Emboscada.
…Adrián hizo una señal a sus hombres para que se prepararan. Se fueron dividiendo para pillarles por los cuatro flancos. Adrián daría la señal, cuando estuviera seguro de que no había más. El grupo de celtas, parecía no percatarse, de no saber lo que se les venía encima, y así era, aunque Deva tenía a sus arqueras preparadas, vigilando desde los árboles, no habían advertido la presencia de los cinco hombres. Todos estaban esperando la señal. Adrián no veía a nadie más ni siquiera a las arqueras, pero no se fiaba. Su instinto le advertía que había algo o alguien más. —«Si al menos la maldita lluvia cesara por un momento» —Maldecía para sus adentros. Sacó su espada. La bajaría como señal para los guardias pretorianos. Los cuatro estaban pendientes del ademán. Parecía que el tiempo se había detenido. Cuando el inconfundible sonido de un caballo, que provenía desde detrás de ellos, les alarmó. Se giraron raudos, al igual que lo hicieron las arqueras, y vieron a un joven soldado