La bruja de mendia cutthroat
Recorría el sendero que discurría paralelo a la autopista. Encontró una desviación tal como le habían dicho y la tomó. El camino se iba estrechando por momentos y los arboles se iban haciendo cada vez más frondosos, después de cinco minutos ya se estaba arrepintiendo de haberlo tomado, pero ya no quería regresar. Su enfermedad se iba agravando por momentos y ya no había cura, así que no tenía nada que perder. — Hay una curandera que dicen que es muy buena, la bruja de mendia cutthroat, acércate. No pierdes nada —le había aconsejado su amigo Gustavo. Los árboles ahora se retorcían de una extraña manera, parecían sufrir a medida que iban creciendo, apenas existía follaje, ramas retorciéndose y amenazando con atraparle si pasaba, el coche ya apenas entraba entre ellos, llegó el momento que tuvo que pararlo y seguir el camino a pie. —Maldita sea, no puede ser por aquí, me he debido confundir. —Cuanto más se adentraba más se iba estrechando y prácticamente era imposible seg