Fantasmas


 Descendió los 14 escalones que separaba la casa con la calle, saltando de dos en dos, miró hacia ambos lados de la acera, le había parecido verla, no podía ser, hacía tanto tiempo.
Ander se acordaba de ella, había pasado mucho tiempo, él creía que había muerto, se lo habían dicho, sin embargo habría jurado que acababa de pasar.
Cogió el teléfono y la buscó, no sabía porque, pero no había borrado su número. Ahí estaba. Norma!! , titubeó si marcar o no hacerlo, que le diría, no se le ocurría nada, que le echaba de menos, que había llorado hasta casi morir de angustia tras su partida sin previo aviso, sin un por qué y después, cuando había pasado tanto tiempo, demasiado, una terrible eternidad, alguien le dice que alguien le había contado que había muerto, que quien se lo había contado lo sabía de muy buena tinta. Y 7 años después, cuando ya no se acordaba de ella, vuelve  aparecer como un fantasma, fugaz, casi imperceptible, pero ahí estaba, estaba casi seguro, tan solo tenía que marcar el número ¿Y si había cambiado de teléfono? Era casi con seguridad lo que había sucedido, todavía no sabía porque no lo había intentado antes, llamar por si estuviera viva, llamarlo miedo. Movió el dedo, llamar o colgar, se decidió por marcar, puso el auricular en la oreja izquierda y nada, no daba señal y cuando ya lo iba dejar.
- ¿Si?- Su voz al otro lado del auricular, era ella, esa voz era inconfundible, cerró los ojos y se puso a temblar, no sabía que decirle
- Hola Norma -le dijo sin mucho convencimiento-
- ¿Ander? No juegues déjame en paz, por tu bien. No me sigas.
El terrible " Pip, pip, pip" al colgar, por qué le había colgado, por qué le había dicho eso y por qué había desaparecido y no se había puesto en contacto todos estos años y de pronto aparece por el pueblo.
Volvió a la casa y se puso delante del ordenador a trabajar, pero no se podía concentrar y salió a dar una vuelta y despejarse, se acercó hasta el parque y se sentó frente al estanque, un sinfín de patos, ocas y cisnes nadaban por él , un niño jugaba junto a su abuelo con un barquito con mando a distancia y unas mujer corría con su perro atado a la cintura, cuando escuchó unos pasos que se acercaban por su espalda pisando las piedrecillas del camino con fuerza y se detuvo justo detrás de él.
- No me mires, no me hables, solo escucha -Dijo la misteriosa voz de mujer-  No se que ha pasado, ni siquiera se que hago aquí, lo único que se es que no deberías haberme visto y menos hablar conmigo, no me sigas ¿lo entiendes? Déjame , por tu bien te lo pido.
- Pero...-comencé diciendo-
- Te he dicho que no me dirijas la palabra. Ahora me voy a ir y tu te vas a quedar ahí sentadito y te olvidarás que me has visto y menos que hemos hablado.
Estuvo durante dos segundos pensando en lo que le estaba contando, se dio la vuelta, pero ya no había a rastro de ella.
Se levanto despacio y ojeando todo a su alrededor. No se veía rastro de Norma, fue extraño, y lo que vino a continuación más. Notó, fue más una sensación que una certeza, que alguien le observaba, se giró en varias ocasiones, pero no pudo ver nada ni a nadie.

