La magia (El último Guerrero)

La fogata alumbraba ambas figuras, como fantasmagóricos espectros, bailando a la sombra de la luna. Un cuervo graznó y ambos alzaron sus cabezas, aunque Crewe no creía en los cuentos, no le gustó, era como un mal presagio. La druida azuzó las ascuas.

—¿Qué te ocurrió, Crewe, para que no creas en la magia?

Crewe se dedicaba a afilar su espada, la atendía y mimaba. Era consciente de que la debía cuidar, de ello dependía su vida y la de sus compañeros.

Se levantó dando un par de estocadas al aire. Ceridwen no veía el arma, tan sólo veía el reflejo de la fogata en su hoja, pero sí que escuchaba su sonido al cortar el aire.

—¿Qué no creo en la magia, dices? Te equivocas. La magia está entre nosotros. Es parte de nuestra vida —Ceridwen miraba sorprendida a Crewe. Él siempre había dicho que no creía en ella—, pero no en la magia que tú crees, Ceridwen, sino en la verdadera.

»Para mí, magia es… sentir y transmitir una emoción; magia es, amar y ser amado; magia es, hacer que en un sólo suspiro quepan mil sensaciones; magia es, percibir el latido del corazón de la persona que amas; magia es, que a tu lado, la persona que amas, no sepa si es de día o de noche; magia es, soñar y que te sueñen; magia es, ver nacer del vientre de tu mujer a un ser creado de la semilla de ambos; magia es, VIVIR. 

»Magia es tener la esperanza que nos ayuda a creer, nos impulsa a seguir; llámalo creencia, confianza, ilusión, fe o certeza. Nos aferramos a ella para poder vivir, para seguir vivos un día más. Buscamos, necesitamos creer que habrá un mañana y que todo cobrará sentido; que todo llegará cuando llegues a tu destino; que vivir es más llevadero si podemos creer sin necesidad de ver. Tenemos esa esperanza, pero yo no me dejo emborrachar por ella, por eso no creo en tu magia.