Lo que queda.




Se siente la primavera, las flores esparcen su simiente, las luz del amanecer es más brillante.
Rasga su piel y bajo la luna que mengua mis pies descalzos se filtran en el agua de esa mar que me espera.
Libero de mi pasado la pesada carga que mi cuerpo cansado arrastra. 
Tiemblan a mi paso ciudades y reinos, que desnudos de almas albergan cuerpos que mueren en un intento de vivir entre gritos, que rompen la noche, que arrastran a hombres y bestias al silencio del olvido.
No importa la distancia, no importa si abrazar puedes y recoges el fruto que con las manos acoges el reino de los elegidos.
Recorro senderos de fábulas y sueños, recorro caminos arrastrados por el viento, siguiendo la estela de esa luna que en silencio, guía a príncipes y mendigos, soldados y poetas, que desnudos se presentan.
Profunda es la cicatriz que en la tierra dejo, pero tras el viento de primavera, la luna plateada deja su huella.
Qué pesar el mío que tengo el mundo a mis pies, que los seres que en ella habitan, se arrodillan y suplican por complacerme, por poder vivir un día más bajo el filo de mi espada.
No saben, ignoran que el tiempo se les acaba, que no hay perdón para los que suplican y que tras la eterna noche que se acerca, la vida para ellos, más que vida, será un infierno, pero estos seres inmundos prefieren vivir bajo mi yugo, que morir libres y dejar de sufrir.
Soy el destino, soy su verdad, soy lo que queda tras las guerras, soy la muerte en esta baldía tierra.

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