Tiempo de decisiones ( II )





Comenzaba el invierno, era un invierno duro, se había instalado un frío polar intenso, una ola de frío que duraba ya una semana.
El viento, la lluvia y el frío, estaban haciendo mella en la gente, los bares como único refugio y yo me encontraba entre el invierno climatológico y el invierno en mi corazón.
La gente en el bar seguramente se preguntaba que qué hacía ese zumbado en la calle con la que estaba cayendo, pero puedo asegurar que En ese momento no sentía nada, el frío dentro de mi era mayor que el exterior. Miraba hacia dentro sin ver.
Un niño que estaba en los brazos de su padre me señalaba y preguntaba algo. El padre le bajaba la mano y le reprochaba que me señalase, yo tan solo pensaba en Asun, ni siquiera se despidió de mi, me dejó sin previo aviso. Me encontraba en ese trance cuando un camión me despertó de golpe. Pasó a toda velocidad pisando un charco helado, empapándome de arriba a abajo.
- ¡Será hijo de puta! - El camión siguió su marcha sin percatarse, y si lo hizo no le importó lo más mínimo.
Decidí entrar en el bar para secarme y tomar algo caliente, ahora sentía el frío, el camión me despertó de golpe.
Al abrir la puerta el gélido aire entró en el local y todos me miraron como diciendo " Cierra ya esa puta puerta y entra". Me dirigí a la barra donde me esperaba el barman, llevaba un trapo atado a la cintura con el que se limpiaba las manos y un palillo en la boca al que ya le quedaba poco de vida útil y en breve sería reemplazado por otro.
- Fríos días amigo.- Me dijo el barman.- Parece que le han puesto a caldo.
- Si. Un cortado por favor, me gustaría secarme un  poco ¿Me puede indicar donde está el baño?- Me señaló con la mano al fondo de la barra.
- No lo deje todo perdido.
No le contesté y fui hacia el wáter. Un hombre salía de ellos y me dirigió una escueta mirada, como si se avergonzara de algo. Al entrar lo entendí, no había quien entrase del olor y lo había dejado todo perdido, el suelo se encontraba empapado de agua y el papel era escaso, me seque como pude con el secador de pared y con el poco papel que quedaba, me quité el abrigo y me seque también con el.
Cuando salí, el café estaba esperándome. Un hombre con su mujer a mi derecha discutían sobre algo que él se había olvidado, ella se levantó y salió por la puerta y él la siguió lo cual aproveché yo para ocupar su mesa.
Lo cierto era que la noche estaba desapacible y la lluvia dejó paso a la nieve. Nadie pensaba que el invierno llegaría tan pronto.
Las puerta se volvió a abrir y entró la pareja que discutía. Me miraron.
- Que rápido es usted.- me dijo la mujer.
No le contesté, volví a mirar a la calle.
Quisiera en algún momento detener el tiempo, saber de tus suspiros, beber de tus labios. Ojala las plegarias llegaran hasta ti, recuerdo esos atardeceres, paseando de la mano, besándonos en cada banco. Desde que te fuiste los veranos se vuelven otoños y estos son inviernos. Las ventanas comenzaban a empañarse y aproveche para dibujar un corazón y su nombre. De pronto la música del local subió su volumen y una canción sonó con fuerza.
- " Sobre un vidrio mojado escribí, tu nombre sin darme cuenta"
El barman corrió al aparato de música y lo apagó.
- Lo siento, no se que ha pasado.- Se disculpó
Cuando volví la cara al cristal, el dibujo se deshacía con el agua del vaho y en la calle una figura de mujer observaba la cafetería. Por unos segundos perdí su visión al pasar por delante un camión, luego ya no estaba. Quise saber que había sido de ella, pero no conseguía verla
Otra vez la maldita puerta y... La mujer, vestida como en las películas de los años veinte, un abrigo hasta los pies, un sombrero de ala ancha, una falda de media pierna y tacones de escándalo, llevaba un cigarrillo con boquilla en los labios y las manos enguantadas. Era preciosa, esos labios color rojo intenso le hacían más sensual.
- Perdone señorita.- Le llamaba el camarero.- No se puede fumar en este establecimiento.
La mujer le miró con cara de querer asesinarle.
