La trinchera.
Llega tarde. Escuchaba como pasaban los misiles por encima de mi cabeza, era el silbido de la muerte, así lo llamaban, y las balas cada vez se iban acercando más. Esperaba una señal que indicara el final, que todo había acabado, fuera buena o mala, pero que terminara. Había decidido seguir en pie, mientras esperaba, llegaba ya tarde, y pensaba que quizá esa idea no había sido ta buena. Me levanté despacio, sin prisa, ya nada tenía mucho sentido. Llegaba tarde, sólo tenía que aguantar hasta que el sol acogiera a los hombres tras la trinchera. Ya legaba tarde. La lluvia de proyectiles se intensificaba y el enemigo se acercaba. Enemigo, que palabra, quién es el enemigo, ya no reconozco a los amigos y los que intentan acabar con nuestra vida están tan asustados como nosotros. Ahora oigo un sonido diferente y sus sombras nos cubren, son aviones que parecen buitres buscando algo con lo que alimentarse, pero tan solo encontrarán almas desnudas y hombres asustados. Llega tarde. Aho