Entró en un bar a las afueras del pueblo. Una cafetería con grandes cristaleras, la calle estaba poco iluminada y apenas se veía a 25 metros, la noche había caído rápido debido a la acumulación de nubes. Miraba abstraído en sus pensamientos cuando la camarera le interrumpió.
- Su cortado señor, cargadito y bien caliente.
- Gracias -Le Sonreía mientras arrimaba la taza-
Echó el azúcar y mientras revolvía volvió a mirar en dirección a la calle y una pequeña llama de un mechero llamó su atención. Al otro lado de la calle, bajo la marquesina del autobús, un hombre encendía su cigarro, las sombras y una gorra le protegían y no dejaban ver su rostro, pero había algo que no le era del todo desconocido, le recordaba a alguien y no conseguía acordarse.
La luz del cigarro le recordaba de vez en cuando que el hombre seguía ahí, porque era tal la oscuridad y sus ropas oscuras le ocultaban de la vista.
- ¿Roberto? No puede ser. Esto que demonios es, que está pasando.
Salió corriendo de la cafetería dirigiéndose a la marquesina y la sombra que momentos antes era un hombre había desaparecido, ya no estaba.
- Esto no puede estar ocurriendo -se dijo echándose las manos a la cabeza- Es de locos -De pronto una imagen vino a su memoria, instantes antes, la camarera le servía el café y esa imagen y una vieja foto en blanco y negro se mezclaban en su revuelta cabeza- No puede ser, me tengo que estar volviendo loco.
Volvió a la cafetería y se sentó a tomar su café mientras esperaba que la camarera volviera a salir, pero el tiempo pasaba y se quedó traspuesto o eso pensaba, porque cuando miró frente a él la camarera estaba sentada mirándole.
- Ander, Ander. Escúchame bien. Que piensas que estas haciendo? no juegues con nosotros, esto es más peligroso de lo que piensas. No quiero que me sigas ¿Me has entendido cariño? Todo llegará en el momento que tenga que ser y éste no es el camino -Se levantó, le dio un beso en la frente y se marchó de la cafetería-
Ander no dejaba de pensar en esa mujer y la vieja foto que tenía en su casa. Tomó su café y salió sumido en sus pensamientos hacia su casa. Buscó en la caja de zapatos donde guardaba las fotos antiguas de la familia y ahí estaba. No la había conocido, era su madre. Murió cuando él tenía dos años, no tenía recuerdos de ella, y esa mujer era igual que su madre. Tres personas en un mismo día, primero Norma, a la que creía muerta, luego Roberto, de ese estaba seguro que estaba muerto, aunque no estaba seguro que aquél hombre fuera él, puede que fuera sugestión, y por último su madre y lo curioso es las advertencia que le hacían. Quería respuestas y no pararía hasta obtenerlas. Lo que estaba claro que su madre no podía ser, aunque no hubiese muerto no podía tener el mismo aspecto, habían pasado muchos años.
Olvidándose de la advertencia que le había hecho Norma, volvió a llamar. Esta vez el sonido fue diferente, un estridente tono seguido de algo así como una interferencia que hizo que despegase el auricular de la oreja y al otro lado una voz grave como salido del inframundo.
- ¡¡¡ ACASO NO SE TE ADVIRTIÓ!!!
Ander quedó desconcertado. No era la voz que esperaba escuchar, cuando otra voz sonó.
- Ander, déjalo por favor -Y otra vez el temido "Pip, pip, pip"-
Cada vez entendía menos. Intentó relajarse para poder pensar, se sentó en su sofá favorito y cerró los ojos, pero no podía dormir, así que salió a pasear.
Era tarde ya y la oscuridad reinaba por las calles, la niebla era intensa y no se veía un alma paseando, pero la misma sensación que horas antes, alguien le vigilaba. Giró rápidamente y por el rabillo del ojo le pareció observar algo en la esquina de un oscuro callejón, se acercó, pero la falta de luz y la niebla que empezaba a crearse le impedían ver, algo parecía moverse al fondo, se acercó con miedo y pudo ver una figura acercándose, parecía llevar algo en la mano, el miedo se apoderó de él y corrió en dirección contraria mirando en todo momento hacia el callejón, cuando chocó contra alguien.
- Te advertimos que nos dejaras -le advertían las sombras-
Corrió hacia otro lado y le dio la sensación que miles de ojos acechaban en la oscuridad y todos querían hablarle, gente que conocía muy bien, gente que apenas si había visto en algún momento y otras sombras que no sabía que o quienes eran. Corrió y no paró hasta llegar a su casa cuando alguien le agarró por el hombro.
- Tienes que volver a casa, este no es lugar para ti -le dijo la mujer que parecía su madre-
Dio un salto y despertó.

 No era su casa, el techo blanco y... ¿un hospital? Tenía cables por todas partes y una máquina controlando su corazón.
- ¡DOCTOR! -Dijo la voz de una enfermera- Ha despertado. Tranquilo no intentes hablar estas entubado, ahora vendrá el médico.
- Has estado en coma durante tres días     - Le dijo el médico- Temimos por tu vida, estuviste en parada cardiorrespiratoria quince minutos. No sé porque has querido acabar con tu vida. Durante estos días no había forma de abrirte la mano, aferrabas con fuerza  esa vieja foto-
Señaló su mano izquierda.
Ander abrió la mano y miró la foto.
- ¿Quien es? -Preguntó la enfermera-
- Mi madre.

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