Shin jo.




Sé que es el final, pero no un final como estamos acostumbrados. Lo que ellos esperan; es un principio, porque todo final es el principio de algo. Todo encuentro es el comienzo de una despedida.
Cuando uno se encara hacia algo, cuando alguien trata de coger lo que desea, y lo que desea es algo intangible, debe estar dispuesto a saltar. Saltar al vacío, sin mirar qué hay debajo, sin pararse a pensar si hay red, debes estar dispuesto a caer, a confiar que lo que deseas está ahí, y que si sale mal, ha sido tu elección.
La luz se apaga; el sol deja paso a la noche, pero lejos de pesarme, me gusta, pues todo cambio lleva consigo un nuevo comienzo.
Múltiples colores se dibujan. Sonrío, pues soy feliz.
Me preguntaban si había sido feliz, y la respuesta me sorprendió: sí, lo había sido; había sufrido, había visto morir a mis padres, había visto partir a la que un día me dijo que me amaría por siempre, y me rehice, había tenido que cuidar de mis seres queridos, había sido tan sumamente pobre que no tenía para comer, mendigando, me habían insultado, maltratado, pero a pesar de todo, había vivido.
Ahora, miro al universo, contento, sé que llega el final, ya no hay escapatoria, pero no depende de ellos que hoy sonría, no depende de ellos que mire hacia el futuro con alegría, pues aunque parezca el final, heme aquí, ante el enemigo, dispuesto a morir, para que ellos, sigan su camino, pues cuando te unes a tu pueblo y decides contribuir con la paz, la felicidad y las causas justas, te conviertes en una persona valiente, justa y respetuosa con la humanidad, actuando con honor para defender la paz…

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