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Mostrando entradas de junio, 2024

Sin despedidas.

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Es esa sensación de cuando pasas por un lugar donde tienes ese recuerdo. Más que un recuerdo sientes como todo a tu alrededor cambia y regresas al día en que todo sucedió o a la edad donde todo pasó. Porque más que recordar, regresas, das un salto al pasado. Notas que todo lo que te rodea se transforma y es tal y como lo recordabas. Por un segundo, por una décima de segundo, por una milmillonésima de segundo, vuelves a ese día, a esa sensación. Un segundo después intentas desplazarte de nuevo, pero no puedes, y si lo haces el viaje es más corto, y cada vez que lo intentas la sensación se va recortando, hasta que ya no te es posible hacerlo. Y eso te frustra. Creo, que no se recuerda, que se viaja al pasado por un segundo. Es ahí, en esa esquina, donde los recuerdos se vuelven sensaciones, donde la realidad es otra, es ahí, donde viví esa despedida de la que nunca me deshice, la despedida que nunca hice y que nunca me abandonó. El tiempo se detuvo en ese instante, ese moment

Una nota en el espejo

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Un nuevo día llega, un nuevo amanecer nos descubre. Despierto sin miedos, sin sueños. Esa mañana que nos libera, esa mañana que nos seduce, abro de par en par mi alma, y entra esa luz que nos abraza, nos rompe, nos compone y descompone. Pronto llegará la noche y con ella los sueños, que nos acogen y recogen, nos acunan y cuidan, pero al despertar otros sueños nos acogerán, sueños verdaderos, sueños sinceros, sueños de los que no quiero despertar. La luz se esparce por la habitación, parece romper las leyes del universo, y me parece ver cómo viaja lento a través de la estancia hasta llegar donde yace el cuerpo de una hermosa mujer desnuda. Suave, la luz se desplaza, como si el tiempo se hubiera detenido, apoyándose en sus caderas y deslizándose por su cuerpo, como temiendo despertarla. No recuerdo muy bien cómo he llegado hasta aquí ni de quién es el cuerpo que me acompaña. Su piel es blanca, parece dormida. Las imágenes se me suceden, como fotogramas. Y como entre dulces y

El sótano, el balón y …

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… Dani miraba otra vez la puerta que daba al sótano. El balón se había clado por esa claraboya abierta. El resto del grupo esperaba que entrara, y ahora no iba a mostrar debilidad. Tenía, debía demostrar quién era el líder, quien mandaba en el grupo, el macho alfa. Miró a sus amigos, estos esperaban. No podía dudar y entró llevando una mochila, en la que pensaba meter el balón. La había vaciado de libros para ello. Es la oscuridad cuando, junto con el silencio, se alimenta de nuestra soledad, y se devora a nuestros sentimientos, y es en ese momento cuando los fantasmas de nuestro pasado nos miran, nos hablan, nos susurran a nuestra espalda. Y es entonces cuando eres consciente de que han estado ahí, toda la vida y nos han enseñado nuestro mundo con sus ojos, sin dejarnos decidir, obligándonos a bajar la mirada, como si la tierra nos llamara, hasta que se apoderan de nuestros más oscuros secretos y nuestros recuerdos resultan velados por esos miedos, que nos abrazan y nos ha

Aguafiestas.

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… Lucas recordó aquella ocasión en la que entraron en una casa. Era el novato, así lo llamaban en comisaría. Los vecinos habían denunciado ruidos extraños que provenían de una casa donde vivían un matrimonio con sus dos hijos, un niño de unos nueve años y una adolescente. Los vecinos decían que les veían discutir a menudo, y que llevaban mucho tiempo sin ver a sus hijos. Era un asunto para el novato, dijeron. Cuando llegaron, la casa estaba en silencio. Ya era tarde, y era lógico que durmieran, y más teniendo en cuenta que tenían un niño y una adolescente que tendrían que madrugar. Pero era tanta la insistencia, que llamaron a la puerta. Nadie contestó. Eso les hizo sospechar. Dieron un rodeo a la casa y vieron ropa en el suelo del jardín trasero. La puerta en ese lado no estaba cerrada con llave, así que entraron. El compañero de Lucas gritó que eran de la policía, lo que marca el protocolo. Nadie contestó. Inspeccionaron toda la planta baja, sin resultado. La casa estaba