El río ( II )

Hacía media hora que el chivato de aviso de rueda pinchada estaba activado y no encontraba ni una gasolinera donde poder hinchar la rueda, ni algún sitio donde parar la autocaravana para poder cambiarla. El aire acondicionado estaba activado al máximo. Esto era horroroso, ella que había venido al norte para huir de las altas temperaturas y se encontraba con esto.
 - Sandra, por favor quita esa música estridente y pon algo mas suave, o apaga la radio.- Le dijo Natalia a su adolescente hija.
 Natalia que trabajaba como enfermera en un hospital de Sevilla, se había cogido unas merecidas vacaciones para poder estar con su hija, ya que durante todo el año no había podido estar con ella mucho tiempo. Su padre se había encargado de ella casi todo el tiempo. Después de su separación habían llegado a un acuerdo para su educación. La verdad es que ella no tenía mucho tiempo, el trabajo por turnos y los fines de semana la comían el tiempo, pero lo llevaba bastante bien. Su hija la adoraba pero cuando le dijo que tendría que ir con ella de vacaciones al norte, se opuso con fuerza e intentó por todos los medios no ir. Pero su padre la convenció .
-Además no vas a poder estar conmigo en verano, tengo mucho trabajo atrasado y la mitad de la plantilla está de vacaciones, así que no podre estar contigo.- Le dijo su padre. Pero lo que no quería Sandra era dejar Sevilla porque se había echado un novio en el último mes y se negaba a dejarlo. Pero no le quedó más remedio y ahora wasapeaba con él y no hacía mucho caso ni a la música ni a su madre.
 - ¡SANDRA!- Gritó Natalia
 - Joder, mamá, que susto me has pegado.
 - ¿Que has dicho? Que palabras son esas, quien coño te ha enseñado palabrotas ¿El cabrón de tu padre o esa putilla que tiene como novia?
 - Jajaja.- Rió con ganas Sandra.- Pero mamá te has escuchado alguna vez, si tu eres la mayor palabrotera que conozco. Jajaja. Y papá no tiene novia, te lo he dicho mil veces.
 - Me da igual, tu no tienes que hacer lo que yo hago y si tu padre no tiene novia ¿porque me dejó?
 - Tu sabrás mamá, quizá fuera por tu mala leche ¿Lo has pensado?
 - ¿Yo mala leche?- Dijo señalándose con el dedo.
 Se miraron y las dos se echaron a reír.- Jajaja, jajaja.- Pues sí la verdad, un poco sí.
 - Mira mamá un sitio para parar, una explanada con mesas para poder cenar algo. Para ahí.
 Se arrimaron a la derecha y fueron bajando hacia el merendero despacio con miedo a la rueda pinchada.
 - Mira.- Señaló Sandra el coche que se encontraba con la puerta abierta.- Que raro, la puerta abierta y no hay nadie por aquí.
 Pararon la autocaravana en una esquina y tras comprobar que no había nadie se bajaron.
 - Ten cuidado Sandra.- Le dijo cuando echó a correr hacia el coche.
 - No hay nadie y hay un teléfono móvil en el asiento.
 - Déjalo, no toques nada.

Mikel se estaba centrando más en el río, que seguía creciendo y los animales acuáticos que en los perros. Se puso de pie.
 - ¡Hola! Mikel giró rápidamente y vio dos figuras de mujer en la orilla.
 - Pero... Y los perros ¿como lo habéis hecho?
 - ¿De que está hablando?- Dijo Natalia.
- Los perros, había diez perros salvajes ahí mismo.
 - No hemos visto ningún perro, solo le hemos visto a usted.
 Sandra comenzó a bajar hacia el agua, se agachó para mojarse con el agua la cara.
 - ¡NO!- Gritó Mikel.- No te metas en el agua, corred hacia el coche y no miréis atrás.
Sandra y Natalia se quedaron mirando a Mikel con cara de extrañeza, Natalia empezaba a pensar que no estaba bien de la cabeza.
 - Sandra.- Dijo Natalia a su hija sin quitar la vista de Mikel.- Sube sin correr, pero rápido, vámonos de aquí.- Estiró la mano, agarró a su hija por el brazo y tiró de ella.
 - ¿Que pasa mamá?
 - ¿Has visto esa sangre? ¡Dios mío, que le ha pasado!
 - Ha sido uno de esos perros.
 - ¿Que perros? No hemos visto ningún...- Comenzó a decir Sandra.
 - Ahora callaos y sin pensarlo venir corriendo hacia aquí.- Les dijo Mikel mientras señalaba hacía detrás de ellas.
 Los perros se agolpaban y estaban apunto de saltar, cuando Sandra y Natalia miraban hacia los perros asustadas y sin reaccionar, notaron un tirón y se dejaron llevar por Mikel que se había llenado de valor y había cruzado hasta la orilla tirando de ellas. Los perros saltaron sin poder alcanzarlas. Corrieron saltando entre las piedras pero no se atrevieron a entrar en el agua. Se quedaron ladrando y gruñendo a los tres.
 - ¿Que coño esta pasando? .- Dijo Natalia entre sofocos abrazando a su hija.
- ¿porqué nos atacan y porqué no llegan hasta aquí?, solo tienen que nadar un poco.
 - Buena pregunta señora. Yo tampoco se que esta pasando, pero si se porque no saltan hasta aquí. Miren detrás nuestro. Miraron hacia detrás y vieron algo en el agua que no sabían bien lo que era.
- ¿Que mierda es esa?.- Dijo Sandra.
 - No lo sé, solo sé que ellos les tienen miedo, y yo también, pero lo peor viene ahora, el cauce del río está subiendo y no se porqué, por que no ha llovido desde hace días, no tiene sentido y como no encontremos la manera de salir de aquí, o bien nos comen esos monstruos de río o si vamos hacia tierra nos comen los de tierra.
 - ¡Que de puta madre! dijo Sandra mirando duramente a Mikel.- Osea que nos salvas de esos putos perros para que muramos sufriendo aquí.
 - Niña, no me jodas, podías darme las gracias al menos, ahora estamos los tres aquí y podemos pensar que hacemos.
 - ¡Eh! Cuidadito con lo que le dice a mi hija.- Dijo Natalia mientras le golpeaba con el índice en el pecho.
 - Pues un poco más de educación es lo que le falta.
 - Dejad de discutir.- Dijo Sandra.- Y mirar lo que está pasando.
El río iba creciendo cada vez más y los peces se iban acercando.
 - Tenemos que hacer algo.- Dijo Mikel. Despistar de alguna forma a esos animales para que podamos cruzar a la otra orilla.
 - Bien.- Dijo Sandra.- Le echamos a usted al agua y mientras se lo comen, nosotras escapamos y fin. - Muy graciosa. Pero no es ninguna tontería, podría ser la solución, si consiguiéramos hacer que uno de esos perros sirviera de alimento para los peces, lo podríamos conseguir.
 - Bien, pues le pondremos de cebo para los perros. Jajaja.- rió con ganas Sandra.
 - Su hija es muy graciosa, eh.
  - No lo sabe usted bien.

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