Pax
Rompía la mar con fuerza, se erizaba, saltaba salvaje y libre, sacudiéndose en mil pedazos, como lo haría un espejo para después recomponerse y reflejar al cielo y a mí.
Me dejé mojar por la lluvia y la mar, me dejé llevar por los acantilados y quise desaparecer tras ellos. De ellos aprendí que nada es eterno, que todo fluye al igual que la mar, que como las olas todo y todos vienen y van.
Los sueños se me enredan como una maraña de sentimientos, se cuelgan de mí y tras esconderse en las sombras de los recuerdos… corren, se deslizan como las gotas entre los dedos para después desaparecer y volar libres, y yo, con ellos.
Ellos callan lo que cuento. Si escuchas bien, las ánimas te dirán lo que yo no pude decirte.
Tras los acontecimientos que me llevaron hasta aquí, en esa primavera de muerte y deseo, en esa lucha sin fin los encuentro.
No existe el silencio que acalle esas voces, que ahoguen sus rimas y sus risas. No existe la paz tras los muros de la vergüenza. Cualquier lucha o guerra es una vergüenza, pues hombres y mujeres perecen por la sinrazón, sucumben tras los muros de la traición de sus semejantes que no se atrevieron a defender lo que por naturaleza les correspondía.
El universo nos reclama lo que es suyo y con su sinfónica crudeza nos engulle y nos traga.
De la derrota de los débiles sacaré la fuerza para poder ahogar los gritos de los que se hunden en su propio fango en las mismas puertas del infierno.
Ya no necesito el consuelo de los vivos. Las palabras me sobran. Tan sólo comprenderás que yo ya no soy ni el de antes ni el que seré, soy el ahora y soy el que nunca más volverá a ser.
Miro desafiante al enemigo. Compruebo sus fuerzas. Observo mi mano que se aferra a la espada, esa mano que ya no es la mía, es la de todos los caídos y la de todos los que llegarán. Siento su poder. Cierro los ojos, extraigo la daga y me tatúo con mi sangre en el brazo un deseo : «Pax», ahora ahogado por el hombre que cree que el final de la guerra significa amor entre los supervivientes.
Tan sólo deseo que mi muerte sirva de misiva y que alguien comprenda que no existe la paz en las tierras conquistadas.
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