Un breve encuentro.
Fue breve, una noche como esta, cálida y serena, la vida en una calle desierta. Quiso acompañarla y la luna fue testigo de ese beso furtivo. Breve como una estrella fugaz, como la luz de una vela en una noche de cuento. La luna observa al caminante, siente que su alma escapa, que deseoso está de encontrar esa ánima de mujer errante. Las sombras de la noche llaman a ese ser que ansía ese beso, que escapó de una noche de luna sangrante y sexo. Siente que el aire lo envuelve, sabe que las sombras esconden, lo que la ciudad teme y las miradas se apartan, nadie quiere ver, nadie quiere saber, nadie quiere conocer el destino del hombre y esa mujer. Ya su cuerpo no obedece y desde que la besó, sueña con ella, siente su pena. En cada esquina, en cada portal, en cada callejón y escalera, ve la silueta de esa bella mujer. Una sombra oscura acecha al caminante de la ciudadela. La luna sangrante llama a la mujer sedienta de sangre. Ya es tarde para el caminante y aunque su alma sentenc