Un hombre peligroso
La tormenta pasaba y en el cielo se dibujaban las estrellas, la vía láctea estaba preciosa y más ahora que el cielo estaba limpio. Dio unos pequeños pasos y notó el agua bajo sus pies, tenía ganas de sentir el frío suelo, se descalzó y sonrió al notar el agua. Abrió sus brazos y dio gracias al cielo por estar vivo. Giró como una peonza y saltó sobre el charco. Dicen que si miras a la muerte de cerca ves pasar tu vida por delante de los ojos, pero yo no la vi y eso puede querer decir dos cosas, o que no he vivido o que mi muerte no estaba cerca. El accidente fue brutal y gracias a dios no me han quedado secuelas. Nada tenía antes y nada tengo ahora, tan solo me queda vivir y eso pienso hacer. Una margarita florecía entre las grietas del suelo y a su derecha un abeto se esforzaba por sobrevivir, escuchó entonces lo que parecía una maquina y vio como una excavadora se acercaba para arrancar la vida al árbol. Miró a su alrededor y solo entonces se dio cuenta que era el único ár