Recuerdos

 Alma Mistica



  Llegó el momento que hasta el aleteo de una mosca le molestaba. Con el cajón del tocador improvisó un asiento, una nueva mierda había llegado a la ciudad y Roy la estaba vendiendo, decían que si te la metías veías cosas, no sabía que cosas y había decidido probarla.
  Miraba hacia la calle que hacía 20 años le viera nacer y fue exactamente así, su madre dio a luz en plena calle, entre niños jugando a la comba y cubos de basura y gracias a un policía, que no se encontraba de servicio en ese momento, podía contarlo ahora, su madre moriría en ese parto, su padre un conocido alcohólico moriría cinco años después a manos de un tendero, con una recortada y un mal día, cuando huía de robar en su tienda. Poco después se lo llevarían los asuntos sociales a una casa de acogida, después pasaría a otra y luego a otra y así hasta que se hizo mayor de edad y comenzó a hacer trabajillos, así es como los llamaba Roy el camello de la avenida. En eso estaba ahora un trabajillo sencillo le había dicho.
- ¡Eh Richi! Hoy me haces falta para hacer un trabajillo extra, será fácil, no tienes que pasar mierda, tan solo te metes en una casa abandonada de tu calle y me vigilas las esquinas, luego me cuentas que ves ¿Vale tío? Toma esto es un adelanto.- Le había dicho Roy mientras le pasaba su droga.
  No le gustaba hacer de chivato, pero le pagaba bien y no tenía que hacer nada más que mirar. Solo que llevaba cinco horas apostado en la ventana y estaba harto. Lo único que había visto hasta ahora era cuatro yonkis y una puta y a varios críos jugando al balón. El calor era insoportable y.- la puta mosca me está tocando los cojones.- Había dicho a la ventana.
  La mosca se posó justo delante de él y sin pensarlo dio una manotazo, la mosca salió volando y el cristal estalló en pedacitos que cayeron a la calle con el consiguiente estruendo. De pronto salieron de no sabía donde un montón de policías. Estaban escondidos en cada esquina y tejado.
  Se giró y se dejó caer al suelo quedando sentado de espaldas a la ventana apoyado en la pared.
- Que coño. Piensa gilipollas. Te la han jugado.- Sacó su revolver y echó a correr agachado hacia la puerta y al llegar al portal, escuchó como subían. Corrió sin hacer ruido hacia el tejado. Era su barrio y nadie lo conocía como él. Saltó a una terraza inferior y se descolgó por una cañería para poder llegar a un patio y en eso estaba cuando la cañería, seguramente debido a su falta de mantenimiento, se partió y calló los cuatro metros que había hasta el suelo. El golpe fue brutal perdiendo la consciencia, cuando despertó descubrió a una mujer que le observaba, estaba gimiendo y le pedía ayuda, estaba de parto.
- Por favor. Ayúdame Le suplicaba la mujer. Richard miró hacia el tejado y se escondió bajo el alerón de un tejadillo.
- Lo siento no puedo, me tengo que ir.
- Por favor Roy.
- ¿Roy? Pero... Yo no soy Roy. Ni siquiera soy un puto blanquito ¿No me ves?- Al mirarse las manos vio que efectivamente era blanco y el anillo inconfundible de oro de Roy estaba en su mano derecha. Se acercó a la mujer y sus manos taparon su nariz y boca hasta que esta dejó de respirar. Alguien venía y se escondió tras una puerta. Un hombre se acercaba a la mujer y llamaba a un número de emergencias. Da su número de placa. Él, En el cuerpo de Roy, corre sin ser visto y ya en la calle ve llegar a la ambulancia.
 Richard despertó de golpe en el patio otra vez ¿Que había visto? ¿Que era ese sueño? Ahora lo sabía ¿Eso era efecto de la droga o el golpe?

- ¡Richard!- Exclamaba Roy sorprendido.
- Que Roy ¿te extraña verme por aquí? No te preocupes la pasma no me ha seguido.
- Te creía vigilando.
- Roy ¿Me tomas por estúpido? Te voy a hacer una pregunta y quiero que me respondas la verdad.
- Dime amigo, ya sabes que para mi eres como un hijo.
- Roy ¿Tu conociste a mi madre?
- Claro, quien no conocía a tu madre.- Una sonrisita asomó en su cara.
- ¿Quien? Yo, yo no la conocí.- Dijo Richard. Sacó su revolver y disparó a bocajarro sobre Roy.

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