Cyaram Mèin. El soldado sin alma. (IX y último).
El hijo de Apolonio llamó al resto de hombres dentro del castro, para ayudar a sus hombres en el campo de batalla. Los arqueros se prepararon para el ataque que les llegaba. Los soldados ya no eran conscientes de por dónde eran atacados, ni unos ni otros, todo era un caos. La lluvia, el barro, la sangre y el miedo les impedía saber la realidad. Tan sólo los más adiestrados eran capaces de discernir si amigo o enemigo. Eòghan se movía con soltura, pegado a él, Maol, Crewe y Cromwell. Cuatro soldados de gran envergadura que golpeaban y cortaban extremidades, pues los escudos y las corazas de los Romanos eran fuertes y tenían que atacar donde estaban descubiertos. Los Celtas no tenían ropa y sus escudos no eran tan duros, pero eso les hacía más rápidos en el combate. Cortaban y seccionaban con rapidez y la sangre y vísceras se hacían sus aliadas. Los legionarios no podían hacer gran cosa y se defendían como podían, pero llegó la ayuda desde el castro y de pronto una lluvia d