Un trato, un contrato y una historia de amor

  Hay días como el de hoy, que solo me apetece salir a la calle. Escapar de la rutina del trabajo y morder el aire. Sentir el aliento del amanecer sobre mi piel. Saltar sobre la arena mojada. Correr descalzo por la hierba y gritar a nadie.
Me levanté, empujé la silla con mis piernas haciendo que rodara sin control hasta chocar con la pared. Sin mirar a nadie alcancé las escaleras, no me apetecía coger el ascensor, y bajé de dos en dos los escalones de los siete pisos hasta llegar a la calle. Salí del edificio como una exhalación. Levanté las manos y grité fuerte, entonces me di cuenta que estaba en medio de la gran urbe. La gente me miraba. No me importó. Me descalce y corrí en dirección a la playa. Por el camino me fui deshaciendo de la corbata y la chaqueta. Llevaba cinco minutos corriendo cuando caí en la cuenta que la playa estaba muy lejos ¿Cuanto tiempo llevaba viviendo en esa oficina? Me paré sin saber donde ir y acabé sentándome en un parque, donde los niños jugaban. Los padres y madres instintivamente se fueron alejando del loco que acababa de llegar. Un niño se acercó riéndose.- Jijiji, no tiene zapatos.- La madre corrió y alejó al muchacho. Me miré los pies y moví los dedos. No tenía zapatos y probablemente tampoco trabajo cuando regresara, a estas horas debería estar en una importante reunión.

- Que es importante.- Pensó Fran.- importante realmente es esto que estoy haciendo ahora, sentir el suelo bajo mis pies, el sol en mi cara, oír reír a los niños y... -Llamaré a Helena y quedaremos para tomar algo.
  Marcó el teléfono de su novia y esta tardo en coger.
- Dime Fran ¿Ocurre algo? Deberías estar en la reunión.
- Dime tú Helena cuanto tiempo hace que no salimos un fin de semana juntos o una noche a cenar, un bocadillo en el almuerzo o simplemente un café a media tarde.
- Que te pasa Fran, no digas tonterías y vuelve a la oficina, te están buscando.
Fran colgó el móvil y lo lanzó lejos. Estiró las piernas y se dejó llevar por la melodía del ajetreo de la gran ciudad, los niños en el parque, las madres llamándoles y... El trino de los pájaros ¿Cuanto tiempo llevaba sin escucharlos? Si, es cierto que los oía a menudo, todo el mundo los oye, pero cuantos los escuchan, se paran unos segundos a escuchar la melodía de unos seres que se empeñan en cantar aunque nadie les escuche, si porque aunque esos cantos son maravillosos ni siquiera ellos las escuchan, en el fondo son como nosotros,  empeñados en hacer ruido, cuanto más ruido mejor y ganarse el amor de una pareja que de verdad le escuche, el resto es ruido.
Fran se deleito con ese ruido, aisló el resto y se concentró en la naturaleza. Los pájaros, el viento meciendo las hojas de los árboles y...
- Buenos días señor. Creo que este móvil es suyo.
Fran entreabrió los ojos y observó a una mujer que le enseñaba un teléfono.
- Si, era mio, puede quedárselo, se lo regalo.
- Me parece muy bien, pero le ha faltado poco para darme con el. Y no quiero su móvil, por lo poco que se de usted, este teléfono no trae más que problemas.
- Oh, lo siento.
- Además, las madres creo que están avisando a la policía local, venía a a avisarte, porque un loco se ha colado en el parque.
- Dime ¿hay algún lugar en esta ciudad donde un loco pueda ir sin llamar la atención?
- Mmmm. Dejame que lo piense. No, esta ciudad está tan ida que alguien más cuerdo que ellos no pasa desapercibido.
- Entonces la solución, según tú, cual es ¿seguir en ese circulo vicioso y ahogarte en su locura?
- Hacer creer a los demás que estas igual de locos que ellos y mantener la cordura el tiempo que puedas.
- Cuanto tiempo crees que aguantaremos.
- Nadie lo sabe, pero lo podemos intentar.
- Fran.- Le dio la mano.-Encantado de hablar por fin con alguien más loco que yo.
- Bea.- Mientras estrechaban la mano se dieron dos besos.- No se yo, no he traído la vara de medir locuras.
Vieron llegar a la policía y para fingir normalidad Bea se descalzó y comenzaron un lento paseo por la hierba del parque.- Dame la mano, haremos que somos pareja.- le había dicho Bea. Algunos niños reían al verlos pasar e imitaron sus pasos descalzándose.
- Al final o creamos tendencia o nos detienen. Jajaja.- Se reía un Fran divertido.
- Ya puedes soltarme la mano.- Le dijo Bea cuando la policía se marchó.
- Si que puedo, pero no quiero, ahora me siento a gusto ¿Quieres continuar el paseo?
Bea no dijo nada se limitó a sonreír y con la otra mano agarró una punta de la falda de su vestido y se puso a saltar mientras andaban.- Siempre quise hacer esto. Jajaja.
La tarde pasó rápida y sin prisas, lenta y fugaz. Entre risas, y largos paseos. Un café. Charlas. Parecía que se conocieran de siempre, nunca habían sentido tal sensación de complicidad, cualquier gracia que uno de los dos hiciera se convertía en carcajadas como si fuera el mejor chiste que hubieran conocido. La tarde se convirtió en noche y la noche en madrugada, así sin darse cuenta y escondidos tras las sombras de un portal sus cuerpos se abrazaron. Juntaron sus labios. Reconociendo sus cuerpos palmo a palmo. Abrazados hicieron el amor como si fuera su primera vez, con la pasión del primer encuentro. Con prisas, como si se acabara el mundo. Con la emoción de un amor furtivo que tiene miedo que alguien les vea, pero que al mismo tiempo eso le da morbo. La segunda vez fue más sosegado pero con la misma pasión. Lento, sabiendo que camino tomar, sabiendo que hacer, sabiendo como hacerlo. No querían que esto acabara, pero sabiendo los dos que había terminado antes de empezar.
- Esto es una locura, tengo novia y en breve me casaré.
- Ha sido bonito. Tienes razón. Yo estoy casada ¿Sabes? No soy de esta ciudad. He venido aquí por trabajo. No volveremos a vernos más. Haré mi trabajo y me marcharé.
Se dieron un suave, largo y dulce beso de despedida y Ella desapareció.

- Donde coño has estado.- Le reñía Helena mientras le empujaba hacia el despacho agarrándole del brazo.- Te hemos estado llamando. Ayer tuvimos que suspender la reunión porque no apareciste.
- Mira Helena, no me des la chapa, llevo toda la noche sin dormir, acabemos con esto cuanto antes. Hacemos la maldita reunión y me piro.
- Será si hoy aparecen, no creo que estén de humor y menos para cerrar un trato contigo.
- Dime Fran.- Entraba  malhumorado Santiago Espina el presidente de la compañía.- Como piensas arreglar este desaguisado. En tus manos está. O consigues el contrato o estas despedido. Venga no les hagamos esperar más.
- Fran , esta es Beatriz Ruiz- Dueña de...- Antes de que terminase de presentarles Fran se acerco a una sonriente Bea. Se abrazaron dándose dos besos.
- ¿Os he contado que Fran y yo ya nos reunimos ayer y cerramos el trato?


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