quizá no esté todo perdido.




Era curioso. Ya no escuchaba ni me alteraba el sonido del tráfico en la ciudad, ni siquiera el murmullo de la gente al hablar bajo mi ventana, ni el estridente sonido del martillo eléctrico de la obra que sonaba desde hace días frente a mi calle, pero el lejano canto de un gallo me había levantado esa mañana. Sonaba la campana de la iglesia que daba los buenos días. Las siete de la mañana. Y los pájaros alegraban mi despertar. Había olvidado todos esos sonidos, al igual que había olvidado la fragancia de los pinos. Al abrir la ventana vino a mí ese inconfundible olor a hierba mojada por el rocío, ese aroma inconfundible a lavanda, incluso el olor a estiércol que me inundaba me era agradable en ese momento. Me hizo recordar esos momentos de mi niñez. Echaba de menos el olor de la leche recién hervida, rebosando en la cazuela y recogiendo con la cuchara la nata que se desbordaba de ella. 
Corríamos hacia el colegio, mochila en la espalda y canicas, chocando locas, en los bolsillos. Y, al llegar a clase, me llenaba los pulmones con el olor a goma de borrar, el sonido de la tiza en la pizarra. Gritos de felicidad en el recreo. El seco sabor del cigarro, recién descubierto, en mis labios. Peleas en el patio, para saber quién es el más macho. Después nos cogíamos del hombro para demostrar nuestra amistad (ahora, si me ven con otro hombre, pueden pensar que, quizá, no lo soy tanto). 
Ahora miramos al mundo sin ver más allá de una pantalla. Un mundo de tonos, pero un sólo color: el gris. Sin sonidos que nos haga ver la luz de un nuevo amanecer. Sin aromas que nos recuerde que tras la ventana un mundo de sensaciones nos espera. Ya no hay amaneceres, sólo hay mañanas. Ya las puestas de sol perecieron y, en su lugar, una fría luz amarilla en la habitación nos recuerda lo que una vez sentimos, lo que una vez vivimos. 
Las estrellas se confunden con las farolas, y la luna se escapó tras el tejado. 
Apagamos la luz y soñamos, tan sólo eso nos queda… quizá, tal vez, no esté todo perdido.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

El mundo a mis pies.

Soy yo.

Las cloacas del mundo.