La luz.
La noche solitaria y la luna nueva caían como una losa sobre mí, y al entrar en el cementerio, los goznes del portón sonaron anunciando, a los seres que allí vivían, que un extraño ser había roto su descanso. Dejé la puerta entornada, para que no se escucharan más lamentos. Cada sombra me anunciaba un extraño ser que me vigilaba, cada ruido de sus habitantes nocturnos, aves, roedores, grillos y demás especies, me sobresaltaba y me encogía, escondiéndome en cada esquina que encontraba, como si los muertos pudieran verme o escucharme.
No sé porqué razón, cuando yo nunca he creído en fantasmas ni aparecidos, sin embargo, me aterraba la idea de que una mano invisible pudiera cogerme por detrás y arrastrame al inframundo. Notaba un aliento fétido en mi nuca y a cada paso miraba hacia atrás por si me seguían. Un escalofrío recorría mi cuerpo y mi vello me advertía que no flanqueara la gran tumba que tenía frente a mí. Me detuve y dudé si hacerlo o no. Al hacerlo la luz de las farolas más próximas se apagaron de repente, como si algún ente hubiera soplado y con su aliento las hubiera fundido. Me persigné, cosa que no había hecho desde tercero de la EGB. Encendí la linterna del móvil y continué avanzando hasta que llegué al lugar. Estaba como me lo imaginaba. Las ramas de un arbusto habían crecido libres y lo cubrían todo. Debía arrancarlas, nadie las había cortado. Extraje del cinturón el machete y procedí a ello. Una rama se me enganchó en la manga de la chaqueta y creí morir. Pensé por un momento que alguien me había sujetado y dejé caer el móvil. Me agaché rápidamente, pero había caído entre la maleza. Algo me golpeaba en la espalda, como si me tocaran repetidamente con un dedo para llamarme la atención. Pensé en una rama y al echar la mano a ella agarré lo que parecía ser un dedo. Mi corazón quería salirse del pecho, no me atrevía a girarme. No me moví, no sé cuanto tiempo había permanecido así cuando una voz me dijo.
—Todo término, Óscar. Sabíamos que volverías.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, como una corriente eléctrica paso por mis extremidades hasta llegar al corazón. Éste pareció encogerse hasta convertirse en una pasa.
Ahora contempló la luz y sé que todo acabó.
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