En busca de un hogar.




Quise rebelarme, igual que lo hacen las nubes rasgando el cielo, quise huir, saltar al vacío, esperando que el mundo me olvidara, no quería ser rescatado. Sinceramente, quería desaparecer, igual que desaparece la niebla tras la salida del sol, igual que el arco iris tras su fugaz visita, quería ser un bonito y fugaz recuerdo del que pronto se olvidaran, pues llega otro y lo sustituye.
Y esperé, y observé, pero no pude ver, porque los recuerdos me cegaban el corazón y mis lágrimas los ojos.
Y huí, y en mi huida la vida se me escapaba, caía en un abismo sin fin, sin poder ver lo que me deparaba, sin poder saber, sin querer saber que había tras el cristal de mi ventana.
Y el amanecer llegó, un nuevo día se abrió ante mí, quise saber si podría cambiar mi futuro, quise volar y caminar sobre el arco iris y de sus colores me embriagué, y entonces…, no quise volver, decidí que ese sería mi hogar, el lugar donde nadie pregunta, donde la vida pasa ante los ojos sin mirar en otra dirección, sin preocuparte si estás o mueres, si vives o te quemas, donde nadie conoce a nadie.
Y en un último suspiro desperté, y entonces se abrió ante mí todo un mundo nuevo, pude ver, oír, sentir y me dejé llevar, pude oler cada fragancia regando mis sentidos, sentir el latido de la tierra, ver la luz del nuevo día y oír la vida que se abría paso bajo mis pies.
Y quise vivir, pero era eso lo único que no podía hacer, pues era el final de mi camino lo que estaba percibiendo y fue entonces cuando todos mis temores se desaparecieron, en el mismo abismo en el que me perdí.

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