Sueños, una boda y una historia de amor
La tenue luz de la
mañana entraba a través de la ventana, su haz atravesaba la
estancia como si tuviera miedo de despertar a sus inquilinos, caía
sobre la gastada alfombra y un millón de diminutas partículas de
polvo volaban alrededor del inerte cuerpo desnudo de la mujer. Un
brazo se alzó para acariciarla, su bello se erizó y es así como
supo Unai que la mujer, a la que había conocido la noche anterior,
seguía con vida. Los rastros de cocaína se esparcían por toda la
habitación. Deslizó su melena para observar la cara de su invitada
y le gustó lo que vio, besó su cuello y ella se movió, abrió los
ojos y con unos lentos movimientos, parecía quitarse telarañas de
sus ojos, le daba la impresión que el mundo se había vuelto lento y
pesado.
- ¿Quien eres? ¿Donde estoy?- Anne balbuceaba en un susurro, como si no quisiera hacer ruido ni molestar.
Unai continuaba acariciándola como si no la escuchara, sus dedos se deslizaban por los suaves hombros, la volvió a besar en la espalda.
- Que haces, no se que ha pasado anoche, pero eso no quiere decir que ahora quiera lo mismo. -Apartó de un manotazo la mano de Unai y se sentó intentando despejarse, miro a su alrededor buscando la ropa, la fue encontrando esparcida por toda la habitación y se fue cubriendo con ella. Dirigió la vista hacia Unai que la miraba desconcertado.
- Gracias. -Daba un beso en la frente a su fortuito amante. - Un placer conocerte, quizás nos veamos por ahí.
Anne, mientras terminaba de vestirse se dirigió a la puerta, miró a Unai, le sonrió y con la mano se despidió de él.
Unai peinaba sus rubios cabellos con los dedos de la mano, se frotó los ojos con los nudillos para intentar despejarse.
- Venga tío, ha debido ser brutal y por una noche que ligas con un pibón no te acuerdas de nada, hay que recoger todo esto y ponerse en marcha de nuevo.
- Vale Unai, no se donde has estado durante toda la noche ni me
importa.- Amenazaba con el dedo Javier, el jefe de Unai.- Pero no te
voy a consentir que llegues tarde y con esa cara de haberte metido no
se lo que. Espabila y ponte a poner mesas rápido que hoy tenemos
trabajo, te recuerdo que hay una boda.- ¿Quien eres? ¿Donde estoy?- Anne balbuceaba en un susurro, como si no quisiera hacer ruido ni molestar.
Unai continuaba acariciándola como si no la escuchara, sus dedos se deslizaban por los suaves hombros, la volvió a besar en la espalda.
- Que haces, no se que ha pasado anoche, pero eso no quiere decir que ahora quiera lo mismo. -Apartó de un manotazo la mano de Unai y se sentó intentando despejarse, miro a su alrededor buscando la ropa, la fue encontrando esparcida por toda la habitación y se fue cubriendo con ella. Dirigió la vista hacia Unai que la miraba desconcertado.
- Gracias. -Daba un beso en la frente a su fortuito amante. - Un placer conocerte, quizás nos veamos por ahí.
Anne, mientras terminaba de vestirse se dirigió a la puerta, miró a Unai, le sonrió y con la mano se despidió de él.
Unai peinaba sus rubios cabellos con los dedos de la mano, se frotó los ojos con los nudillos para intentar despejarse.
- Venga tío, ha debido ser brutal y por una noche que ligas con un pibón no te acuerdas de nada, hay que recoger todo esto y ponerse en marcha de nuevo.
Los invitados fueron llegando y Unai intentaba por todos los medios no caer desfallecido, cuando los novios aparecieron y la atención estaba puesta en ellos aprovechó para salir a fumar un cigarrillo, se sentó en la parte trasera del hotel a contemplar las primeras estrellas que iban saliendo, recostó su cabeza en la pared y soñó que era él el novio, hasta que Javier le despertó de un manotazo.
- ¿Que coño te crees su estas haciendo? Entra ahora mismo y atiende a los novios sino quieres que te despida.
_ Lo siento, yo...- Tiró el cigarro que estaba ya consumido y salió corriendo.
Todo el mundo estaba sentado y las camareras corrían de un lado para el otro, Unai agarró una cacerola con la sopa de pescado y fue derecha a los novios y cuando se decidía a servir a la novia esta se giró. Los dos se quedaron mirando.
La sopa acabó encima de la novia, del susto Unai soltó la cazuela, al ver a la que horas antes había pasado la noche con él.
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