- No estoy fumando, venía a pedir fuego, si algún caballero es tan amable. La visión, la verdad, es que era cómica, todos los hombres con cara de tontos buscando un mechero para darle fuego, incluso los que no fumaban desearían hacerlo en ese momento y las mujeres con ganas de asesinar a sus parejas y mirando a la recién llegada y odiándola por ser tan escandalosamente guapa.
La mujer se dirigió a mi, no se si porque estaba solo o por alguna razón que no llego a explicarme.
- ¿Me das fuego vaquero?- No podía dejar de mirar sus carnosos labios.
Pasa ante mi todo como a cámara lenta y sus palabras penetran en mi, busco el mechero y le doy fuego.
- ¡Señorita!- Volvía a insistir el barman.- Ya le dije que no se puede fumar.
No hizo caso al camarero y se sentó conmigo mientras fumaba.
- Creo que se va a enfadar como siga fumando.- Le advertí.
- ¿Como te llamas?- Me preguntó.
- Jorge.- Me presenté.
- Jorge, busco a alguien, debería estar en este bar, pero no está y ya no se que hacer.
El camarero se presentó en nuestra mesa y se encaró a la mujer.
- Apague ese cigarro ahora mismo o llamo a la policía.
- ¿Tu que harías? ¿Seguir con el plan establecido?- Continuó con la conversación como si no fuera con ella.
- Último aviso.- La cosa se iba caldeando y de pronto todo cambió.
- ¡Deja de tocarme los ovarios! Estoy intentando tener una conversación con este señor.- Se abrió el abrigo y sacó dos pistolas con las que apuntó al barman, con una en los testículos y la otra en la cabeza.- ¡vuelve a molestar y tendrán que hacerte un agujero para que puedas mear, cabrón de mierda! ¡Y ahora dame las putas llaves del bar! ¡Y lo advierto al que se le esté ocurriendo hacer una tontería como por ejemplo intentar pirarse de aquí, que lo haga bien o sino que ni lo intente
Buscó en un cajón y le entregó las llaves. Cerró y se volvió a sentar conmigo.
-  Dime vaquero tu que harías.
- ¿De que?- Ya no me acordaba que me estaba diciendo.
- ¿Es que no me escuchas? Que si seguirías el plan o lo dejarías. Esto se puede poner muy chungo ¿Lo sabes verdad?- Moví la cabeza de forma afirmativa.
- Pues bien. Dime, ya que mi compañero no ha venido ¿Quieres venir conmigo? Tu no tienes mucho que perder, he visto el corazón que has dibujado y su nombre, te ha dejado ¿verdad?
El corazón parecía salirse de su sitio, " Te ha dejado" , claro que me ha dejado estúpida, de pronto ya no me gustaba esa mujer, de repente quise asesinarla, no tenía ni puta idea esa zorra engreída del porque me había dejado. Y pretendía que me fuera con ella, adonde... Pensándolo bien, tampoco era mala idea, si su plan era atracar la cafetería y me voy con ella nos perseguirán y la pasma acabará con nosotros en el mejor de los casos. Y yo haré lo posible porque así sea.
- Que coño, me apunto.- Le dije levantándome y mostrando mi mano para que me dejara una de las armas. La mujer no se levantó, me miró de la forma en que miras a alguien que te toma por estúpido y te dan ganas de romperle la cara.
- ¿Te crees que soy gilipollas? ¿Acaso te piensas que te voy a dar una puta pistola? Y tú, ¿Te crees acaso muy valiente? - Apuntó con su arma al hombre que había dejado inservible el baño y le advirtió.- Deja el puto móvil en la mesa y apártate. Que si pensáis que por estar hablando aquí con mi amigo no me entero es que no me conocéis.- Se levantó de la mesa y se dirigió a todos los allí presentes.- Ahora vais a dejar todos, y cuando digo todos es todos, el móvil encima de la mesa y apagados y se los vais a entregar aquí a mi amigo Jorge, el os lo guardará y cuando todo esto termine os los entregaremos, si es que os habéis portado bien.
Se dirigió a la barra y arrancó el cable del teléfono y cogió el móvil del barman.
