El de la esquina.
Ese era él, el que permanecía en silencio, lejos de todos y de todo, entre las sombras de la mazmorra del extraño ser en el que se había convertido. Un ser que se alejaba, cada vez más, del mundo exterior. El bicho raro del que todos escapan, del que huyen y al que temen. Y no porque quisiera, sino porque el miedo, la ignorancia y la sociedad marginan al menos preparado o al que alguien o algo, como el azar, ha decidido que no debe formar parte del entramado que es el resto de los humanos, pero ¿qué es lo que les diferencia de nosotros? Si miras bien te das cuenta que… nada, no hay nada que los diferencie de nosotros, pero le ha tocado, igual que te podía haber tocado a ti, o a mí, pero le ha tocado a él. El animal más fuerte se aprovecha del débil para subir en la escala. Su mirada era fría y distante, sus hombros estaban curvados hacia el suelo y su mirada siempre fija en sus pies, como si la tierra lo llamara y tuviera miedo a tropezar si levantaba la vista. En su inter