Un hombre peligroso



La tormenta pasaba y en el cielo se dibujaban las estrellas, la vía láctea estaba preciosa y más ahora que el cielo estaba limpio. Dio unos pequeños pasos y notó el agua bajo sus pies, tenía ganas de sentir el frío suelo, se descalzó y sonrió al notar el agua. Abrió sus brazos y dio gracias al cielo por estar vivo.
Giró como una peonza y saltó sobre el charco.
Dicen que si miras a la muerte de cerca ves pasar tu vida por delante de los ojos, pero yo no la vi y eso puede querer decir dos cosas, o que no he vivido o que mi muerte no estaba cerca. El accidente fue brutal y gracias a dios no me han quedado secuelas.
Nada tenía antes y nada tengo ahora, tan solo me queda vivir y eso pienso hacer.
Una margarita florecía entre las grietas del suelo y a su derecha un abeto se esforzaba por sobrevivir, escuchó entonces lo que parecía una maquina y vio como una excavadora se acercaba para arrancar la vida al árbol. Miró a su alrededor y solo entonces se dio cuenta que era el único árbol que quedaba en pie
- No desistáis amigos y aunque ahora os parezca imposible saldréis adelante, yo hoy os ayudaré.
Se sentó en el suelo entre el abeto y la máquina.
Una mujer pasó y al verle le dio miedo y le rodeó. Alguno le insultaba al pasar e incluso le tiraron alguna moneda creyendo que estaba pidiendo.
- ¿Está bien señor? - Miró hacia arriba y un niño le observaba, anorak amarillo, botas de agua hasta las rodillas y un paraguas transparente.
- Claro, solo estoy protegiendo esta flor y este árbol, para que nadie los mate. - El niño sonrió.
- ¿Puedo ayudarle? - El niño se agachó y tapó a la flor con su paraguas.
- Claro.
Llegaron más niños y preguntaron - ¿Qué hacéis?
- Salvar unas plantas. - Contesto el primer niño.
El grupo fue creciendo y unos llamaron a otros y en un momento la calle se lleno de niños y niñas
Alguien llamó al 112. "Un hombre peligroso en la avenida". Dos agentes se acercaron.
- Buenos días. - Dijo uno de los policías. - No puede quedarse aquí tiene que dejar trabajar.
Rafael se limitó a sonreír mientras los niños iban llegando.
Al ver que no quería moverse y que era peligroso para los niños permanecer en el lugar, lo engrilletaron y en ese momento se dieron cuenta que en su muñeca llevaba una pulsera del centro psiquiátrico y se lo llevaron al centro.
Al día siguiente mientras veía las noticias.
" Un grupo de niños, impiden que derriben un abeto en la avenida".
Rafael esbozó una sonrisa al oírlo.
- ¿De qué te ríes Rafael? - Le decía la enfermera. - Tú sigue haciendo lo que haces y escapándote y conseguirás que nunca salgas de aquí.
- Eso es lo que quiero, no salir de aquí. La gente ahí fuera está muy mal.

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