Cuestión de tiempo

  





 Era una ventana de madera, vieja y pequeña, la única que no poseía barrotes, todas las demás ventanas del pueblo las tenían. La pared de alrededor estaba ajada por el tiempo al igual que la madera de la ventana, una farola iluminaba todo el encuadre cómo anunciando que era ahí donde debía entrar. Antes de hacerlo debería valorar si merecía la pena.
- Vamos a ver. - Pensó Andoni. - Si la ventana está desprotegida y tan deteriorada será qué la casa o no está habitada o bien los que viven en ella son muy mayores y no hay nada que robarles, y al contrario que las demás casas que sí están bien protegidas, pero también es verdad que no hay otra posibilidad, me he recorrido todo el pueblo y no existe otra mejor. Todas las ventanas están enrejadas, incluso los balcones altos y las puertas son blindadas, y, con muchas medidas de seguridad, eso es síntoma de que hay posibles en este infesto lugar, parece que han venido a refugiarse en él gente de dinero, quizá sean casas de fines de semana, no he visto a nadie desde que he llegado y eso que la noche no es demasiado fría y la luna ilumina sus calles, así que esta es mi única opción, malo tendría que ser que me tocasen los únicos pobres del lugar.
Se arrimó a la ventana, miró primero en todas direcciones y no había ningún movimiento. Los cristales estaban sucios, miró hacia el interior limpiando con la manga de la camisa el vidrio y pudo ver una tenue luz que salía de una habitación del fondo, la ventana parecía dar a la cocina. Observó el sistema de cierre y al hacerlo sus hojas se abrieron. Era su día de suerte, se lo ponían en bandeja. Saltó sin dificultad al interior y se dirigió hacia la luz. Un anciano de rodillas frente a la cama en posición de oración. Antes de ir a por él miraría las demás habitaciones.
- hay que ser precavidos, nunca se sabe, puede que haya alguien cuidando del anciano - Pensó.
No había nadie. Era el momento.
- ¡Eh, viejo! - El anciano dio un brinco del susto. - No te me mueras, no quiero cargar con una muerte. Sólo dame lo que tengas de valor y me marcharé.
- Poco tengo. Lo que ves.
- No mientas, he visto el pueblo y creo que aquí hay dinero, sino ¿por qué lo blindan todo tanto?
- ¡Oh! ¿Eso? No hijo, eso es para que yo no entre
- ¿Cómo dice abuelo?
- ¿Sabes? Llevo toda mi vida aquí y, me gusta éste lugar, he tenido una buena y larga vida, y eso gracias a que he procurado que mis vecinos y amigos no sufrieran por mí en noches cómo estas.
- Desvarías viejo, déjate de sermones y dame lo qué tengas.
- Será mejor que te marches por donde has venido hijo.
- ¿Hijo? No soy tu hijo. - Andoni fue hasta él y le golpeó con el dorso de la mano. - No quiero hacerte daño, pero si no me haces ca... - De repente el cuerpo del anciano sufrió una metamorfosis y se cubrió de pelo transformándose en un bonito y viejo lobo. Saltó sobre Andoni que no tuvo tiempo para darse cuenta de lo que ocurría.
- Buenos días Manuel. - Saludaba un vecino al viejo. - Hoy ha madrugado usted. ¿Una noche movida acaso?
- Sí, muy movida y gracias a eso podré pasar un invierno más.
- Me alegro verle con tanta energía. Espero que no se perdiera mucho.
- No, era cuestión de tiempo.

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