Aguafiestas.
… Lucas recordó aquella ocasión en la que entraron en una casa. Era el novato, así lo llamaban en comisaría. Los vecinos habían denunciado ruidos extraños que provenían de una casa donde vivían un matrimonio con sus dos hijos, un niño de unos nueve años y una adolescente. Los vecinos decían que les veían discutir a menudo, y que llevaban mucho tiempo sin ver a sus hijos.
Era un asunto para el novato, dijeron.
Cuando llegaron, la casa estaba en silencio. Ya era tarde, y era lógico que durmieran, y más teniendo en cuenta que tenían un niño y una adolescente que tendrían que madrugar. Pero era tanta la insistencia, que llamaron a la puerta. Nadie contestó. Eso les hizo sospechar. Dieron un rodeo a la casa y vieron ropa en el suelo del jardín trasero. La puerta en ese lado no estaba cerrada con llave, así que entraron. El compañero de Lucas gritó que eran de la policía, lo que marca el protocolo. Nadie contestó. Inspeccionaron toda la planta baja, sin resultado. La casa estaba en completo silencio. Según fueron subiendo las escaleras de acceso a la segunda planta, percibieron un leve, pero continuo sonido, era como el quejido de una persona, como cuando alguien intenta gritar, pero algo o alguien se lo impide. Actuaron rápido. El sonido provenía de una de las habitaciones. Las demás estaban abiertas, las revisaron echando un rápido vistazo, siempre actuando según el protocolo. Se posicionaron en la puerta que permanecía cerrada. El compañero de Lucas se colocó en un costado y él abrió la puerta gritando:
—«¡Policía!».
La imagen se les quedó grabada en la retina. Ellos dos en la puerta apuntando a una pareja. Ambos desnudos. Ella atada a la cama con la boca tapada por un pañuelo, y él, de rodillas, con la cabeza hundida entre sus piernas. La mujer abría tanto los ojos, que Lucas creyó que se le saldrían de sus órbitas, igual que en los dibujos animados.
Resultó que la pareja, aprovechando que sus dos hijos se iban de campamento, decidieron tomarse una semana de vacaciones y hacer lo que hacía mucho tiempo que no podían, por culpa del trabajo y los hijos.
Fueron unos meses muy duros para Lucas y su compañero. En la comisaría les tomarían el pelo durante mucho tiempo.
Se quedaron con el mote de los Aguafiestas…
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