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Mostrando entradas de junio, 2017

La bruja de mendia cutthroat

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  Recorría el sendero que discurría paralelo a la autopista. Encontró una desviación tal como le habían dicho y la tomó. El camino se iba estrechando por momentos y los arboles se iban haciendo cada vez más frondosos, después de cinco minutos ya se estaba arrepintiendo de haberlo tomado, pero ya no quería regresar. Su enfermedad se iba agravando por momentos y ya no había cura, así que no tenía nada que perder.  — Hay una curandera que dicen que es muy buena, la bruja de mendia cutthroat, acércate. No pierdes nada —le había aconsejado su amigo Gustavo.  Los árboles ahora se retorcían de una extraña manera, parecían sufrir a medida que iban creciendo, apenas existía follaje, ramas retorciéndose y amenazando con atraparle si pasaba, el coche ya apenas entraba entre ellos, llegó el momento que tuvo que pararlo y seguir el camino a pie. —Maldita sea, no puede ser por aquí, me he debido confundir. —Cuanto más se adentraba más se iba estrechando y prácticamente era imposible seg

Te cambio una flor por tú sonrisa

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  Tardes de tormenta en la cabeza, te mueves no por andar sino por no quedarte quieto, por salir de la rutina, por escapar de ti mismo, por no querer oírte y escuchar otras voces que no sean las de tu pasado, pero peor que las tardes son las noches, no duermes y si lo haces no sueñas, vives tus pesadillas, mueres en cada una de tus esquinas, náufragas en tus mares con tus tempestades, el sol vuelve a salir te dicen, si claro pero la tormenta interior no te deja verlo y cuando crees verlo es para cegarte. No me mires, no me hables y si lo haces no pretendas que te sonría, acepta que no quiera ser como tú. No quiero que me sonrías y si me odias mejor para mi así no tendré que agradecerte nada ni tú a mi. La playa estaba gris como yo y por eso me gustaba, paseaba por la orilla y aunque parezca una contradicción, estaba contento de que todo pareciera triste como yo. - Buenos días señor.- Una niña me miraba sonriendo, no levantaba dos palmos del suelo, pero su sonrisa era tan

No te fíes de un extraño ( II )

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   La comunicación es esencial entre los seres humanos y necesaria entre los vivos. Paseaba con mi perro, un doberman de cuatro años bien enseñado, le hablaba de lo que me había ocurrido en el trabajo, de como mi jefe me había dicho que me quedara una hora más y yo me negué, que él, mi perro fiel era primero, antes que el trabajo. Las dos muchachas se encontraban en lo alto de la duna de arena al final de la playa saltando y parecían dar gracias al sol por haber nacido. - Ves Perro ¿como hay gente que está peor que nosotros?- Perro me miraba ladeando la cabeza, como diciendo que eso no podía ser, que peor que yo no había nadie, pero que por otra parte todos los humanos están muy mal. Perro salió corriendo y sin previo aviso se puso a saltar con ellas. - ¡PERRO! - Le llame sin que me hiciera el mínimo caso. Las dos muchachas dejaron de saltar y me miraban sorprendidas. Hasta que una de ellas se atrevió a preguntar. - ¿Le llamas perro? - Claro ¿Acaso no es un perro? Le dije sonriendo.

Pídele un deseo a las estrellas

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             El atardecer era hermoso y se dejaba llevar por el momento. Se descalzó para entrar al pantalán. Le gustaba sentir el suelo de madera bajo sus pies. Bajó sus escaleras y se sentó al borde introduciendo los pies en el agua. Que momento, cuando el sol va dejando paso a la noche y todos tus recuerdos fluyen, dejas abierta la ventana armonizando con el firmamento. Respira hondo y siente la sensación de paz. No quiere a nadie más cerca, tan solo desea ser uno con el universo y una canción del ayer fluye como un recuerdo del presente. Recuerdos de fragancias que en su piel quedaron impregnados. Besos que pegados a sus labios recorren su espacio. La ve al fondo del paisaje, le llama y llora su ausencia. Quisiera tener el valor de desaparecer en ese mar y así perderse junto a sus recuerdos. Llora en silencio. Un día más, una semana más, un mes más, un año más. - ¿Cuanto tiempo tengo que esperar?- Pregunta a las estrellas que van apareciendo ajenas a su plegaria.- Cuant