde está”.- Pensó.- Pero cuando vio la pistola ya no le pareció ninguna broma.
• Bien.- Dijo el extraño.- Coja el maletín, venga aquí y ábralo encima de la mesa de billar.
• Muy bien, ahora quiero que cierre el bar por dentro para que nadie nos moleste. Eduardo cerró el bar y después se dirigió hacia el billar. El extraño abrió el compartimento y vio que no había nada.
• Muy bien, ¿Edu? Te llamas Edu o también es mentira.
• Si, me llamo Eduardo.
• Vale. Mira, vamos a hacer una cosa. Tu me das lo que había dentro del maletín y yo me olvido de que te conozco ¿Te parce bien? Eduardo asintió. Pensó que de todas formas aquel tipo no parecía tener intenciones de dejarle ir así como así. Así que lo intentaría.- Está en la cocina en una caja, déjame que lo coja y te lo doy.
• Vale, pero sin trucos. Eduardo cogió la escopeta de caza que tenía en la cocina y..pan, pan. Sonaron dos disparos, el primero fue de Eduardo que dio de lleno en el pecho del extraño, y el segundo salió de la pistola que alcanzó a Eduardo en el cuello. La ertzaintza relacionó los hechos con los ocurridos con el Chino y Richard, ya que apareció el maletín de por medio. “AJUSTES DE CUENTAS ENTRE NARCOTRAFICANTES”. Decían los titulares de los periódicos al día siguiente. ¿El maletín? Bueno, el policía que lo llevó al almacén donde se amontonan los objetos de los casos policiales en la comisaría, murió en un atraco dos días después y el encargado del almacén que lo etiquetó y lo guardó, murió en extrañas circunstancias cuando se disponía a subir al tren cuatro días después, al intentar atarse los zapatos se desequilibró y calló a las vías del tren justo en el momento que llegaba. Ahora el maletín descansa en una estantería de la comisaría llenándose de polvo.

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