Todos y cada uno de ellos me fueron entregando los teléfonos, todos menos uno, todo plan por muy perfecto que sea tiene una fisura y el suyo fue ese, no se percató en mi móvil, nuca pensó que sería yo la que le traicionaría, nunca sospechó que tenía un kamikaze entre sus filas. Lo que ella no sabía es que mi plan era morir, que desde que mi amada mujer se murió no hago más que pensar en reunirme con ella. Y cuando menos lo esperaba marqué el 112 y dejé el micrófono encendido entre todos los móviles. Tres minutos después la mitad de las patrullas de la comarca asomaban con sus vehículos por el local.
- ¡Quien cojones ha avisado! - El enfado era tal que reunió a todos los presentes y les  obligó a arrodillarse, ni siquiera se apiadó del niño.- Me cago en tos vosotros, ahora mismo quiero que salga el que ha llamado sino empiezo a reventar cabezas.
Nadie se movió porque nadie había sido y yo jamás pensé que estuviera tan loca y menos con tanto policía fuera. Los siguientes minutos fueron los más angustiosos de mi vida, como si de un maldito pistolero se tratara comenzó una masacre a dos manos. Los gritos se escuchaban por encima de los tiros y fue entonces cuando reaccioné.
- ¡PARA MALDITA LOCA, HE SIDO YO!- Grité con todas mis fuerzas mientras la empujaba.
Hubo un breve silencio, tan solo se escuchaban los gemidos de los heridos y de los familiares de los muertos. La policía fuera se escondía detrás de los coches patrulla sin saber muy bien que ocurría.
- ¿Por qué has hecho eso vaquero?
- " SOBRE UN VIDRIO MOJADO ESCRIBÍ, TU NOMBRE SIN DARME CUENTA"- La maldita radio se había vuelto a poner de nuevo en funcionamiento y la reacción de la mujer debido a sus nervios fue rápida y de un certero disparo destrozó el aparato musical.
- ¿Me queréis volver loca?- El camarero no respondió, a decir verdad ya no volvería a responder nunca más. Fue el primero en morir.
Me apuntó con su arma izquierda.
- Tú serás el primero en salir de este antro conmigo y sino te matan los maderos lo haré yo.- Mi sonrisa fue amplia lo que le enfureció más, me golpeó con su arma derecha en la cabeza y me disparó a bocajarro dejándome con vida y acto seguido mató a todos.
- ¿Ves lo que has conseguido?- No dejaba de mirar sus labios carnosos.- ¡Eh! Te estoy hablando.- Otra vez me quedé en trance y el camión me volvió a empapar.
¡Será hijo de puta! - El camión siguió su marcha sin percatarse, y si lo hizo no le importó lo más mínimo.
Decidí entrar en el bar para secarme y tomar algo caliente, ahora sentía el frío, el camión me despertó de golpe.
Al abrir la puerta el gélido aire entró en el local y todos me miraron como diciendo " Cierra ya esa puta puerta y entra". Me dirigí a la barra donde me esperaba el barman, llevaba un trapo atado a la cintura con el que se limpiaba las manos y un palillo en la boca al que ya le quedaba poco de vida útil y en breve sería reemplazado por otro.
- Fríos días amigo.- Me dijo el barman.- Parece que le han puesto a caldo.
- Si. Un cortado por favor, me gustaría secarme un  poco ¿Me puede indicar donde está el baño?- Me señaló con la mano al fondo de la barra.
- No lo deje todo perdido.
Esto no era normal, estaba ocurriendo lo mismo, otra vez, el hombre del wáter salía mirándome de soslayo y la pareja que salía enfadada y me dejaban la mesa, todo iba ocurriendo y de pronto la canción y la mujer en la calle. Esta vez no, no por mi culpa.
Corrí dentro de la barra y de la caja cogí las llaves del bar.
- Que coño se cree que está haciendo.- me decía el barman.- No le presté atención y cerré el bar, acto seguido llamé a la policía y les dije que iban a atracar el local. La mujer se acercó a la puerta y me miró extrañada, no comprendía que estaba ocurriendo, un coche patrulla se acercaba, de pronto la mujer frunció el ceño, sacó un arma y disparó.

- Hola cariño ¿Estas bien? Era inevitable tu muerte, pero tenías la oportunidad de cambiar el destino de los demás y elegiste bien.

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